Uno de los aspectos más recordados de la gestión de Carlos Menem, que falleció hoy a los 90 años, son las privatizaciones de empresas públicas, varias de ellas de sectores clave para el país como YPF, Aerolíneas Argentinas, ferrocarriles, agua, luz, gas, comunicaciones, mineras, siderúrgicas y hoteles.
Tras haber asumido el 8 de julio de 1989 al frente de la Casa Rosada, una de las primeras iniciativas que impulsó el riojano fue la de Reforma del Estado, más conocida como Ley Dromi, por el ministro de Obras y Servicios Públicos, Roberto Dromi.
Una moción de preferencia en el Congreso hizo que el proyecto tuviera un trámite legislativo exprés: la iniciativa ingresó el 19 de julio y se convirtió en ley el 17 de agosto.
La Ley Dromi fue el armazón legal sobre el que se llevó a cabo el proceso de privatizaciones de empresas públicas.
"Nada de lo que deba ser estatal, permanecerá en manos del Estado", fue la tristemente célebre frase que pronunció el entonces ministro de Obras y Servicios Públicos y que sintetizó el espíritu de la década que estaría bajo dominio del riojano.
A partir de esa norma, el menemismo avanzó en un plan de achique del Estado que incluyó la privatización, liquidación e incluso disolución de empresas estatales de todos los rubros: energéticas, telecomunicaciones, transporte, luz, agua, gas, militares.
En ese sentido, los casos más resonantes fueron los de YPF, Aerolíneas Argentinas, SOMISA, Ferrocarriles Argentinos, Tandanor, Empresa Nacional de Telecomunicaciones (ENTEL), Obras Sanitarias de la Nación (OSN), Servicios Eléctricos del Gran Buenos Aires (SEGBA), Gas del Estado, Establecimientos Altos Hornos Zapla, las redes viales, varias fábricas militares y hasta el icónico hotel Llao Llao, entre otras.
Algunas de esas firmas volvieron a manos del Estado años más tarde, durante las gestiones de Néstor y Cristina Kirchner, como la línea aérea de bandera, la petrolera, los talleres navales y la empresa a cargo del agua y las cloacas, por mencionar algunas de las más destacadas.