La causa que investiga los homicidios de Benito Sosa y Estela Ríos, un matrimonio de Arroyo Leyes que desapareció en diciembre de 2017, se encuentra a un paso del juicio. El único acusado es Daniel Vasilovski, vecino de la pareja, para quien la fiscalía pide la pena de 25 años de prisión.
De ser encontrado culpable, el hombre pasaría a la historia como el primero en ser condenado en una causa de este tipo en la provincia de Santa Fe. En nuestro país son pocas las investigaciones por desaparición que llegan a juicio como homicidios, y se registra tan solo una docena de condenas de este tipo en todo el territorio nacional.
En diciembre el juez Pablo Busaniche admitió formalmente la acusación contra Vasilovski y ordenó la apertura del juicio, luego de la realización de la audiencia preliminar. Además de la evidencia material con la que contarán el fiscal Omar De Pedro y el defensor público Javier Casco en el juicio, declararán 200 testigos (184 de la fiscalía y 14 de la contraparte).
"Un estándar intolerable"
Ante la acusación de la fiscalía y la pretensión de solicitar 25 años de prisión para Daniel Vasilovski como autor de "homicidio" reiterado, la defensa planteó -como lo viene haciendo en la causa- que a su entender no cuentan con evidencias suficientes. Para Casco al no haberse encontrado los cadáveres, "no se puede acreditar que estén muertas". También destacó que "a pesar del tiempo transcurrido ni siquiera se realizó la declaración presunta de muerte, por lo que un juicio con tal acusación no podía prosperar".
Sin embargo, para el juez Busaniche todos los elementos e informaciones aportadas en el escrito de la fiscalía "conforman un plexo evidencial suficiente para dar sustento a verificar que la acusación penal presentada contra el imputado luce seria y ajustada a derecho".
El hecho planteado por el defensor respecto a que no fueron encontrados los cuerpos "no puede impedir que eventualmente se pruebe en un juicio sus desapariciones y muertes". Así, consideró que "supeditar la posibilidad de persecución penal a la falta de verificación directa de un resultado típico, implicaría premiar la actividad delictual que logre tal situación, fijando un estándar intolerable a un buen derecho".
La mañana del 19 de diciembre de 2017 Benito Sosa, de 65 años, y Estela Ríos, de 52, salieron a pescar en su lancha y -a pesar de la intensa búsqueda desplegada por las autoridades- jamás fueron encontrados. Para la fiscalía, dado el estado de salud y las condiciones personales de ambos, "se puede afirmar con convicción suficiente que no se encuentran con vida y han sido ultimados".
Señalan a su vecino, Daniel Vasilovski, como el único asesino de la pareja, quien los habría atacado a la altura del Paraje "El Crespín" en zona de isla de Arroyo Leyes, donde residía. Según señalan en la acusación, "allí les dio muerte en forma violenta a ambos, siendo arrojados luego al río, para hacerlos desaparecer, previo asegurarse que no pudieran ser hallados, aprovechando sus conocimientos como baqueano de la zona, sabiendo que la corriente y la fauna del lugar harían infructuosa la búsqueda".
En el rancho que habitaba Vasilovski encontraron cañas de pescar, el motor de la lancha de las víctimas, un tanque de combustible y una caja de pesca, entre otros elementos. A poco más de 100 metros hundida en el fondo del río Paraná, estaba la lancha de Benito y Estela. Había sido "evidentemente hundida intencionalmente" ya que le faltaba el tapón de fondo. En la orilla, se encontró un sillón y almohadones que habrían estado en la embarcación, junto a un cartucho de escopeta.
Al día siguiente, bajo la excusa de que se iba a la ciudad de Córdoba, Vasilovski se dirigió a la terminal de colectivos. Fue aprehendido en un ómnibus camino a la provincia de Chaco.
En septiembre de 2020 el juez Nicolás Falkenberg prorrogó por 6 meses la prisión preventiva de Vasilovski a pedido de la fiscalía. Durante la audiencia, se revelaron nuevos testimonios que arrojarían luz sobre la desaparición de Benito y Estela.
Un vecino del imputado dijo que este le tenía "bronca" y que "iba a matar" a Sosa porque le había "sacado trabajos", y que le había manifestado: "Yo si mato a alguno, o te mato a vos, no lo van a encontrar, yo lo hago muy bien".
Una semana antes del hecho, el pescador se habría cruzado con un jubilado militar a quien le preguntó "cómo hacían los militares para hacer desaparecer personas", quien le indicó que "los abrían desde el cuello hasta la panza y los tiraban al río" así los cuerpos no se hinchaban y, por ende, no flotaban.
"Es más fácil de lo que yo pensaba matar gente" habría contestado el baquiano en voz baja, como para sí. El jubilado le preguntó si tenía pensado hacerlo. Su amigo solamente le sonrió a modo de respuesta.