Hace tres veranos, en Mar del Plata, conocí a Noelia Pace. Fui a su espectáculo para calificarlo, ya que se había inscripto para aspirar a los premios "Estrella de Mar" que organiza el EMTUR, entidad que promueve el turismo en la mencionada ciudad. Hace muchos años que me invitan –es un halago– a que sea jurado.
Confieso: "Noelia Pace, sesiones de mediumnidad" era como algo raro para espectáculo. Después charlé con ella. Al año siguiente tuvo mejor suerte en los premios. Se la reconoció como espectáculo, justamente, con una nominación. Estuvo en Rosario en el programa que conduzco. Recuerdo que fue en invierno. Luego su vida siguió y sigue, cada vez más exitosa, con su espectáculo. Toda vez que viene a Rosario llena teatros y realiza muchísimas entrevistas personales. Ya es conocida en Argentina, en América Latina y hasta se ha presentado en "La Capital de Latinoamérica", Miami
Durante un año entero la tuve como cronista de los programas sabatinos. Me preguntó cuánto había que pagar, quedamos que el pago era que estuviera a disposición todos los sábados que pudiese. En tal condición, cronista de la realidad alterada en qué vivimos, le preguntábamos por cuestiones de la semana. Una de esas semanas estaba cercano el protocolo/cronograma electoral, que pondría varios candidatos como inscriptos.
Allí, Noelia dijo: "El ganador será eme… o eme". La "bruja" lo dijo sin demorar, casi sin pensarlo o, realmente, como si desde otro sitio la cuestión fuese tan elemental que se veía, que ella lo veía. Parecía muy lejano todo. Lo era. La grabación nos acompañó mucho tiempo y si ese archivo sigue en "radio cut", una fabulosa memoria, pueden buscarlo. Creo que otros medios de diferentes lugares le preguntaron y obtuvieron la misma respuesta.
Hoy advierto que Argentina se conoce más por una de las respetadas cronistas de todos los mundos posibles, que por los analistas de este, nuestro pérfido espacio terrenal. En aquel momento sonreímos. Todo podía ser, pero, caramba … Noelia estaba segura de su afirmación. Y uno respeta la seguridad del otro.
Una vez le pregunté si le molestaba que le dijesen "bruja". Sonrió. "Nooo… para mi es risueño, no me molesta, desde chica que me dicen cosas así, pero no hay maldad… díganme bruja nomás". Podría explicarla, pero la historia política Argentina no es la especialidad cotidiana de una bruja. Hace tiempo escribí en una de estas columnas lo siguiente:
"Si debiésemos, como ejercicio inevitable, como obligación, explicar desde 1983 en adelante, Argentina y sus gobiernos (Republicano, Representativo y Federal, si, no es broma, así nos anunciamos) las frases elegidas integrarían un listado que cada uno puede/debe/necesita singularizar. Cada quien tendrá lo suyo pero todos concluiremos que, más allá de las pequeñas diferencias personales, es fácil identificar a los gobiernos por estos rasgos salientes, estas subas al escenario del show y el aplauso. La salida de tanto yerro, como la de Ícaro, es buena y es mala, pero básicamente es el uso de otro gesto espectacular (…)".
Creemos que salir del problema es una cuestión espectacular, al parecer sería el opuesto a laburo diario y sacrificio. Argentina está en un laberinto y no es una cuestión de mediumnidad, ni siquiera de un Ícaro, simplemente somos consecuencia del mal armado entre el voto popular y la ejecución: ese eje entre mandato y resolución ha fallado. El pueblo no se equivoca ya puede ponerse en duda… mientras tanto hay que aceptarlo. Los gobiernos los merecemos porque los votamos. Punto. Conclusión: "somos incorregibles"… (y con esa frase también entra en el show "My dear Georgie"). En otra columna, indicando a La Peste como un eje a contemplar, me paré sobre la duda:
"Corresponde re preguntar… ¿Es eso lo que fueron o lo que son? Habida cuenta los resultados en la sumatoria (desde la catástrofe económica hasta la declinación social) lo que corresponde es atender a otra requisitoria: ¿Trabajaron para ese triste final de su memoria en el juicio popular, ubicándolos en la historia por una frase, un gesto? Ese pasado que hoy entristece fue su futuro, su oferta alguna vez (…)".
El próximo presidente, elegido por un voto popular condicionado por todas las variables, será el primero "pos peste". ¿Será, otra vez, la mentira y el "no pude"? Sobre qué columnas chocamos con nuestra democracia imperfecta, a todas luces imperfecta… y perfectible:
"Ya hubo este choque sobre 1914-1918 con Yrigoyen, la revolución industrial y el voto universal secreto y obligatorio. Ya hubo esta conmoción con el fin de la Segunda Guerra Mundial (Perón 1946-1952 y 1952-1955… e interrupción), ya hubo este sopapo con NK 2003-2007 y las tasas chinas de crecimiento. Sin contar la caída del muro, el pos modernismo y Carlitos Saúl".
