Dos niños de 5 y 7 años fueron testigos directos del crimen de su madre, Alejandra Agustina Vargas (25), ocurrido el pasado miércoles 1° de marzo, en una precaria vivienda de las afueras de la ciudad de San Justo. Uno de ellos acusó directamente a su padrastro Julián O. (23) como el principal responsable, y señaló al amigo, "Luquitas" P. (22), como quien colaboró para montar la macabra escena que pretendió simular un suicidio.
La víctima fue hallada sin vida, con un cable negro de televisión anudado al cuello y colgada de un tirante del techo de la vivienda de calle Enrique Rodríguez 2140, que habitaba junto a su pareja y sus tres hijos: dos varones de 5 y 7 años y una beba de meses.
Por el caso se inició una investigación judicial, a cargo del fiscal Francisco Cecchini, quien contra el dictamen del médico de policía -que informó que se trataba de un suicidio y no recomendó la realización de autopsia-, activó el protocolo de femicidio, tal como lo establecen las prácticas ante la muerte violenta de una mujer.
Además, la Fiscalía rescató un acta de la comisaría Segunda donde uno de los pequeños le dijo al sumariante: "A mi mamá la mató mi papá (en referencia al padrastro), él la colgó". Así lo expresó el menor de los hermanitos, mientras el mayor se encontraba dormido, en una cama ubicada en el mismo ambiente.
A casi una semana del hecho, este martes, en los tribunales de Santa Fe, se llevó a cabo la audiencia de prisión preventiva para los implicados. Durante el acto judicial, el fiscal Cecchini encuadró el caso como un claro femicidio, no sólo a partir de los dichos de los niños, que contaron a la policía, a una psicóloga del equipo de Niñez del municipio local y por último a su padre biológico, que Alejandra había sido colgada; sino que marcó las contradicciones que existen entre los testigos que intentaron reforzar la coartada que alejaba al sospechoso del lugar.
Beneficio de la duda
En favor de los acusados intervinieron las defensoras pública Magalí Mazza -por Julián O.- y Leticia Feraudo -por Lucas P.-, quienes cuestionaron tanto la declaración de uno de los implicados en sede policial -sin defensa y sin conocer sus derechos-; así como el relevamiento de los testimonios de los niños, sin haberse respetado los protocolos internacionales para este tipo de casos. En base a ello solicitaron al juez Nicolás Falkenberg que las declaraciones no fueran tenidas en cuenta a la hora de resolver.
A su vez, se anclaron en los dichos del fiscal, que previamente había reconocido que por la mecánica del hecho (asfixia por ahorcamiento) podría tratarse tanto de un suicidio como de un homicidio y pidieron al magistrado que haga prevalecer el principio de la duda en beneficio de sus pupilos.
No obstante, el juez Falkenberg resolvió hacer lugar al pedido del fiscal y ordenó la prisión preventiva para los dos implicados, no sólo porque consideró verosímil el relato de los niños, como testigos directos del crimen, sino porque luce evidente el intento de personas cercanas al acusado, en intentar mejorar su situación legal.
"Hay pruebas más que suficientes para acreditar el grado de autoría requerido en esta instancia", dijo el juez, quien valoró "el testimonio de los niños" en el marco de "entrevistas terapéuticas" propias del estado de shock en el que se encontraban luego de haber estado esa mañana junto al cadáver de su madre. "Los dos niños dijeron que el imputado colgó a su mamá y que le pidió ayuda a Luquitas" para concretar la maniobra, afirmó el juez.
Además, destacó el contexto de violencia recíproco y preexistente en el núcleo familiar; así como el de adicciones al alcohol y las drogas, que quedó plasmado en una foto de sumario, en la que puede verse sobre la mesa de la casa un plato con una sustancia blanca, unos tubos y una caja de vino.
En definitiva, tanto Julián O. como Lucas P. permanecerán detenidos, en prisión preventiva, bajo los cargos de coautores del delito de "homicidio triplemente calificado" -por el vínculo, alevosía y por haber sido perpetrado por un hombre contra una mujer mediando violencia de género- en el caso del concubino; y "homicidio calificado por alevosía", en el caso del amigo, delitos que, en caso de ser condenados, prevén una única pena que es la de prisión perpetua.
Dos corazones y una soga
Aunque todavía no se llevaron a cabo las entrevistas en cámara Gesell a los niños de 5 y 7 años que fueron testigos del crimen de su madre, la Fiscalía enumeró una serie de elementos de contexto que la inclinaron definitivamente por la hipótesis del femicidio.
"Los dos nenes son claros al mencionar sin ninguna duda a las dos personas que asfixiaron a Vargas", destacó el fiscal Francisco Cecchini a la hora de argumentar el por qué de la prisión preventiva para cautelar el proceso.
También dijo que si bien fue el más chico quien narró el crimen, con el correr de las horas pasó a estar "muy callado" y comenzó a "hacer dibujos". Según explicó su abuela materna, "dibuja dos corazones y una soga", contó el funcionario, dando cuenta de la crisis emocional por la que atraviesan los pequeños.
A su vez, destacó algunas frases usadas por los niños para explicar a los adultos lo ocurrido. Por ejemplo, que "mi papá la colgó a mi mamá y ahora no viene con nosotros por lo que hizo". O que "Julián la sacó de la cama y la colgó" y que "le pidió a Lucas que levantara a mi mamá para colgarla".
Pero sin dudas la escena más fuerte fue descrita por el mayor de los chicos, cuando contó que su hermanito "agarró a la beba porque lloraba porque quería la teta, pero mi mamá ya estaba muerta", dando real dimensión a un relato que difícilmente pueda ser objeto de la imaginación de un niño.
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