Joaquín Fidalgo
Pamela Rodríguez fue asesinada por su ex cuñado a principios de 2016. Se acerca el juicio contra el asesino, ex marido de su hermana y los fiscales adelantaron que pedirán la pena de prisión perpetua. Su familia recuerda con tristeza e impotencia lo ocurrido y espera que se haga justicia.
Joaquín Fidalgo
Yamila Rodríguez y Raúl Oviedo se conocieron en su barrio, San Lorenzo, en la zona suroeste de la ciudad. Él era siete años mayor, pero la edad no fue un impedimento para comenzar una relación cuando ella todavía era adolescente. Al poco tiempo quedó embarazada y fue mamá de un varón. Para entonces, ya estaban conviviendo. La violencia fue una constante en ese hogar, a donde tres años después llegó el segundo bebé. La historia terminó en tragedia poco después, el verano de 2016.
Yamila tiene hoy 21 años y Raúl 28. Él está preso desde el año pasado, a la espera del juicio en el que enfrentará graves cargos por lo que los fiscales ya adelantaron que pedirán la pena de “prisión perpetua”.
“Éramos vecinos. Nos pusimos de novio y al tiempito tuvimos un hijo. Formamos una familia. Vivimos juntos. Después llegó mi segundo bebé. Siempre había insultos y golpes en casa. A él le gustaba mucho salir. Los viernes se iba y volvía alcoholizado. También se drogaba. Siempre terminábamos discutiendo y me pegaba. También me decía cosas muy feas y me amenazaba. Me cansé de vivir así y de que mis hijos tengan que soportar eso. Entonces me fui, a fines de 2014. Busqué refugio en casa de mis padres (en el mismo barrio, en calle Estrada al 1400). Yo ya no quería volver nunca más con él y eso a él lo enfurecía. Me buscaba en la calle, y cuando me veía me amenazaba y me agredía”, recordó Yamila.
La joven hizo numerosas denuncias, casi tantas como ataques sufrió en esa época. “No cumplía con lo que la Justicia le ordenó. No me ayudaba económicamente con los chicos para nada. Es más, él se quedó en nuestra casa y yo me tuve que ir con los chicos. Típico hombre atorrante que en vez de dejarle la casa a sus hijos fue egoísta y se priorizó. A mí lo único que me importaba era alejarme de él. Me concedieron más tarde una medida de restricción para él, pero tampoco la respetaba. Los fines de semana se olvidaba de todo, por el alcohol y la droga. Nunca tuve un botón de pánico y nunca me sentí protegida contra él en ese momento”, se quejó.
Raúl apareció y a la distancia comenzó a disparar. Con una mano manejaba y con la otra tiraba. En la oscuridad se veían los fogonazos. Tiró en total entre ocho y diez balazos. Nunca midió que estaban los chiquitos. Que podría haber matado a un sobrinito o a uno de sus propios hijos”
(Yamila, ex mujer del acusado).
Noche trágica
La cadena de incidentes violentos tuvo su final más dramático en un episodio que comenzó la noche del 12 de febrero del año pasado y la madrugada del día siguiente. “Era sábado y Colón había jugado a la tarde. Me acuerdo porque él me llamó más o menos a las 19. Ya estaba alcoholizado, por el partido. Quería ver a los chicos. Vino media hora después y se llevó al más grande. Me lo volvió a traer a la medianoche. Yo estaba en la vereda con mis dos hermanas, Yamila que es mi melliza, y Pamela que era la mayor de nosotras (tenía 28 años). Además estaban todos nuestros hijos. Eran siete en total, cuatro de los cuales eran de Pamela. Los chicos jugaban mientras nosotros hablábamos. Estábamos sentada en la vereda de la casa de mis padres”, contó Yamila.
Raúl llegó en una moto roja llevando a su hijo, que bajó rápido para jugar con sus primitos. Yamila se acercó al muchacho y comenzó un duro cruce de palabras. “Estaba totalmente alcoholizado -aseguró la joven- y posiblemente drogado también. Discutimos. Después comenzamos a forcejear. Entonces se levantaron mis hermanas y la pelea fue con las tres. Le pedíamos que se vaya, porque los chicos estaban viendo todo. Entonces se fue, pero antes nos amenazó”.
