La defensa del agente penitenciario Carlos Walter Maranzana solicitó la revisión de la prisión preventiva impuesta en enero por la tentativa de femicidio de la madre de sus hijos. El juez Nicolás Falkenberg no sólo no hizo lugar a lo requerido, sino que además señaló las presiones y la manipulación que desde el Penal el imputado intentó ejercer sobre su víctima.
A través de capturas de pantalla la fiscal Cristina Ferraro incorporó los mensajes de texto y apuntó a Maranzana como el emisario. En estos él le pedía perdón a su exmujer, “que recapacite” porque él está “muy arrepentido”, y le solicitaba también “que se presente a la audiencia, que sólo debía decir que no quiere que su ex esté preso”. Para Ferraro “esto debe ser interpretado como un elemento de presión” y resaltó que si este hostigamiento existe estando el imputado dentro de la Unidad Penal, con mayor razón existirían si éste recuperara la libertad.
A esta situación se suma el temor de la víctima, de que las amenazas de muerte que recibió por parte del padre de sus cinco hijos se concreten. Así se lo manifestó al equipo que trabaja con ella, quienes también informaron del cansancio y el agobio propios de tener que transitar el proceso judicial habiendo sufrido una tentativa de homicidio hace pocos meses. Por esto la fiscalía señaló la necesidad de “analizar esta cuestión con perspectiva de género” y consideró que todos los peligros procesales que llevaron a que en enero el juez Pablo Busaniche dictara la prisión preventiva de Carlos Maranzana no sólo “siguen vigentes” sino que “se han profundizado”.
“Culpabilizar a la víctima”
El abogado particular Pedro Emiliano Busico, a cargo de la defensa del penitenciario fue quien solicitó la revisión de la medida cautelar y planteó que podría haber una recalificación del hecho, pasando de la “tentativa de homicidio calificado por el vínculo y por ser perpetrado por un hombre en contra de una mujer mediando violencia de género (femicidio)” a “lesiones leves” o incluso a una tentativa desistida.
Además, Busico consideró que si bien la víctima tiene derecho a llegar tranquila a juicio, eso no puede ser a costa de la vulneración de los derechos del imputado, y ofreció medidas alternativas: que Maranzana fije domicilio en la ciudad de Tostado, que quede a cargo de un guardador y que se comprometa a comparecer ante la Justicia cada vez que sea citado.
El juez Nicolás Falkenberg rechazó la solicitud de la defensa. Aclaró que “no se ha aportando ningún elemento novedoso que permita conmover las valoraciones que hiciera el magistrado para considerar la presente calificación legal”, y que la fiscalía “ha acreditado las presiones que el imputado ejerce sobre la víctima”. Esta “manipulación” quedó patente en los mensajes en los que Maranzana “trata de culpabilizar a la víctima” con la intención de que “cambie su relato y mejore su situación procesal”.
“Aquí hay un derecho prioritario, el de la víctima, a llegar a juicio oral a resguardo de las garantías constitucionales” y “de modo alguno se están vulnerando los derechos al imputado” ya que la prisión preventiva “es una privación de libertad legítima” en el marco de un sistema legal y constitucional. Por todo esto, el juez rechazó las medidas alternativas propuestas, ordenando que Carlos Walter Maranzana continúe bajo la cautelar de máxima.
La mañana del viernes 3 de enero el penitenciario fue hasta la casa de barrio Estanislao López donde viven su exesposa y los cinco hijos que tienen en común (de entre 3 y 11 años). Ingresó sin permiso, violando una medida de distancia impuesta luego de que su ex lo denunciara por amenazas y lesiones, y comenzó a cuestionarle a ella si estaba nuevamente en pareja.
En presencia de los niños la golpeó con sus puños y cuando logró reducirla comenzó a pegarle patadas, para culminar con una botella de vidrio, que rompió contra el cuerpo de ella. La situación no terminó en tragedia gracias al accionar de una sobrina de la mujer, que advirtió lo que estaba pasando y se comunicó rápidamente con el 911.
Al penitenciario se lo imputó y desde entonces permanece tras las rejas. Las lesiones que le provocó a su expareja “no revistieron gravedad, sí obviamente a un nivel psicológico” puesto que se trata de una relación marcada por un contexto de violencia de género, aclaró oportunamente la fiscal Cristina Ferraro.
La representante del MPA también remarcó que el accionar del acusado “fue motivado por celos generados por una supuesta relación sentimental de la mujer con otro hombre, lo cual se tradujo en una actitud de posesión, propia del círculo de violencia psicológica”.