Sebastián: el perrito "comunitario" de San Jorge que tiene su propio monumento
No tenía dueño y la ciudad entera lo “adoptó”. Visitaba clubes, escuelas, edificios públicos y plazas, donde recibía el cariño de chicos y grandes. En las misas, solía acompañar al cura en la procesión y dormía en el altar. Falleció en 2003 atendido por una vecina. Tiene un monumento en la plaza San Martín y poemas dedicados a su memoria.
Gentileza Vanina Milanesio Sebastián el perrito callejero que logró conquistar todo un pueblo y tiene un monumento en su honor. Una historia que vale la pena recordar en el Día del Animal.
Cualquier vecino de la ciudad de San Jorge que tenga más de treinta años puede contar alguna anécdota o evocar alguna vivencia vinculada con Sebastián. Es que este perrito se ganó el cariño de todos los vecinos. Y hasta el día de su muerte, ocurrida en el año 2003, fue la “mascota comunitaria”.
Al igual que Balto, el famoso perro de trineo cuya estatua se encuentra en el Central Park de Nueva York, Sebastián tiene su propio monumento en la plaza San Martín de esa ciudad del departamento San Martín, a 150 kilómetros de la capital provincial, con su imagen reproducida por una artista local.
¿Por qué? Simplemente porque estuvo siempre presente en la vida cotidiana de una población que, a pesar de su crecimiento, conserva el alma pueblerina. “A Sebastián lo podías encontrar en cada institución de San Jorge, acompañando a grandes y sobre todo a niños, porque amaba a los niños”, cuenta Vanina Milanesio, sanjorgense vinculada a la protección de los animales.
Gentileza Vanina Milanesio D.R
Foto: Gentileza Vanina Milanesio
Sebastián frecuentaba clubes, edificios públicos, la terminal de ómnibus. Y siempre encontraba una mano amiga que le daba de comer, una caricia o dedicaba unos minutos para jugar con él. “A todos nos acompañó en algún momento especial de nuestras vidas. Era un perro sin dueño pero que se adueñó del corazón de todos”, aseguró Vanina.
Los vecinos de San Jorge recuerdan que acompañaba a los niños en las escuelas y que muchas veces se quedaba en las clases, al lado de los profesores. Participaba también, como una especie de inusual espectador, en los actos escolares y disfrutaba en los recreos de los juegos infantiles. Cuando sonaba el timbre para marcar la salida, era el primero de la fila, y acompañaba saltando y ladrando a los estudiantes.
Pero el rasgo que más recuerdan los sanjorgenses es el rigor con el cual el callejero Sebastián respetaba determinados horarios de las misas. Llegaba puntual, entraba con el párroco y se quedaba en el altar mientras duraba la ceremonia religiosa. Inclusive cuentan que al momento de recolectar la ofrenda, acompañaba a los ayudantes banco por banco.
El Litoral D.R
Foto: El Litoral
Libre como el viento
Sebastián era casi un eco del “Callejero” que describieron Alberto Cortéz y Facundo Cabral en su famosa canción. Es que, al igual que aquel, “aunque fue de todos, nunca tuvo dueño que condicionara su razón de ser, libre como el viento era nuestro perro, nuestro y de la calle que lo vio nacer”. En efecto, dicen en San Jorge que todos aquellos que quisieron adoptarlo no pudieron hacerlo, porque su marca constitutiva era la libertad.
Pese a ser vagabundo, Sebastián tenía atención veterinaria cada vez que lo requería, al igual que un tazón de comida y un espacio para dormir o para resguardarse de la intemperie. Inclusive en sus últimos días fue cuidado con mucho amor por una vecina que hasta lo dejó dormir a su lado.
“Sebastián fue el perro del pueblo, un animalito muy especial que tuvo todo lo que dio, amor y respeto”, finalizó Milanesio. Su recuerdo está plasmado, incluso, en un libro que se realizó sobre la historia de San Jorge.