Revista Viví Mejor | Dr. Marcelo Blank (*)
La respuesta es sí y no. Sí debe regularse la que se le agrega a la leche o a una ensalada de frutas. No debe regularse si se va a consumir mermeladas, un dulce casero o un helado. Sería algo así como diferenciar una golosina de un alimento.
Revista Viví Mejor | Dr. Marcelo Blank (*)
El azúcar cuya ingesta debe limitarse es la que se le agrega a los alimentos naturales, por ejemplo a la ensalada de frutas, la chocolatada o a los jugos y licuados naturales. Evitaremos también el consumo de productos manufacturados, tanto dulces como salados, que contienen grandes cantidades de azúcar en sí mismo.
No existe razón, en un niño sano, para limitar el consumo de dulces y postres. Para ello debemos hacer diferencia entre una golosina, de esas que vienen envueltas con papelitos de fantasía y una gran etiqueta con información “nutricional”, de algo muy disímil como lo son una mermelada, un dulce casero o de fabricación artesanal, un bizcochuelo, un flan, un helado. Para el caso de todos estos últimos alimentos y siempre bajo la vigilancia y el sentido común de los padres no hay razones para limitar su consumo.
La sed de un niño
¿El niño tiene sed o ganas de tomar algo rico? Si lo que lo aqueja es la sed recomiendo tomar agua, sin límite, en forma de agua corriente, mate o te. Esta ingesta será de 2 a 3 litros diarios.
Si lo que siente es ganas de tomar algo rico, entonces hay que optar por jugos o licuados naturales, yogur bebible, café, chocolatada, malta...
Todas las demás opciones de bebidas son menos recomendables en especial para los niños y más aún si se ingieren para aliviar la sed. Esto es así más allá de toda semántica utilizada: diet, dietética, natural, aromatizada, saborizada, bajas calorías, líneas de nutricionistas “celebrities”, recomendaciones de centros privados de medicina e incluso sociedades médicas. Son solo burdas estrategias de márketing destinadas a convencer al consumidor a que pague para hidratarse un costo superior por litro al de la nafta Premium.
¿Y si leo la etiqueta? En principio la información nutricional debería de estar destinada a los entes reguladores de alimentos y menos al consumidor. Convengamos que el común de la gente, me incluyo, no entiende, no ve, no posee una calculadora en mano ni un doctorado en bioquímica para decidir al pie de la góndola del súper si esa es una opción saludable para hidratar a toda la familia. Recuerden el dicho “el agua es la bebida de los pueblos sanos”.
Como reflexión final y haciendo una analogía con una conocida frase popular diré que “la culpa no la tiene el niño sino el que le da de comer”. Estimados papis, y hasta que nuestro hijo posea la libertad económica para adquirir en el supermercado lo que desee, somos nosotros los padres los responsables de su alimentación y esta responsabilidad es indivisible, indelegable e impostergable.
(*) Médico Nutricionista