Hacia fines de Siglo XIX se erigió un puente en el norte santafesino, de construcción modesta pero de una gran utilidad para el paso de carros y carretas que fueron protagonistas de las grandes transformaciones sociales y económicas de la época.
Fue construido a fines del Siglo XIX en el arroyo Malabrigo, en jurisdicción de la localidad de Romang (dpto San Javier).
Hacia fines de Siglo XIX se erigió un puente en el norte santafesino, de construcción modesta pero de una gran utilidad para el paso de carros y carretas que fueron protagonistas de las grandes transformaciones sociales y económicas de la época.
De su existencia anterior y posterior a 1887 no quedaron testimonios. En el archivo de diario El Litoral apareció una sola referencia, una fotografía que nos muestra que 41 años antes de que en Santa Fe se levantará el puente Colgante, ya existía sobre el arroyo Malabrigo, en jurisdicción de Romang, un modesto puente de madera de 47 metros de largo y 5 de ancho, construido mediante el sistema de tablero colgante, es decir, que su estructura estaba sostenida por cables anclados a tierra sobre dos pórticos en ambas cabeceras.
Este remoto puente de antaño pertenecía a los hermanos Piazza y habría costado 6000 pesos de los de entonces. Hay que retroceder en el tiempo para situarnse ante la vista de este solitario puente en la agreste zona donde estaba emplazado, reconstruir esta parte de la historia santafesina, a fines del siglo XIX, en buena medida es pensar en aquella masiva inmigración europea y las transformaciones económicas que atravesó la provincia de Santa Fe.
En medio del silencio circundante, no exento de peligros, un puente colgante debió ser todo un alarde del ingenio y la audacia constructiva de aquellos hombres y mujeres. Tal vez su existencia haya sido prolongada, tal vez no; quizás su desaparición fue determinada por alguna crecida excepcional en el valle aluvial del Paraná y cayó arrastrado por algún embalsado de camalotes. Lo cierto es que la fotografía hallada en el archivo permite reconstruir una escena y saber que allá lejos y hace tiempo, existió en una parte de la campiña santafesina, sobre un arroyo rumoroso y bravío, un puente colgante que es el antecedente remoto de ese coloso de acero que preside el discurrir de las aguas de la Setúbal.
Es posible que este modesto puente, que soportaba la carga de carros y carretas, sea un híbrido, es decir, de gran utilidad pero también de una precaria condición. Esta fotografía puede ser una señal del pasado, que nos muestra lo que estaba por venir y lo que irremediablemente estaba dejando atrás la Argentina moderna en aquellos años de grandes transformaciones.
La fundación de Esperanza en 1856 dio inicio al proceso de colonización agrícola en la provincia de Santa Fe. Las colonias se establecieron primero en el centro-oeste de la provincia y luego en los territorios del norte, que fueron incorporados por las campañas militares al Gran Chaco que consolidaron al norte las fronteras provinciales. Colonia Ella, conocida por todos actualmente como Malabrigo, fue fundada en 1897 por Federico Carlos Sigel, al noreste provincial, en cercanías de una de las estaciones del Ferrocarril General Belgrano.
El norte provincial no era una región de misterio en cuanto a su riqueza natural. Las explotaciones de bosques fiscales hechas clandestinamente, que fueron prohibidas en 1878, para crear un régimen de arrendamiento, motivó el interés de colonizadores e industriales con capital argentino para efectuar ese tipo de explotación, especialmente la del quebracho y otras maderas duras. La colonia Romang, fundada en 1873 era considerada como una agrupación de obrajeros, allá había quebracho, ñandubay, guayacán, algarrobo, a pocas leguas de Vera y de las tierras boscosas de La Forestal aquellos asentamientos que prestaban a la poderosa "The Forestal Land, Timber & Railways Co." ("La Forestal"), el trust británico dedicado a la extracción de tanino y a la explotación de madera del quebracho colorado y que poseía en el norte santafesino la propiedad de casi dos millones de hectáreas.
Este notable movimiento colonizador tuvo en el ferrocarril una herramienta eficaz y se le dio un impulso tal, destinado a multiplicar la construcción de ramales, que pronto se denominó a ese proyecto como "fiebre ferroviaria". Según el censo provincial de 1887 bajo el gobierno de José Gálvez y la dirección de Gabriel Carrasco, la extensión de las líneas férreas en la provincia de Santa Fe era de 267 kilómetros, que correspondían a empresas particulares y al Estado santafesino. Ese mismo año, el censo registra dentro de la provincia el movimiento de 689.027 pasajeros y el transporte de 369.008 toneladas de cereales.
En 1863 comienza el tendido de los rieles del Ferrocarril Central Argentino de Rosario a Córdoba, los cuales finalizaron en 1870. En 1885 fue librada al servicio público la línea del Ferrocarril de Santa Fe a las Colonias, propiedad del gobierno provincial, que partiendo de la Capital llegaba a San Cristóbal con ramales hacia San Carlos, Gálvez, Coronda y Humboldt. Otras tres líneas iban de Pilar a Córdoba, de Humboldt a Soledad y de Santa Fe a Reconquista. Otro ramal muy importante, perteneciente al Central Argentino, vinculaba a Sunchales con Buenos Aires, pasando por Rosario. También propiedad del gobierno provincial era la línea del Oeste Santafesino, que unía Rosario con San José de la Esquina y Colonia Juárez Celman (Córdoba) con un ramal de Casilda a Melincué, Venado Tuerto y Rufino. Completaba el cuadro el ferrocarril de Villa Ocampo que enlazaba los obrajes de quebracho de la zona con el puerto situado sobre el río Paraná. En todas estas líneas estaban en uso 184 locomotoras, 148 vagones de pasajeros y 3000 vagones de carga.
Para finalizar con este breve recuerdo a los medios de transporte de fines del siglo XIX, por aquellos años rodaban por calles y caminos de la provincia 20.066 vehículos de tracción a sangre, casi uno por cada diez habitantes. Según el censo provincial de 1887, había 10.564 carros y carretas de cuatro ruedas, 5.525 carros de dos ruedas, 2.060 coches, volantas de cuatro ruedas y 1.824 jardineras, tilburis de dos ruedas El departamento Las Colonias poseía la cuarta parte de ese total, por su gran riqueza agrícola y las transformaciones sociales que desencadenaron una fructífera actividad industrial y comercial que hace necesaria los medios de transporte. Como dato comparativo e ilustrativo, la provincia de Buenos Aires para esa misma época poseía 28.104 vehículos con una población de 526.000. habitantes.
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