Juan Franco
La localidad más populosa del departamento General López celebra este martes 26 de abril sus 138 años. Se esperan anuncios, inauguraciones, y también el justiciero reconocimiento de las épocas de la fundación, cuando todo estaba para hacerse, a fines del siglo XIX. Los historiadores regionales Roberto Landaburu y Mauro Bertozzi brindan sus versiones de aquellos episodios.
Juan Franco
Con motivo del 138° aniversario de la fundación de Venado Tuerto, El Litoral acudió a dos historiadores regionales, Roberto Landaburu y Mauro Bertozzi, los cuales, con su particular enfoque historiográfico, priorizaron aspectos clave de la época de organización del paraje sureño y el arribo de los primeros pobladores.
Según narra Landaburu, “la inmigración de ultramar dio comienzo con los remates de campo que efectúa Eduardo Casey por los años 1881 y 1883. El primero de ellos consistió precisamente en el remate de los Campos del Venado Tuerto, una inmensa extensión de tierras de 72 leguas cuadradas ubicadas en el extremo sur de la provincia de Santa Fe, antes conocido como Departamento Rosario, actualmente Departamento General López”.
“En forma casi inmediata, Casey compra y remata, en 1883, una fracción lindante hacia el oeste con la otra, de 100 leguas de campo, y muchas de estas fracciones quedaron ubicadas en la vecina provincia de Córdoba. Fue llamado el remate de los Campos del Loreto. Luego, Casey logra que el 1 de junio de 1883 la Provincia de Santa Fe establezca por decreto el Distrito de Venado Tuerto y se nombre como primer juez de Paz a don Alejandro Estrugamou”, destaca el autor de "Vascadas", acotando que después de arduas discusiones, y tras una consulta al Archivo Histórico de Santa Fe, en octubre de 1964, el Concejo Municipal establece como día de la fundación el 26 de abril de 1884, coincidente con la fecha de aprobación de los planos del nuevo poblado.
“Casey, que deseaba poblar la comarca, estableció un servicio de galeras entre Pergamino, que era punta de riel, con el Venado Tuerto. Y por ese medio arribaron los primeros pobladores del Venado Tuerto. Muchos irlandeses venían a ocupar sus fracciones de campo en la llanura despoblada arriando sus majadas de ovejas desde Lobos, Montes, Mercedes, Navarro, buscando como punto de referencia la laguna de Melincué y de allí torcer al suroeste”, describe Landaburu.
Hasta que en 1890, “la llegada del tren modificó totalmente el poblado, que dejó de ser un rancherío para transformarse en un poblado pujante”, señala el abogado y escritor. Y amplía: “La inmigración de ultramar llega en oleajes imparables a poblar ‘la América’, y se desparraman por la pampa húmeda (…) Llegan en verdaderas camadas, italianos, españoles, árabes y de todas las nacionalidades, que van bajando hacia el interior alquilando fracciones de campo y creando la figura señera de la que provenimos muchos de nosotros, que son ‘los chacareros’. Otros tenían profesiones adquiridas y surgen negocios de distintas facetas. La pampa -continúa- se pobló de chacras, con humaredas y sembradíos de trigo, lino y maíz, que van dándole otra característica a la llanura indómita que habían conocido nuestros hermanos indios y criollos. A la vera de las vías del ferrocarril se van creando las estaciones férreas y en la mayoría de los casos los pueblos que surgían”, detalla sobre esos primeros tiempos.
Por su parte, Mauro Bertozzi hizo referencia al “linaje fundacional de estas tierras”, basado en el censo de 1887, que registró una población de 1.616 personas en el trazado principal del pueblo, que abarcaba las 100 manzanas trazadas por el agrimensor Ralph Warner, seguido por las quintas, chacras y estancias. Para más datos, precisa que 1.338 eran argentinos y 278 extranjeros, "lo que tira por la borda que este lugar fue habitado por una mayoría de extranjeros". Y agrega: “La historia parcial sólo recuerda esos irlandeses, ingleses, alemanes, belgas, entre otros, como los amigos y socios de Edward Casey O’ Neill, iniciadores de las primeras estancias y emprendimientos”.
Pero volviendo a los criollos o nativos del lugar, que fueron declarados argentinos, “ya habían sucedido en los primeros años pequeñas migraciones de familias, personas solas, tanto mujeres como hombres, de provincias como Santiago del estero, Córdoba, San Luis, Buenos Aires y de todas las regiones que limitan con Santa Fe, incidiendo éstos en el resultado estadístico. El dato que derriba mitos y leyendas -prosigue- es que las provincias limítrofes aportaron 1.257 habitantes (93,9%), mientras que de otros puntos de Santa Fe sólo habían llegado 81 personas (6,1%). Además, la real dimensión de la colonia primaria se puede ver en un alto porcentaje de habitantes en la zona rural: 1.411, y 205 en el trazado urbano”, subraya Bertozzi.
Hacia 1887, las ocupaciones por lo general estaban relacionadas con los trabajos rurales y también con los nuevos trabajos urbanos. “En una colonia donde todo estaba por hacerse, predominaron los oficios en la construcción de lo que sea. Pero también existían otras necesidades que fueron cubiertas con trabajos domésticos más orientados al género femenino, tales como cocineras, planchadoras, costureras, lavanderas, pulperas, carreras, jornaleras, peones rurales, comerciantes y maestras, que fueron sostenidas por un ejército de mujeres madres, con sus hijas, algún entenado o mujer arrimada, como se les decía a las nómades”, enumera el autor de “Linaje francés en la pampa”.
Y completa: “Había foráneas, pobres, analfabetas y a disposición de las tareas domésticas para poder sobrevivir, pero también estancieras, maestras, comerciantes y empleadas de los primeros emprendimientos. Dos grandes grupos que se complementaban para poder iniciar el orden primario de la precaria colonia de Venado Tuerto y posterior llegada del nombramiento del pueblo”.