En todos los casos arrancamos… y perdimos el porvenir. Pido no desdeñar la variable "peste" y comunidad universal, única. Quien asuma contendrá los misterios que se encerraron en la cárcel universal de la cuarentena y el barbijo. Ese cadalso que violentó nuestro pensamiento atorado entre el palier y el patiecito del fondo durante la cuarentena (siempre las cuarentenas son obligatorias). Aislados, La Peste nos enseñó que todo es igual, nada es mejor y que es cierto: lo mismo un burro que un gran profesor. "Cambalache" superó el siglo donde sobrevivir fue problemático y febril, pero aún nos guía (qué sencillo es robarle a Discepolín, es tan argentino cantando aquello que le dolía). Hoy votamos cantando "Cambalache".
Para que nos entendamos. El presidente 2023-2027 será el emergente de nuestra racionalidad alterada, nuestra información formateada y nuestros anhelos deturpados, distorsionados, en descomposición. Por él deliberaremos y gobernaremos. Corrección: lo hará en nuestro nombre. Confiar es un verbo regular pero traicionero. Yo no confío… ¿Y usted?
Una sociedad en tránsito no hará otra cosa que elegir un representante transitorio, provisorio, integrante de un mundo por llegar y de ninguna manera esquirla de un mundo que se derrumbó… o sí. Somos tan raros… tal vez como secuela de La Peste elijamos la nostalgia. Inclinaremos el voto, mediáticamente inducido, por un ayer perdido y tirando a malo, enfrentado a un porvenir tan irracional como el valor de las cuentas de colores de la leyenda de los conquistadores fabulosos. Apretado ante los hechos en, otra nota puntualicé:
"Conviene dejarlo escrito ahora. Con el diario del lunes pos elecciones de octubre todo sería más fácil. Lo fácil no es lo mejor para el pensamiento. Tomar ese riesgo parece necesario. El título sirve para aclarar de qué se trata. Puestos en un punto que ya mencionamos, el punto de cruce donde encontramos a la urticaria por la clase política que supimos elegir y la decisión entre el Bien o el Mal, llegará el momento de apreciar si 'el fenómeno Milei', con el que castigamos a quienes nos castigan, nos salvará. ¿Quiere que se lo repita? ¿El que denuncia a los que nos castigan y embrutecen, nos salvará de los castigos y el embrutecimiento? … Por ahora es una amenaza".
Ya no es la pelea entre "Orden o Libertad" y el equilibrio inestable en el que conviven. Es entre El Bien y El Mal. Está escrito, eso dije, eso pienso. ¿Quién es el padre, quiénes son su familia política? Líder. Ídolo. Emergente. Bernard Shaw y Pigmalion, Mary Shelley y el Prometeo Moderno (Frankestein). Ya no debemos preguntarnos, como sociedad, quién es el que hizo nacer, de múltiples fracciones y en diversas etapas, al Javier Milei que se ofrece, nos ofrecen y que a muchos asusta, a otros sorprende y a los de aquella vereda del río seduce como arma para castigar a la realidad de la tercera década del siglo XXI.
Su presencia refiere a castigo al voto popular traicionado, que sigue sufragando por quienes traicionaron. Los padres de Milei son muchos. No se hacen cargo, porque el voto popular podría convertirlo -o no, en el primer presidente pos peste. Facetado, extremadamente facetado, lo enfrenta Sergio Massa. La matemática no esconde un hecho: todo el antiperonismo es más que el peronismo pero… Juan Domingo Perón 64% (1973), después, hacia 2003, la suma de Carlos Menem (casi 25%), más Néstor Kirchner (algo más de 22%), más Adolfo Rodríguez Saá (14%), daba un número fantasioso, pero real. CFK en 2011, con poco más del 54%, no tiene vueltas, ahí está; sucedió. Massa no es eso.
Quien gane, ya sin esas cifras, completará una frase: "Obtuvo la mitad más uno de los votos positivos en el conteo final". Dan ganas de preguntarle a Noelia, al menos no dice disparates como algunos analistas porteños. Y sabe, entiende, o transmite, cosas del mas allá donde -seguramente- se encuentran el porvenir, el pasado y los diversos mundos donde conviven dos muchachos a quienes el voto popular pondrá al frente, durante 2023-2027, de un país donde la cabeza de Goliat reformula la dependencia de un David cada vez más indefenso. ¿Se preguntarán cómo llegamos a este punto? No me pregunten, soy periodista. Soy el que hace las preguntas.
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