Desde hace 35 años, Ramona Romero encuentra en la huerta su oficio, su mayor pasión y, también, su cable con el mundo. Es una más del centenar de personas que en Carreras se dedica a este rubro, comparte lo que produce y también lo que sabe.
Desde hace 35 años, Ramona Romero encuentra en la huerta su oficio, su mayor pasión y, también, su cable con el mundo. Es una más del centenar de personas que en Carreras se dedica a este rubro, comparte lo que produce y también lo que sabe.
Literalmente, más de la mitad de su vida la dedicó a trabajar la tierra, algo que aprendió mientras trabajaba en el Centro Comunitario del Barrio Martín Fierro, en su Vera natal. "Es una ciudad próspera, pero se gana poco. Yo trabajaba de empleada doméstica y en el salón comunitario ad honorem, donde crie a mis hijos. No tenía sueldo, pero la comida para mi familia era gratis", recordó.
"Me recibí de promotora comunitaria y con el resto de las personas que nos formamos, nos repartíamos e íbamos todos a capacitar por barrios y formar personas en la huerta. La gente empezó a involucrarse. Se gestionó el programa ProHuerta del INTA, yo empecé en simultáneo a preparar el terreno en mi casa donde la gente iba a ver y el 'boca a boca' que siguió fue mi comienzo", dijo.
Ya ni bien llegada a Carreras, empezó a compartir sus experiencias con otros vecinos y desde entonces es la cara visible de la huerta que hoy se encuentra en el patio del Centro Cultural. En ese lugar, todo lo que se produce se vende para comprar variedades de verduras que no hay, proveer al comedor de lo que necesite y colaborar con el Hogar de Ancianos.
Actualmente, además de coordinar y asistir a más de 100 familias a través del Programa ProHuerta, trabaja junto a un asistente cuidando todo lo que hay disponible: achicoria, acelga, rúcula, lechuga, tomate, cebolla, brócoli, albahaca, aromáticas, perejil, rabanitos, remolacha, entre otras variedades. Remarcó que se enfoca mucho en recolectar semillas para enseñar a los huerteros que deben aprender a cultivar y guardar las propias, para no depender siempre de los programas de asistencia.
"Ahora queremos comprar semillas y una media sombra para armar y cubrir la estructura de un invernadero. Ahí tengo idea de que haya plantines de frutales, para no solo poner hortalizas. Quiero que regalemos la mitad de lo que se produzca como incentivo a los huerteros y, si hay excedentes, vender a precios económicos", amplió.