Como muchos otros pueblos santafesinos, Ataliva es una típica comunidad hija de la oleada inmigratoria y de creación de colonias que se dio en nuestro territorio en la segunda mitad del siglo XIX. Ataliva, en el departamento Castellanos, fue fundada en 1884 (en un par de años cumplirá 140 años de existencia) y se encuentra hoy "tironeada" por el crecimiento de las dos pujantes ciudades cercanas: Rafaela -a 30 kilómetros- y Sunchales, a 18 (y unos cuantos menos si se encara por el central de tierra que va en línea recta). Es muy tentadora la tranquilidad y la escala de pueblo que Ataliva muestra a un puñado de minutos de ambas ciudades, y con la autopista de la 34 ya como una realidad cercana.
Sobre este y otros temas dialogamos con Marcelo Bergese, presidente comunal de Ataliva, quien es plenamente consciente de ese cambio y de ese proceso que, entiende, "nos debe encontrar atentos y preparados".
En medio, y gestionando su primer período al frente de la Comuna, siempre con pandemia, el pueblo se apresta a recibir una de esas mejoras estructurales que se dan muy de vez en cuando en una localidad de poco más de 2000 habitantes: la llegada de las cloacas, una obra que arranca ahora y que continuará el año próximo.
-¿Advertís un cambio en la conformación del pueblo en los últimos tiempos?
-Sí, claro. Ataliva tenía la característica (uno va viendo el cambio) de ser un pueblo típicamente rural de la pampa santafesina, con todas familias de descendientes de italianos y que obtuvieron sus terrenos a fines del siglo XIX. Nuestra zona es tambera por excelencia. Un pueblo de vivir comunitariamente y con mucho encuentro. La carneada, las patronales, las fiesta del chorizo...
Con la cercanía de dos grandes centros como Rafaela y Sunchales, más el mejoramiento de rutas, fue cambiando la fisonomía del pueblo. Hoy hay una nueva inmigración. A los de mi edad nos cuesta reconocer aquel pueblo que conocimos. Hoy estamos claramente en una transición y el desafío es estar preparado, entender y comandar desde la gestión comunal todos esos cambios para no perder el control ni la esencia.
Va cambiando la escala y nos suceden cosas que antes no nos pasaban. Puede haber algo más de inseguridad, algo más de vulnerabilidad, se transparentan mucho más las cosas y nos obligan a estar atentos y preparados.
-Es que Ataliva es tentadora, por su tranquilidad, con la cercanía a dos ciudades grandes que no paran de crecer…
-Precisamente por eso, diez años atrás, conscientes de que el crecimiento iba a venir, empezábamos a realizar una serie de ordenanzas y normas en cuanto a loteos, zonificación. Eran normas necesariamente restrictivas que tenían como finalidad generar un crecimiento ordenado. Y poder acompañar desde la comuna con los servicios. No nos sirve de nada lotear a dos kilómetros de la plaza si después no podemos llegar con los servicios. Así que estamos siempre tratando de mejorar las normas y ordenanzas. Lo más problemático es controlar y fiscalizar todo eso.
-¿Qué cosas pudieron hacerse, a pesar de la pandemia?
-Teníamos en la transición un plan de cinco cuadras de asfalto, de las cuales habíamos hecho tres. Me tocaba a mí terminar las dos cuadras restantes. Pandemia mediante, creí que no íbamos a poder finalizarlas, porque además dejamos de cobrar ocasionalmente la contribución de mejoras, en el momento más álgido, en 2020. Pero pudimos terminarlas.
También comenzaron a aparecer tímidamente los convenios en distintas áreas, por ejemplo con Vialidad Provincial. Se portaron muy bien, y empezamos a trabajar en el mejoramiento de caminos y calles de tierra (en este caso, mejorando con ripio unas veinte cuadras del pueblo).
Suscribimos un convenio con la Nación, con el programa "Argentina hace" y en ese marco hicimos cuatro cuadras de cordón cuneta, también con ripio.
