La presencia de aves rapaces en la zona urbana de Venado Tuerto es cada vez más visible.
Mauro Príncipe, cetrero y especialista en aves de presa, confirmó que gavilanes, chimangos y caranchos ya habitan distintos barrios. Asegura que no representan un peligro y colaboran con el control de plagas.
La presencia de aves rapaces en la zona urbana de Venado Tuerto es cada vez más visible.
Gavilanes mixtos, chimangos, caranchos e incluso especies menos conocidas como el taguató ya habitan espacios verdes, bulevares y zonas periurbanas de la ciudad. Mauro Príncipe, especialista en cetrería, aseguró que este fenómeno es parte de un proceso más amplio de adaptación de la fauna silvestre a las grandes urbes.
“Están apareciendo con mayor frecuencia porque las ciudades les ofrecen dos cosas fundamentales: comodidad y abundancia de alimento”, explicó Príncipe. “En Rosario, en pleno Parque Independencia, hay dos familias de gavilanes mixtos que crían hace años. Y en Venado Tuerto ya se los puede ver cazando por ejemplo en Alem entre Sarmiento y Rivadavia”.
La llegada de estas aves no es casual. Según Príncipe, el gavilán mixto –una rapaz cazadora de tope en la cadena alimenticia– elige las ciudades porque allí encuentra presas abundantes, como palomas, cotorras y ratas.
“Tienen ciclos reproductivos lentos, pueden vivir más de 20 años, pero solo alcanzan la madurez sexual a los 5 o 6. Por eso, cuando encuentran un entorno favorable, se quedan, crían y sus crías colaboran en la crianza de nuevas camadas”, detalló.
Aclaró además que, aunque su presencia sea cada vez mayor, no se verá una “invasión” de aves. “No tienen una reproducción masiva. La naturaleza es muy exigente con los depredadores. Solo prosperan si hay suficiente comida. Si hay escasez, directamente no se reproducen”.
La urbanización les facilita el acceso a lugares aptos para nidificar. “Son aves nidícolas, que hacen sus nidos en espacios verdes. Cualquier plaza o parque les sirve, y si tienen comida cerca, no se van”, explicó.
En Venado Tuerto, se los ha visto en el Parque Municipal General Belgrano y en el entorno del Colegio Nacional, donde incluso algunos caranchos se muestran muy habituados a la presencia humana.
“Estas aves les tienen más miedo a los perros que a las personas. No es que sean aves domesticadas, pero ya no nos ven como una amenaza”, afirmó.
Ante el temor de algunos vecinos por la aparición de estas aves, Príncipe fue claro: “No representan un riesgo para las personas. No transmiten enfermedades porque tienen un sistema inmune altísimo, muy diferente al de aves como las palomas. Y en cuanto a ataques, si no te acercás a un nido, no pasa nada. A lo sumo pueden hacer un vuelo disuasorio si se sienten amenazadas”.
Por eso, recomendó que, ante cualquier hallazgo de un ave herida o caída, se comunique con el Instituto Municipal de Salud y Convivencia Animal (Imusca), ya que la manipulación requiere experiencia y equipamiento. “Tienen garras como puñales. No se pueden agarrar con la mano desnuda”, advirtió.
Si bien estas aves ayudan a controlar poblaciones de palomas, no pueden hacerlo de forma masiva. “Donde viven, sí se nota una merma, porque las cazan. Pero la paloma doméstica no es autóctona, vino de Eurasia y se reproduce sin control. Una pareja de gavilanes no puede con toda una plaga urbana”, dijo.
De hecho, existen experiencias puntuales de uso controlado de aves rapaces para reducir plagas, como el “hacking” en Mendoza con halcones peregrinos. Sin embargo, Príncipe advirtió que son técnicas costosas y difíciles de aplicar a gran escala.
“Criar aves rapaces es extremadamente complejo. Hay solo tres criadores legales en todo el país, y todo el proceso está estrictamente regulado”, explicó.
El especialista recordó que además del gavilán mixto, en la zona pueden observarse otras especies como el chimango, el carancho y el taguató, también conocido como gavilán caminero. “En su fase juvenil tienen plumajes muy similares, por eso a veces se los confunde”, señaló.
“Estamos en un momento en el que la naturaleza empieza a convivir con lo urbano de formas impensadas hace algunos años. Estas aves no solo no representan un problema, sino que cumplen un rol clave en el equilibrio del ecosistema. Y su presencia es también una oportunidad para educarnos y aprender a observar”, concluyó.
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