Pudo ser una masacre
“Ahora vengo y las mato a todas. Ahora vuelvo. Van a ver. Ahora me van a conocer”, lanzó Raúl mientras se alejaba.
“Nunca pensamos que realmente iba a regresar a cumplir con su promesa. El error fue quedarnos en la vereda, pero jamás nos imaginamos lo que iba a suceder. Estábamos hablando del tema con mis hermanas, con los chicos corriendo alrededor, cuando apareció él y a la distancia comenzó a disparar. Con una mano manejaba y con la otra tiraba. En la oscuridad se veían los fogonazos. Tiró en total entre ocho y diez balazos. Uno atrás del otro. Nunca midió que estaban los chiquitos. Que podría haber matado a un sobrinito o a uno de sus propios hijos. No le importó nada. Le tocó a mi hermana Pamela. Fue un segundo. Ella se quiso levantar y en ese momento le pegó en le pecho. Cayó al piso. Ya estaba mal. Algunos vecinos fueron rápido a la comisaría (Sub 10a), que está a la vuelta, y otro cargó a mi hermana en su propio auto para llevarla al Hospital Cullen. Recuerdo cómo lloraban todos los nenes. Ellos vieron todo. Pamela murió algunas horas después”, señaló.
Justicieros delincuentes
Yamila y sus pequeños recibieron un nuevo golpe doloroso cuando estaban en el velatorio de Pamela. “Algunos amigos y vecinos fueron a quemar la casa de Raúl. Él estaba desaparecido y no querían que vuelva al barrio. Pero no pensaron o no les importó que también era mi casa y la de mis hijos la que estaban atacando. La saquearon. Se llevaron hasta los juguetes de los chicos. Del baño robaron el inodoro, el bidet y la pileta... hasta la puerta. Después le prendieron fuego. Nos quedamos sin nada”, lamentó la joven.
“Espero que se haga justicia. Que le den la pena máxima a Raúl, porque Pamela ya no está más y él sí. Tiene que pagar por lo que hizo. Estamos muy conformes con la investigación y con la tarea de los fiscales, en especial Cristina Ferraro. También con nuestros abogados, los defensores públicos Federico Lombardi y Agustín Rubineau. Muchas veces veo que tienen que hacer marchas para que las autoridades escuchen o que las causas se aceleren. En nuestro caso, gracias a estas personas, no fue necesario”, reconoció Gerardo Rodríguez, padre de Pamela y Yamila.
Perpetua
Días atrás, se conoció que los fiscales de Homicidios, Jorge Nessier y Cristina Ferraro, solicitarán la pena de prisión perpetua para Raúl Oviedo por el femicidio de su ex cuñada, Pamela Elisabet Rodríguez. Además, al imputado se le atribuye la autoría de la tentativa de homicidio calificada de Yamila y Jésica.
La pena que pedirán los fiscales del MPA fue informada en la audiencia preliminar celebrada en los tribunales de la capital provincial ante la jueza de la Investigación Penal Preparatoria (IPP), Sandra Valenti.
La familia de Pamela se constituyó como querellante.
Dolor inimaginable
“No es como lo que pasa con una enfermedad. La muerte de Pamela fue algo totalmente inesperado. No lo podemos superar, porque no estábamos preparados. En realidad nadie está preparado para algo así. Ella estaba con sus hermanas, sobrinitos e hijos y desapareció en un instante. Se fue. No la tuvimos más”, dijo Graciela Paye, la mamá de Pamela.
“Yo no tuve la oportunidad ni siquiera de despedirla -agregó con voz entrecortada-. Él las atacó porque sabía que no estábamos nosotros. Yo había ido a visitar a mi hermana en Santo Tomé y mi marido estaba trabajando. No sé cómo se enteró, pero aprovechó ese momento. Me avisaron por teléfono y me fui inmediatamente al Hospital Cullen. Ahí me dijeron que ella estaba muy mal y era cuestión de horas. Me desesperé y les rogué que me dejen verla para despedirme. No me dejaron. Poco después me llamaron para informarme que había fallecido. Se fue para siempre y ni siquiera le pude hablar. No sé si me habrá llamado, porque sé que en ese momento me necesitó y yo no estuve. No lo voy a poder superar nunca. Dicen que el tiempo cura todo, pero no es mi caso. Para mí, es cada vez peor”.