Domingo 10.5.2020
/Última actualización 11:39
Un día sucedió: a mediados de la cuarta cuarentena consecutiva (el tiempo que va desde que asumió -hace cinco meses- y empalmó su doble cuarentena personal sin hacer nada, con la cuarentena y media real del Covid-19) de la gestión Perotti, “Elomar” mostró algo de reflejos en su enervado nervio y tras una primera mala lectura (una más) reaccionó rápido, rapídisimo, y declaró el lunes mismo la flexibilización súbita para toda la provincia.
Es que para entonces, la cuarentena estaba rota: la gente lo hizo. La misma gente que eligió por una cuestión de supervivencia acatar órdenes y encerrarse sin chistar; pues por la misma razón (supervivencia) decidió salir y eso era imparable. La cuarentena estaba agujereada y Perotti y la provincia estaban mal sosteniendo un colador...
El lunes, se sabía, era el turno de apertura gradual para las poblaciones de menos de cinco mil habitantes. Son unas cuantas en la provincia, pero la división era arbitraria... ¿Por qué pueden abrir sus negocios los pueblos pequeños y en cambio los pueblos grandes o las ciudades chicas (en algunos casos, es lo mismo), no?
Yo te avisé, yo te avisé...
El fin de semana, algunos estuvieron activos y le dieron a Perotti una clase de política, marcándole (ellos, desde el interior) la agenda nada menos que al gobierno y al gobernador. Y no al revés. Desde Avellaneda (ciudad norteña no piamontesa, sino friulana, igual de laboriosa que Rafaela...), comerciantes e industriales dijeron que no podían soportar una semana más.
Y luego, el sábado, Felipe Michlig, el influyente senador por San Cristóbal, se reunió con las cuatro ciudades de su departamento (Ceres, San Cristóbal y las flamantes San Guillermo y Suardi) y con sus comerciantes. Mensaje claro: no se puede más, hay que salir a trabajar.
¿Cómo explicarles a los gringos de San Guillermo que ellos, con un poquito más de 10.000 habitantes no podían abrir sus negocios y la cercana Villa Trinidad -a 20 kilómetros o 15 minutos de distancia-, sí? ¿Cómo explicarles a los ceresinos que tenían que seguir al menos una semana más, mientras en Hersilia, a menos de 20 kilómetros, todo abierto...? En un departamento que, además, no tenía casos de Covid-19...
Pues Felipe Michlig pidió públicamente el sábado y recordó el lunes el pedido de apertura y flexibilización. Perotti tuvo que dar marcha atrás, cambiar, y abrir ese mismo lunes. El senador luego, recogió su cosecha y lo felicitó por la medida. Impecable uno-dos de Michlig. Agenda marcada por un senador.
Elomar sólo esquivó las piñas subsiguientes: en el interior se anotaban para salir a trabajar. Crespo, en el departamento San Justo, también pedía apertura. Y hasta allí eran los territorios de tres senadores de la oposición (Michlig, Marcón y Borla) y eso, se sabe, no le mueve un pelo al gobernador. Pedidos similares, públicos o por abajo, en todos los departamentos...
El lunes sucedieron dos cosas decisivas: a la mañana, los comerciantes de Esperanza (Las Colonias) se fueron en buen número -desafiando la prohibición y autoconvocados con impactante sigilo, contundencia y precisión- ante la intendencia para pedir lo mismo. Esa tarde noche, la mismísima Rafaela del gobernador, se mandó un bocinazo que terminó de convencerlo al Omar. Esperanza y Rafaela son dos municipios justicialistas desde hace años. Y esa gente no estaba sospechada de responder a lobby alguno.
Esos no eran los contratistas que venían con obras de la gestión anterior, convenientemente ninguneados e ignorados; no eran los docentes o estatales, con paritarias suspendidas y mascullando bronca que asomará ni bien se corra el telón de la pandemia; no eran municipios y comunas, siempre quejosos; no eran ni radicales, ni del Frente opositor, tipos que sólo quieren el mal del nuevo gobierno... No, señor: eran personas de a pie, comerciantes, titulares de Pymes, gente que quería trabajar.
El mismísimo lunes a la noche, entonces, el milagro: Perotti se movió rápido y pasó de prohibir actividades a pueblos de más 5000 habitantes, a flexibilizar a todas las localidades hasta 499.999 habitantes: todas menos Santa Fe y Rosario. Incluso se emprolijaron rápido los números de “su” Rafaela (la misma que le había hecho un ruidoso bocinazo unas horas antes), al principio incluida dentro de las urbes grandes y con casos de “circulación” del virus; y todos a laburar.
El milagro es que es la primera vez que Perotti mostró una acción proactiva, un reflejo rápido, una reacción, y eso, tras cinco meses de gobierno, es esperanzador para lo que sigue. Que un gobernante modifique acciones no necesariamente o no siempre es un defecto: al contrario.
Pronto, descorrido el velo del coronavirus, deberá mostrar más de eso y torcer un rumbo, una imagen y sobre todo una actitud personal (que se traslada al resto y llena de dudas hasta a su propio gabinete) que hasta acá roza la inacción completa.
Perotti eligió como forma de gobernar, no tomar acción alguna, postergar, dejar pasar. Acá, la gente le torció y cambió esa pasiva característica.
El estilo que inauguró impensadamente Perotti -no hacer- tiene alto costo. Un poquito de ese costo “disfrutó” el oficialismo el jueves con la sesión de Diputados, donde casi sin quejas ni peros, la oposición le aprobó una cuarentena (por usar un término de moda) de pedidos de comunicación que son cuestionamientos explícitos al gobierno, muchos de ellos, sopapos bien puestos en tiempo y forma...
Esa Legislatura opositora necesita enfrente mucha muñeca política y diálogo para poder encaminar leyes requeridas, necesarias algunas. Pero hasta acá no hay impronta negociadora en la gestión. Al contrario. Los negociadores, los operadores políticos (como pueden serlo Borgonovo, Rubén Michlig o Busatto) perecen ante la inercia y anomia del titular del Ejecutivo, que es quien finalmente (no) toma las decisiones... Y si encima, hay incendiarios sueltos, como Sain, se hace difícil generar un clima positivo para mover la gestión.
Mientras, todos debemos aprender a que convivan cuidados y protocolos con apertura de la actividad económica. La misma ciudadanía que cumplió ejemplarmente la cuarentena, le dijo también basta. Hay que ver si la gente -nosotros- estamos preparados para la nueva etapa. ¿El gobierno lo está?