Un golpe de estado supone la interrupción del orden constitucional vigente en lo que refiere al poder ejecutivo. Puede o no abarcar al Congreso y en general (no excluyente) tienen participación las fuerzas armadas. Así lo definió el politólogo Juan Pablo Jullier, Secretario del Observatorio de Política Internacional de la UCSF, en diálogo con El Litoral. “Básicamente el elemento clave es la disrupción de un mandato constitucional que no llega a concluirse” sostuvo.
Al cruzar la definición científica del término con la situación que atraviesa Bolivia, Jullier destaca que “el primer elemento es que se interrumpe un mandato que debía terminar el 1 de enero de 2020, cuyas elecciones no estaban sujetas a consulta o desestimadas”.
En este corte del orden institucional “existe una sugerencia de renuncia que es coactiva, ya que las fuerzas de seguridad y las fuerzas armadas no estaban subordinadas al ejecutivo”
En ese sentido, destacó la necesidad de tener en cuenta el marco en el que se da, con amenazas a familiares y quema de propiedades de dirigentes del MAS, y además señaló que “podría sumarse a este estilo de golpe la posibilidad de encarcelar a los dirigentes salientes, por eso la necesidad de exiliarse”.
“Esta imposibilidad de continuar con el gobierno y necesitar sí o sí renunciar para pacificar la situación de Bolivia, puede y debe entenderse como un golpe de estado en el que participan sectores de la sociedad civil y de las fuerzas armadas” afirmó el politólogo.
La situación de Chile: ¿crisis de legitimidad?
“Si, en Chile hay una crisis de legitimidad, creo que es el término correcto porque no es sólo Pïñera, es un problema del país” destacó Jullier. A su entender, esta es la razón por la cual los anuncios del presidente chileno no lograron pacificar a la sociedad.
El licenciado hace mención a la importancia de consensuar políticamente las reformas que la situación requiere, ya que son demasiado profundas para concretarse en un sólo mandato. “La deslegitimidad está dada en que se ha caído el acuerdo social que hay entre gobernantes y gobernados” señaló, haciendo hincapié en que la forma más clara de plasmar esos acuerdos es una reforma constitucional, sin olvidar que “modificar estas cuestiones va a requerir tocar intereses de personas muy poderosas en Chile”.
Asimismo, Jullier remarcó que la fuerza que tiene el pueblo chileno deviene del éxito que tuvieron como sociedad para generar una identidad colectiva.
Acerca el rol de nuestro país ante la crisis vecina, señaló que “le podría dar una buena mano a Chile en este momento, el país necesita un poco de ayuda internacional” ya que le está costando al Estado dar el primer paso; desmilitarizar, parar con la represión y de alguna manera empezar a suavizar y frenar la escalada. “No es una cuestión meramente de bondad, es también un poco egoísta. Si a la región le va bien, nos conviene” afirmó.
¿Está en riesgo la calidad democrática de Latinoamérica?
Al respecto, señaló que “en general, la calidad democrática es una materia bastante pendiente en América Latina. Me da cierta felicidad ver que como país estamos un poco más a la delantera en este aspecto, pero veo con preocupación lo de Bolivia porque es un retroceso, y ni hablar de Venezuela”.
Además, el Licenciado entiende que la calidad democrática e institucional es muy difícil de lograr en un subcontinente en el cual “el personalismo es la regla. Saber separar la persona del proceso político es un aprendizaje que sería muy bueno ir logrando”.
De esta manera, superar el personalismo y avanzar en la redistribución de las riquezas son para Jullier las dos grandes deudas de Latinoamérica en general.
Brasil y su alianza estratégica con la iglesia evangelista
“La iglesia evangelista tiene peso en la región y es peligroso porque son bastante extremistas en algunos planteos, no dejan lugar a la heterogeneidad y no permite que conviva más de una visión en un mismo momento” dijo Jullier, y aseguró que esa situación lo preocupa, sobre todo si estos lineamientos parten del aparato estatal.
“La asociación estratégica de Brasil entre el Estado y la Iglesia evangélica no me parece que sea algo deseable, sobre todo teniendo en cuenta que muchas de las grandes guerras del mundo han sido por cuestiones religiosas. Combinar religión con Estado ha probado no ser una buena idea, al menos en la historia” sentenció.
“Estados Unidos hace lo lógico, que es dar apoyo a aquellos países cuyos gobiernos son favorables a sus intereses. Hace lo que haría cualquier potencia, pedirle otra cosa sería al menos inocente” destacó.
Hoy en día, según el polótilogo, a nuestro país le conviene en Bolivia la continuidad de Morales o alguien de sus filas, algo que quizás no vaya de la mano con los intereses de EEUU. “Tengamos en cuenta que Bolivia tiene la reserva más grande de Litio más grande de la región y los recursos naturales son la piedra basal de EEUU; siempre está persiguiendo a aquellos países que tienen este tipo de riquezas”.
Nuestro país atraviesa una transición no sólo de gobierno sino de modelo. Para Jullier, los principales desafíos son domésticos: “me parece que Alberto Fernández representa lo más pragmático del peronismo, que ya es per se pragmatico. Se vienen tiempos de buenas relaciones con todo el mundo sin distinción de ideología” apreció.