Miércoles 19.8.2020
/Última actualización 20:34
Aparte de la desarrollada por Pfizer/BioNTech, otras dos vacunas contra el coronavirus, en fase III de investigación clínica, serán probadas en nuestro país. Esto, sumado al acuerdo con AstraZeneca para producir otra de las vacunas que están mejor posicionadas, pone a la Argentina en buen lugar para conseguir inmunizar relativamente rápido a sus grupos de riesgo.
"Hay dos vacunas de origen chino. La de (el laboratorio) Sinopharm ya está presentado el protocolo y probablemente empecemos el estudio en un par de semanas. Y la del laboratorio CanSino será presentada a Anmat en no mucho tiempo. O sea que vamos a tener en la Argentina tres ensayos de vacunas en desarrollo", dijo Pedro Cahn, titular de la Fundación Huésped y asesor presidencial, durante un encuentro virtual organizado por Fundación Grupo Efecto Positivo (GEP), el jueves pasado, según publica La Nación.
En una entrevista con Lide Argentina, el ministro de salud Ginés González García ratificó que Anmat ya había dado su aprobación para iniciar los ensayos. La Fundación Huésped había comenzado el año pasado un ensayo en fase III de una vacuna del laboratorio Janssen para prevenir el VIH en 600 hombres jóvenes voluntarios.
La vacuna de Sinopharm es desarrollada por el Instituto de Productos Biológicos de Pekín (Sinopharm Wuhan tiene un desarrollo paralelo), una empresa estatal, y usa partículas del virus inactivadas para desarrollar la respuesta inmune. Sería en dos dosis, la segunda tras 14 o 21 días. Ya dio buenos resultados en fase I y fase II, y sus directivos hasta se han mostrado confiados en poder administrarla durante este año. Parte de los ensayos en fase III también se están llevando a cabo en los Emiratos Árabes Unidos. Ayer, Liu Jingzhen, un gerente de la empresa, sostuvo que las dos dosis que lograrían la inmunización podrían costar unos 145 dólares, pero se supone que el Gobierno argentino logrará un acuerdo para obtener un precio más accesible.
La siguiente vacuna china que se probaría aquí es del laboratorio CanSino y usa un adenovirus como vector viral no replicante. Es la otra vacuna aprobada por una entidad regulatoria nacional, como sucedió con el producto del laboratorio ruso Gamaleya, para administración a personal militar. Esta vacuna pasó con éxito las fases I y II de manera documentada y la fase III ya se realiza en Gran Bretaña, Brasil y Sudáfrica.
Según cita la agencia Reuters el pasado 30 de julio, CanSino había entablado conversaciones con autoridades de Brasil, Chile, Rusia y Emiratos Árabes, pero no mencionó a la Argentina.
"América Latina tiene dos requisitos para que se prueben las vacunas aquí. Por un lado, centros de investigación capacitados y muchos casos de Covid", dijo a La Nación Ricardo Rüttimann, pediatra infectólogo, miembro del comité científico de la Fundación Vacunar y de la Comisión Nacional de Inmunizaciones del Ministerio de Salud.
Por su parte, Juan Manuel Carballeda, investigador del Conicet en el Laboratorio de Virus Emergentes del Instituto de Microbiología Básica y Aplicada de la Universidad Nacional de Quilmes, dijo a Página 12 que "los chinos tienen muy bien caracterizado al nuevo coronavirus que circula en Wuhan desde fines de 2019 y fue rápidamente secuenciado por los expertos locales apenas se desató la pandemia. El ejemplo más grande que tenemos de vacuna inactivada es la de la gripe. Para su fabricación se sigue más o menos el mismo procedimiento: se hacen crecer grandes cantidades del virus y se lo inactiva para que no nos enferme cuando nos aplicamos las dosis".
En una entrevista reciente, el ministro de Salud, Ginés González García, aseguró que estaban en conversaciones con China, que "está al borde de hacer la fase clínica acá". "Si se probara aquí la fase III sería una noticia recontra importante porque todavía no tenemos ninguna vacuna. Argentina está participando activamente de la fabricación de la candidata de Oxford y con voluntarios en la de Pfizer. Esperemos que alguna de las tres opciones finalmente funcione y, de ser así, esperamos contar con prioridad al momento de su distribución", plantea Carballeda.
Enseguida insiste: "Es genial que se pruebe acá porque la dispersión de un virus no solo tiene que ver con las características del patógeno, sino también con nuestras formas de relacionarnos y con la dinámica poblacional. La cultura influye mucho en la dispersión. Si la probamos en Argentina sabremos que funciona para los argentinos, con nuestra forma de ser y con todo lo que ello implica".