Ignacio Pellizzón | [email protected]
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La bajante que vive el río Paraná es la mayor en los últimos 50 años y bate un record histórico. Pese a la incorporación de más bombas de extracción de agua y la renovación de los equipos por parte de Aguas Santafesinas, la situación se sigue complejizando y empieza a influir en el suministro de agua potable, pero también afecta a varios sectores económicos como la actividad náutica, que atraviesa un momento dramático.
Entre el domingo y el lunes, a la altura del puerto de Rosario, el río perdió casi 20 centímetros, midiendo apenas 0,18 centímetros de altura. Este martes llegó a 0,15 centímetros, superando los registros de noviembre pasado, cuando midió 0,17 y marcó el nivel más bajo de los últimos 50 años.
Sumado a que todavía se sostienen las restricciones para navegar, la sequía del río no permite que las guarderías puedan operar con normalidad. “La situación no está para nada bien, está complicada, porque tenemos la mayoría de las caletas inactivas”, aseguró a El Litoral, Jorge Pinilla, miembro de la Cámara Náutica de Rosario.
Aunque la mayoría de las guarderías “están realizando un esfuerzo tremendo” para poder realizar los dragados, “se están pasando los límites pronosticados”, con lo cual el futuro es de pura incertidumbre para el sector.
Uno de los problemas que retrata Pinilla es que muchos espacios no pueden bajar embarcaciones al agua por las restricciones, con lo cual “tampoco pueden alojar nuevas”. Esto provoca que muchos titulares de embarcaciones opten por irse y otros por mermar el pago de la cuota, ante la falta de uso.
Se estima que en Rosario hay unas 30 mil embarcaciones y una cifra similar entre botes y kayaks. El boom de la actividad viene in crescendo en los últimos años, generando que la ciudad se convirtiera en una de las más explotadas en materia náutica.
“Es un momento muy complejo”, aseguró el referente de la Cámara, porque “esta es una época baja para el sector, que suele ser propicia para que los dueños de embarcaciones grandes puedan realizar mantenimiento y demás, pero en este contexto se dificulta”.
Si bien se espera que la bajante se sostenga, desde el sector esperan que después del 25 de este mes “se habilite la navegabilidad”, para poder generar movimiento en la actividad y tratar de “reactivar” la rueda que hoy está muy trabada, explicó.
A su vez, hay otro hecho que golpeó fuerte al mercado náutico y que lo mantiene malherido. “La comercialización está prácticamente cerrada, porque si bien el verano apuntaba a ser una época de mucha venta de lanchas y demás dado que muchas personas no se fueron de vacaciones y apostaron a invertir en el río, no pudimos concretar muchas ventas”, aseveró Pinilla.
Y siguió: “Resulta que no nos permitían importar motores. Esto fue bastante caótico durante todo el verano pandémico. De hecho, aún hay productos que no pudimos entregar porque estamos a la espera de los motores”.
Desde hace más de dos años que la bajante del río Paraná se sostiene sin signos de recuperación. Ante la falta de lluvias en los países limítrofes del norte, la cuenca se sigue secando y las autoridades ya advierten que habrá que tener un “uso responsable” en el consumo del agua en Rosario de cara al futuro.
Según explicó a El Litoral el gerente de relaciones institucionales de Aguas Santafesinas (Assa), Guillermo Lanfranco, “la situación es complicada porque se está viviendo la mayor bajante histórica del río desde que se tiene registro desde 1884 en la ciudad de Rosario y nunca habíamos tenido una situación de estas características”.
De hecho, “tampoco en la cantidad de tiempo que la venimos sufriendo”, señaló y agregó: “Hace más de dos años que se mantiene constante el río por debajo de sus niveles, cuando por lo general se mantiene durante tres meses. Estamos ante un comportamiento distinto del río, es como si fuera otro y no el que conocíamos”, expresó Lanfranco.
Entre las medidas que están tomando para evitar caída en el suministro de agua potable, se están enfocando en la “captación de agua”, porque los equipos de bombeo demandan mayor esfuerzo ante este contexto, por ende, son propensos a mayores roturas y pierden capacidad de rendimiento.
Por eso, frente a esto “estamos incorporando más equipo de bombeo, reemplazando algunos antiguos por otros modernos. Son procesos que demandan tiempo, hay que modificar estructuras y mientras tanto estamos con esta alerta de que en las próximas semanas podemos llegar al récord más bajo de altura del río”, puntualizó el representante de Assa.
Actualmente la empresa cuenta con siete plantas potabilizadoras desde Reconquista norte hacia Rosario al sur, sobre la cuenca del Paraná. “En unas cinco de estas plantas necesitamos tomar medidas”, pero sin dudas la que mayores dificultades puede enfrentar “es la planta más grande que tenemos que alimenta a la ciudad de Rosario y localidades vecinas”, destalló.
Si bien incorporaron una nueva bomba y están trabajando para sumar más equipos, sucede que la producción tiene un límite. “Por ejemplo, si yo produzco 100 y la demanda es de 120 o 150, nunca voy a poder atenderla. En ese sentido, estamos pidiendo que haya un uso responsable y solidario del servicio y evitemos los usos secundarios”.
Los pronósticos del Instituto Nacional del Agua (INA), que siguen el comportamiento de la cuenca, no son buenos. Desde allí señalan que por lo menos hasta el verano “vamos a tener pocas lluvias”, porque el problema justamente es que no llueve en Brasil, Bolivia, Paraguay, por lo tanto, los ríos no se alimentan del agua que necesitan.
“Nosotros no prevemos un escenario en el que no podamos producir agua. Sí, eventualmente, en una situación muy extrema, puede darse que no tengamos la cantidad suficiente de agua. Eso se reflejaría en tener menor presión en el servicio, pero no una ausencia. Estamos trabajando para que esto no suceda”, concluyó Lanfranco.