Gustavo Capeletti | [email protected]
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En la zona de Villa Ocampo una decena y media de bomberos, más personal del Ejército y Protección Civil, y numerarios municipales, trabajan contrarreloj para sofocar cinco grandes focos de incendios en la zona del humedal Jaaukanigás, el ecosistema de gran biodiversidad que se extiende en el noreste de la provincia de Santa Fe.
Hora tras hora el panorama se vuelve más dramático ante el recrudecimiento de las llamas que devoran todo a su paso, avivadas en buena medida por la sequía reinante y, sobre todo, por el persistente viento sur que desde la tarde del lunes sopla sin cesar por estos lares.
Se calcula, en base a estimaciones de Bomberos de Villa Ocampo, que solo en esa zona se consumieron más de 4.000 hectáreas en la zona ribereña, con el consecuente daño ambiental que todavía es difícil de cuantificar por la inusitada magnitud alcanzada.
El jefe de la agrupación bomberil ocampense, Silvio Jaime, dijo a MIRADOR PROVINCIAL, que “se activaron más grandes los frentes con el viento el sur, el objetivo que era cubrir 5 kilómetros de zona afectada fue cumplido con las brigadas que trabajaron el lunes. El martes salimos a mañana para trabajar en otros focos. Hay para varios días más de trabajo”.
Eso en cuanto a los humedales, pero en la “zona de pastos, rural y semiurbana hay focos grandes como el que combatieron bomberos de Florencia y Las Toscas en la zona de El Rabón que afectó a una estancia de más de 200 hectáreas”, aseveró.
Remarcó que “todo está en zona roja, porque el viento rotó para el lado sur”, y agregó que, además, en la zona de la Cuña Boscosa hay incendios de grandes proporciones.
Sobre la cantidad de superficie dañada hasta el momento, refirió que “lógicamente que es estimado, habría que hacerlo con un satélite, pero unas 4.000 hectáreas se van quemando, y siguen quemándose”.
Consultado por las causas de los incendios, Jaime estimó que es “difícil de comprobar” pero de acuerdo a su experticia se pueden atribuir a tres factores: “La quema indiscriminada de campos por parte de productores; la caza furtiva donde van y queman un pastizal para sacar los carpinchos, por ejemplo, y se les va la mano; y la gente dañina que va y prende fuego”.