—Hola Papi ¿Cómo estás?"
Dos grabaciones registradas en otras provincias, muestran cómo se lleva a cabo la maniobra, a través de la cual ciertas bandas delictivas que utilizan la palabra como arma, despojan a sus víctimas de suculentas sumas, sin golpes ni derramamiento de sangre.
—Hola Papi ¿Cómo estás?"
—¿Quién habla?
—Tú hija papá. ¿No me reconociste la voz?
—No.
—Tengo el barbijo puesto, como estás...?
Es el primer diálogo entre dos desconocidos. Uno que pretende hacerse pasar por un familiar -por lo general una hija- y el otro u otra que desconfía, pero con el correr de los segundos se convence.
La charla avanza acerca de estudios médicos, dolores de muelas, remedios para la artrosis y otros asuntos domésticos como el menú para el almuerzo, la próstata y el precio de la carne o el clima. Y la desconocida vuelve a direccionar el diálogo:
—Yo me vine hasta el centro, me vine a hacer unos trámites, no sé si te enteraste lo que está pasando...
—No, ¿Qué pasó?
—Porque me mandaron un turno para presentarme en el Banco Nación, para decirme que no tenemos que recibir más los billetes de los animales. ¡No sabés la cantidad de gente que hay acá para sacar las planillas!
La expresión exagerada y el tono de urgencia generan una nueva tensión en la charla. El receptor del mensaje, por lo genera una persona de edad avanzada, vuelve a desconfiar, pero claro, como dudar si habla con su propia hija.
Y la voz femenina va una vez más a la carga: "Los billetes son los de 100, 200, 500 y 1.000 con las caras de los animales, hay que cambiarlos por los otros nuevos que tiene la cara de los presidentes". Y no conforme con la posibilidad de hacerse de la moneda nacional, redobla la apuesta: "Ahhh y acá me están entregando otra planilla por las monedas extranjeras, los dólares y los euros… ¿Vos de esas planillas necesitás alguna?".
La trampa está instalada. No hay amenaza, ni violencia que se le pueda atribuir a esta gente, más allá del ardid y el aprovechamiento de una situación de vulnerabilidad de quien lentamente va quedando afuera del mundo moderno.
La llamada es el anzuelo, la punta de lanza de una banda organizada que una vez que logra convencer a sus víctimas de concretar la operación bancaria, mandan a un supuesto gerente o un contador amigo para recoger el dinero contra reloj, antes del horario de cierre bancario.
En la calle, un vehículo con al menos dos ocupantes llega al domicilio marcado. Uno se baja, bien peinado, con pantalón de vestir y camisa, para dar el perfil del bancario. Recoge el dinero, saluda a la dueña de casa quien le agradece las gestiones y lo despide sin más.
La banda realiza un puñado de maniobras similares en un determinado pueblo o ciudad y una vez recaudado cierto monto, abandona el lugar, en algunos casos, dejando rastros que con el tiempo permiten su arresto, tal como sucedió semanas atrás con dos gitanos radicados en Guaymallén -en la provincia de Mendoza-, acusados de haber cometido al menos dos estafas en enero y marzo en el departamento Las Colonias.
Las escuchas que aquí se reproducen no son de los hechos imputados, pero sirven de ejemplo para determinar un patrón de comportamiento de estas bandas, que de manera cíclica hacen su paso por Santa Fe con el siempre vigente "cuento del tío", que en este caso es reemplazado por el "cuento de los animales y los presidentes".
Bajo el mismo esquema, el fiscal de Esperanza Alejandro Benítez imputó el 9 de abril a dos integrantes de la comunidad gitana detenidos apenas unos días antes en la provincia de Mendoza. El operativo estuvo a cargo de la Agencia de Investigación Criminal (AIC) de Las Colonias, que gracias a un puntilloso trabajo de inteligencia logró desbaratar parte de la banda.
Los acusados son Boris Esteban (37) y Jorge (39) Traico, quienes el martes pasado consintieron la prisión preventiva, con miras a la realización de un juicio abreviado, cuya condición será el resarcimiento económico para las víctimas, además de una pena de prisión de cumplimiento condicional.
Ambos estuvieron asistidos por el abogado particular Juan José Patiño, quien adelantó a la jueza de la IPP, Sandra Valenti, que "no nos vamos a oponer a la cautelar de máxima y estamos a la espera de un abreviado", tal como lo adelantó el fiscal Benítez. Informalmente, se habla de un resarcimiento a las víctimas de 20 mil dólares y la entrega de un auto VW Gol como parte del futuro acuerdo.
Boris y Jorge Traico son investigados por integrar una asociación ilícita que cometió estafas telefónicas en las ciudades de Esperanza y Franck (departamento Las Colonias). Según informó oportunamente el MPA, "cometieron los ilícitos junto a por lo menos tres menores de edad y otras dos personas que aún no lograron ser identificadas".
El modus operandis es el mismo que el de las escuchas citadas. "La organización criminal se trasladaba por diferentes provincias y seleccionaba víctimas al azar", señala la fuente oficial. Luego, "con el falso argumento de que los billetes de pesos argentinos con diseños de animales y los dólares de cara chica saldrían de circulación, engañaban a otras personas para que les entregaran dinero en efectivo".
Según se precisó, se les atribuye haber cometido un hecho delictivo el viernes 28 de enero de este año en perjuicio de un hombre que vive en Esperanza; y otro, el jueves 3 de marzo en contra de una mujer de Franck.
La Fiscalía detalló que las víctimas recibieron llamados telefónicos de una mujer que se hizo pasar por sus respectivas hijas, y agregó que los impactos de antena de las comunicaciones indican que fueron realizadas desde la ciudad mendocina de Guaymallén. A su vez, se relató que un hombre que simuló ser un empleado bancario fue a los domicilios de cada una de las víctimas y se apoderó de sus ahorros. De acuerdo con lo detallado, la mujer le dio 15.400 dólares; y el hombre, 40.000 pesos y 1.300 dólares.