Desde el 23 de marzo de 1988 y durante un largo tiempo El Litoral siguió de cerca los vaivenes del caso Marta Romero. En distintas crónicas se dio cuenta de las diferentes hipótesis que se barajaron, las que iban desde un posible secuestro, una fuga voluntaria del hogar, hasta un hecho de índole pasional. Lo concreto es que la investigación policial y judicial jamás logró aclarar las circunstancias de la desaparición de esta joven mujer, que vivía en barrio Siete Jefes y que se desempeñaba como profesora de Educación Física en una escuela de Recreo. En ese entonces la mujer tenía un vínculo sentimental con quien el lunes fue imputado de la muerte de Ana María Alurralde