Emerio Agretti
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—La composición del Consejo de la Magistratura de la Nación es uno de los temas que divide aguas en el sector político y con el Poder Judicial. ¿Cual es su opinión?
—La posición que me tocó mantener desde la Junta Federal de Cortes fue lo que habíamos acordado en la tercera cumbre en Córdoba, en la reunión de jueces de todo el país, donde coincidimos en la necesidad de que, cuando hablamos de la designación y remoción de magistrados, debía respetarse el equilibrio que pide la Constitución en su formación. Que nadie inclinara la balanza y que se respetara el requisito de idoneidad, igualdad de oportunidades y la carrera judicial.
—¿Esto es lo que expresó en la comisión de Justicia de la Cámara de Diputados?
—Ésos fueron los principios que defendí, considerando, además, que es necesario que al Consejo de la Magistratura lo encabece el presidente de la Corte. Porque yo soy partidario de los consejos de la Magistratura, pero no como en el orden nacional, sino como es en las provincias: exclusivamente para la designación y remoción de los jueces, y no para la administración del presupuesto. La reforma constitucional del ‘94, en el orden nacional, le otorgó también la administración y el poder disciplinario sobre los magistrados. Yo creo que, por esa situación, que nos plantea un Poder Judicial bicéfalo, donde hay un Consejo que suma mucho poder y que tiene potestades superpuestas con la Corte, es necesario que el presidente sea el mismo, porque ahí se definen las políticas del Poder Judicial.
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