Hace diez años, Néstor Kirchner ingresó para siempre en la memoria de las grandes mayorías. Y dejó un legado insoslayable: le devolvió el valor que la palabra había perdido en la política.
Hace diez años, Néstor Kirchner ingresó para siempre en la memoria de las grandes mayorías. Y dejó un legado insoslayable: le devolvió el valor que la palabra había perdido en la política.
El decir y actuar en consecuencia tuvo efectos en las capas más sensibles de la comunidad: los más jóvenes, los más reactivos a la hipocresía imperante, se enamoraron del Presidente que dijo para qué quería serlo, qué haría, y lo estaba cumpliendo.
Algo tan elemental como eso adquirió ribetes heroicos. No era lo común en el maltratado escenario político. Cuando todo parecía perdido, cuando la consigna “que se vayan todos” corría de boca en boca, una nueva generación de jóvenes volvía a creer en la política.
En los albores del siglo XXI, comenzaba una etapa en la que nada sería igual. Esa palabra, recuperado su valor, interpeló con claridad a aquellos intereses que desde siempre estuvieron desencontrados con el proyecto de Nación del campo nacional y popular.
Néstor le devolvió al peronismo el rol de catalizador de un plan para volver a tener Patria. Lo hizo reencontrar con su propia Historia. Puso en valor banderas que jamás debieron arriarse. Echó luz allí donde otros habían ensombrecido sus tradiciones. Definitivamente, hizo entrar al peronismo al siglo XXI.
Gracias, compañero. Te recordamos con alegría. Te extrañamos desde el compromiso.