Tenemos un Incluir a punto de comenzar con la provincia, para más cuadras de cordón cuneta, veredas, y algunos reflejos de asfalto que nos están quedando en las calles laterales a la avenida principal. Así que toda esa actividad vino de la obra pública.
Con la provincia y con Vialidad suscribimos uno de los primeros programas "Caminos de la ruralidad", con 14 kilómetros de caminos en nuestros campos. Tenemos unas 14 mil hectáreas en nuestro distrito con más de cien kilómetros de caminos rurales. Los destinados a producción diario, son unos 45 kilómetros.
-¿Cuáles son los desafíos para el segundo mandato?
-Creo que en la medida que siga el plan de vacunación y ataje nuevas cepas o variantes, uno cree que estas flexibilizaciones que estamos viendo, puedan sostenerse. Tengo la expectativa de gestionar sin pandemia. Quedarán programas pendientes que se están iniciando este año.
El más importante, sin precedentes en la región, es que vamos a tener cloacas. La Provincia, con buen criterio, hizo caso a nuestro pedido de hace más de diez años. La obra tiene un período de ejecución de entre 8 y 9 meses. Quiere decir que esa obra, que arrancará seguramente este mes, va a tener continuidad el año que viene.
-No se da siempre, pero debe ayudar que ahora cuentan con sintonía plena en el departamento, en la Provincia, en la Nación. Puede agilizar gestiones que estén políticamente alineados…
-Sin lugar a dudas, sí. Por supuesto, hay que gestionar en cualquier tiempo y con cualquier signo político. Nosotros, desde que formamos la Unión Vecinal, nunca preguntamos el color político de sus integrantes, pero quienes estamos transitando por la cabeza de este grupo tenemos un alineamiento, y encontramos mucha colaboración, apoyo y comprensión y eso no se puede negar. Hoy, estamos felices, porque nuestro pueblo, con casi 140 años de vida, tendrá cloacas. Es una mejora sustancial en la calidad de vida de todos.
Marcelo Bergese formó parte del equipo que viene comandando la comuna desde hace doce años. Y ni bien comenzó su primer mandato en reemplazo de Fabio Sánchez (hoy a cargo del Distrito VII de Vialidad Nacional), lo sorprendió, como a todos, la pandemia.
"Estaba empezando a encontrar mi lugar en la comuna, acomodar mis cosas, encontrar papeles y dónde guardarlos (especialmente todo lo que refería a la larga gestión de Fabio Sánchez, a quien tuve el gusto de sustituir) y, bueno, nos cayó la pandemia. Y no estaba preparado, más allá de que nadie estaba preparado. En mi caso, recién iniciaba la gestión. Y si bien yo acompañé los doce años de la gestión anterior de Unión Vecinal, ya sea como vicepresidente o como tesorero, no es lo mismo estar al frente de la gestión, donde la responsabilidad es central e ineludible. Así que hubo que adaptarse rápidamente, acomodar cuestiones y diseñar una estrategia para enfrentar la situación.
Todo era nuevo y yo quería ponerle mi sello a la gestión y estaba encaminado hacia eso, pero hubo que cambiarlo todo".
-¿Y cómo le fue a Ataliva con la pandemia?
-Tuvimos un primer momento bastante paranoico, con barricadas y control de ingreso, pensando que así no iba a entrar el virus. Y empezamos cabalmente a entender el asunto a partir de tener los primeros casos. Así que se puso el acento en la contención, estando muy atentos y muy encima, por suerte en nuestro caso con la colaboración de dos médicos en nuestro Samco local y la comprensión de la comunidad. Somos un pueblo chico aún y eso facilitó que pudiéramos cumplir de manera férrea la cuarentena.
Esperamos que las cosas cambien. De estas experiencias uno debe salir necesariamente fortalecido y aprendiendo algo. Escuela forzosa, hemos ido aprendiendo. Superada esta instancia, uno cree que puede estar a la altura de los desafíos. Cuento con ello con un gran equipo de trabajo y el acompañamiento de los vecinos y en eso nos apoyamos.