Ignacio Pellizzón | [email protected]
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La reactivación económica de Rosario vuelve a exponer viejos problemas con los que la ciudad lidiaba previo a la irrupción del Covid-19. Los problemas de movilidad, lejos de subsanarse, se agravaron por la pandemia. Los meses de encierro y el boom del teletrabajo, disminuyeron obligadamente la circulación, llevando a una crisis del Transporte sin precedentes. Pero al retomar la urbe lentamente su pulso habitual se reflotan discusiones estancadas. Tal es el caso de la construcción de cocheras subterráneas.
Cuando el tema se puso en agenda, tenía su fundamento en el fuerte incremento del parque automotor y la falta de espacio para poder circular y estacionar. Esto motivó que la discusión pasara a tomarse en serio como una alternativa para solucionar el colapso que estaba atravesando la ciudad en la temática.
Previo al Covid, un informe oficial arrojaba que la cantidad de autos en Rosario entre 2007 y 2017 había aumentado un 66%. La abultada cifra arrojaba que había más de 700 mil coches registrados, lo que permitía fácilmente hacer el cálculo de que había, por lo menos, un auto por persona.
Con datos más actualizados, un informe de la consultora P&G, de Pablo Olivares y Gonzalo Saglione, da cuenta de que en la provincia de Santa Fe se registraron en todo el 2021 un total de 37.108 autos. Aunque lejos está del pico registrado en 2017, con una suma de 74.199 patentamientos, los números al cuantificarlos en vehículos circulando se notan y mucho.
La discusión de si cocheras subterráneas sí o no, nunca se zanjó. Ahora, con un nivel de reactivación social y económica que expone potentes conflictos en el sistema de movilidad, sumado al auge migratorio de rosarinos y rosarinas que se van a vivir a localidades vecinas, pero que vuelven todos los días a trabajar en auto a la ciudad, cabe realizar un racconto de qué pasó con una de las iniciativas que más se discutió, pero que nunca prosperó.
Lo último que se sabe al respecto data de junio de 2016, cuando la segunda prórroga de la licitación para construir una cochera subterránea debajo del edificio del Distrito Centro, en calle Wheelrigh y Paraguay, quedó sin interesados. Sin embargo, el tan conflictivo proyecto “hoy sería un alivio” para una ciudad colapsada por el parque automotor, señaló a El Litoral el ex concejal macrista, Roy López Molina, autor de la ordenanza municipal 9145 que regula las cocheras subterráneas.
El masterplan siempre buscó la construcción de cocheras en zonas neurálgicas, de modo de descomprimir corredores atestados de vehículos que generan malestar en los conductores, transeúntes, usuarios de servicios públicos, vecinas y vecinos. Con la creciente circulación, se vislumbra que persiste la misma molestia y por los mismos motivos.
Desde un primer momento, la Municipalidad fue a la carga para generar tres nuevos espacios de cocheras subterráneas: Plaza del Foro (frente a Tribunales), Distrito Centro y Plaza Sarmiento.
Rápidamente quedaron descartadas las iniciativas para la construcción debajo de las plazas, producto de las quejas y la advertencia de ambientalistas y ecologistas, que entendían que se afectaba de forma directa el medioambiente de los espacios públicos, tan valorados por los rosarinos, como supo suceder con la histórica cochera en la Plaza Montenegro, que terminó convirtiéndose en un espacio seco.
Solamente había quedado en pie la licitación del Distrito Centro, la cual tuvo muchos inconvenientes para encontrar oferentes que se quisieran hacer cargo de competir por los pliegos. Esto sucedió principalmente bajo el argumento de los empresarios que decían: “La escala de ingresos proyectada con el alquiler de las cocheras no permite un retorno de la inversión en un plazo razonable, aún con la posibilidad de explotar ese servicio por 25 años”.
El Concejo había aprobado en marzo de 2015 la construcción de dos cocheras subterráneas en Rosario, que permitirían sumar unos 560 nuevos espacios para autos. La Plaza del Foro, en Oroño y Pellegrini, y el entorno del Distrito Centro, habían sido los espacios elegidos donde se iban a construir las cocheras con una inversión aproximada de 76 millones de pesos y la construcción demandaría alrededor de 18 meses, siempre a valores de aquellos años.
La única modificación que planteó el cuerpo -cuyo proyecto fue enviado por el Ejecutivo municipal en noviembre de 2014- fue que el canon, que estaba fijado inicialmente en 40 mil pesos mensuales, se elevara a 50 mil, al tiempo que se mantuvo el plazo de 25 años de concesión para la empresa que resulte ganadora.
La tarifa no estaría regulada, pero se exigiría al concesionario que cada 15 minutos haya disponible una combi gratuita para que los automovilistas puedan trasladarse al centro de la ciudad sin su vehículo.
Las cocheras se iban a construir, finalmente, debajo de la estación de trenes Rosario Central. Esto generó que la Asociación “Amigos del Tren”, junto con ambientalistas, se opusieran rotundamente en pos de preservar la infraestructura ferroviaria (cuatro vías) y de proteger la ecología.
El conflicto derivó nuevamente en el Concejo Deliberante, donde se encomendó un pedido de informe, impulsado por el edil peronista Eduardo Toniolli –hoy diputado nacional-, para que la Justicia Federal determinara si había riesgos de afectar una posible reactivación del sistema ferroviario.
Además, al mismo tiempo, la comisión de Urbanismo del Colegio de Arquitectos de Rosario había pedido “modificar” el proyecto para conservar el material ferroviario.
El proyecto -para construir los estacionamientos en el Distrito Centro- se quedó sin interesados, por ende, la licitación fracasó y la iniciativa se estancó. Habrá que esperar y ver si la idea se puede reflotar en busca de una solución integral al boom del parque automotor en la ciudad que, pese a la pandemia, no logra solucionar el conflicto inicial: cómo ordenar la movilidad en Rosario.