En el momento en que se escriben estas líneas, la provincia registra 9 casos autóctonos (sin antecedente de viaje) de dengue: 4 en el departamento Castellanos y 5 en el departamento Rosario. Para cuando esta nota esté publicada, el último día del año, se estará produciendo en Santa Fe, en el país y muy probablemente en la región, un importante movimiento de gente con motivo de las fiestas de fin de año y el inicio de las vacaciones. Entre quienes siguen de cerca el tema del dengue y sus formas de propagación, allí estará puesta la lupa para que esos números, que seguramente van a crecer con el avance del verano, no exploten.
No hace falta viajar muy lejos: el mosquito Aedes aegypti, vector transmisor de ésta y otras enfermedades, está en todos los barrios de la ciudad de Santa Fe, en los departamentos en que se divide la provincia y en buena parte del territorio nacional. De hecho, la línea geográfica que fija el límite para su propagación se sigue corriendo hacia el sur y ya hay mosquitos transmisores de dengue en Neuquén y en Río Negro, provincias frías aunque, por efecto del cambio climático y la urbanización creciente, ya no tanto.
Mirá tambiénDengue y más allá: cómo sostener la prevención dentro y fuera de Santa FeY si se quiere hacer turismo fuera de las fronteras nacionales, conviene tener en cuenta que también hay mosquito transmisor y dengue en países de la región, por ejemplo en Brasil, que es uno de los destinos elegidos por las y los argentinos para el próximo veraneo.
¿Para qué nos sirven estos datos? Para comprender que el dengue es una realidad. Pero también que se debe "pensar en dengue" cuando se organizan los planes de la temporada y cuando se manifiestan síntomas, en caso de contraer la enfermedad: una fiebre o dolor muscular pueden indicar múltiples afecciones, pero una de ellas puede ser dengue.
Con prisa y sin pausa
En la temporada 2023/2024 se registraron en el país alrededor de 600 mil casos; más de 60 mil correspondieron a la provincia de Santa Fe. Fue la peor epidemia desde que se tienen estadísticas para una enfermedad que presenta baja mortalidad (aún así, hubo fallecimientos) pero que puede generar una gran saturación del sistema sanitario.
Ese es un factor de preocupación que se suma a la cercanía con los brotes anteriores y a la inexistente interrupción en algunas localidades de muy pocas provincias (Formosa, por ejemplo) donde el dengue es endémico.
Las estadísticas indican que esta tendencia se puede trasladar a otras regiones del país, donde el primer brote importante fue en el año 2009, al que siguieron otros con un intervalo aproximado de 4 años. Pero ese plazo se fue ajustando hasta, prácticamente, desaparecer. Hoy no hay pausa entre un pico y otro.
Todo en todas partes al mismo tiempo
Si en cualquier archivo se busca el lanzamiento del plan Objetivo Dengue en Santa Fe, se verán imágenes de funcionarias y funcionarios con mucho abrigo. Era agosto de 2024, hacía frío y en Santa Fe se hablaba con mucha anticipación de esta enfermedad, propia de ambientes subtropicales.
Objetivo Dengue es un plan inédito que involucra un trabajo conjunto de cinco ministerios: Salud, Educación, Gobierno e Innovación Pública, Igualdad y Desarrollo Humano, y Ambiente y Cambio Climático, todos con la coordinación de la secretaría de Cooperación.
A este fin se destinaron 8 mil millones de pesos, más los 1.500 millones que se entregaron a los gobiernos locales. Las acciones incluyen, entre otras, prevención, fabricación de repelente a cargo del Laboratorio Industrial de la Provincia (LIF) que quintuplicó su producción, y vacunación, una estrategia que parecía remota.
Santa Fe picó en punta y arrancó su plan de inmunización en el mes de septiembre, compró dosis con fondos propios del único laboratorio que por ahora las fabrica (y que también distribuye en farmacias para compras particulares, según indicación médica) y lleva colocadas más de 75 mil en base a una estrategia nominalizada y progresiva, basada en las recomendaciones de la Comisión Nacional de Inmunización. Todo, sin apoyo del gobierno nacional, que delegó en las provincias el abordaje de uno de los problemas sanitarios más severos de los últimos años, luego de la pandemia por Covid-19.
Desde agosto, las acciones está presentes en todo el territorio de la extensa bota santafesina, de manera que en todos los puntos cardinales circula el concepto de dengue, pero también se difunden las medidas de prevención y de intervención cuando se detecta un caso positivo.
Descacharrar es la tarea
Hoy, dengue es un término conocido, un diagnóstico posible y una oportunidad para incorporar acciones cotidianas a la prevención colectiva. "Descacharrado", una palabra que hasta no hace mucho tiempo sonaba extraña o se asociaba con ambientes informales y periféricos, es parte fundamental del discurso oficial cuando se aborda la prevención de la enfermedad. Resta que el término se incorpore en forma masiva a la práctica cotidiana.
Consiste en inspeccionar los domicilios, escuelas, lugares de trabajo y todo espacio donde exista actividad humana; desechar objetos inservibles, porque pueden acumular agua (que es el ambiente en el que se reproduce la hembra del Aedes aegypti) y neutralizar, tapar, voltear y limpiar todo aquello que necesite ser conservado. Todo se debe hacer al menos dos veces en la semana, teniendo en cuenta que en la región se producen lluvias (aunque sean de poca cuantía) con cierta periodicidad.
Prevención para evitar la reproducción del insecto; concientización para realizar las acciones simples que evitan la propagación de la enfermedad; uso de repelentes para protegerse de picaduras; vacunación para disminuir la posibilidad de casos graves e internaciones, y equipamiento para actuar en todo el territorio, en caso de que se produzca un brote, son las bases sobre las que se apoya la estrategia oficial para anticiparse a un escenario de epidemia.
Luego de varios años de aprendizaje, la enfermedad transmitida por el mosquito (la mosquita, para ser exactos) ya no es un misterio. Pero la forma de impedir que se convierta en un drama mayor es un desafío colectivo.
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