La familia de Esteban Toffolini renueva su esperanza de justicia
La causa tomó impuso al llegar al despacho del fiscal Omar De Pedro. La poderosa pistola que usó el homicida había sido secuestrada, pero confusamente archivada. Los investigadores siguen pistas firmes.
Esteban tenía 29 años cuando fue ejecutado durante un asalto.
"La noche que mataron a mi hermano lo llamé para pasarlo a buscar por donde estudiaba. Juntos íbamos a festejar el cumpleaños de nuestro papá en Las Flores. No me atendió. Casi nunca atendía. No le daba bolilla al teléfono. Le dejé un mensaje, pero creo que nunca lo escuchó. Cenamos con mi viejo. Nos sorprendió que el 'Rulo' no llegara, pero no nos preocupó. Como a las 23 me retiré para irme a casa y estaba guardando el auto cuando me llamó mi padre llorando para avisarme que habían asesinado a Esteban", contó Leonardo Toffolini al recordar ese fatídico martes 29 de abril de 2014.
"Terminamos recorriendo dependencias en busca del cuerpo. Nadie sabía donde estaba. Finalmente lo hallamos en Bomberos. Hasta ahí tenía esperanza de que se tratara de un error, pero era la realidad", lamentó.
La escena del crimen. No hubo testigos del hecho, pero los rumores apuntan a oscuros personajes de la zona.
Esteban Toffolini tenía 29 años cuando fue ejecutado a sangre fría en calle Espora al 4200. Allí fue interceptado por una banda de delincuentes que le salió al cruce. Ningún vecino pudo ver lo que pasó, pero varios escucharon. "Pará, pará", le gritaron los criminales. "Danos la moto o te matamos", lo amenazaron.
Aparentemente, él aceleró e intentó zafar, pero entonces uno de los asaltantes le disparó con una antigua pistola de grueso calibre, una 11.25. "Sonó como un cañón", dijo alguien luego del hecho. Uno de los pesados plomos destrozó el brazo izquierdo de Esteban, posiblemente con el que intentó cubrirse en un acto reflejo. El otro impactó en la mochila que llevaba colgada en el pecho, atravesó carpetas y libros y se incrustó en su pecho. En su recorrido, cortó la arteria aorta y selló la suerte de la víctima. Malherido, el joven caminó unos pasos mientras se desangraba y finalmente cayó muerto. Los malvivientes lo dejaron tirado y se llevaron la moto, que nunca más apareció.
El arma
Con el paso del tiempo, las pocas pruebas reunidas se fueron diluyendo y la investigación quedó en la nada. Así, el asesino de Esteban logró mantenerse impune hasta la actualidad, pero en los últimos meses las actuaciones fueron remitidas a la fiscalía del doctor Omar De Pedro, que intenta darle un nuevo empuje al caso.
Uno de los "hallazgos" del funcionario del Ministerio Público de la Acusación es insólito. Cuando llegó la documentación a su despacho leyó que el arma homicida había sido secuestrada, pero desarmada, en dos procedimientos distintos. No obstante, al solicitar la evidencia comprobó que en realidad la pistola 11.25 había sido hallada entera y en un mismo operativo. La confusión se dio porque el perito que catalogó la bolsa que contenía el arma le otorgó un número que podía leerse diferente, según si se lo observaba hacia arriba o hacia abajo.
Así, los investigadores tuvieron el nombre de quien portaba el arma en el momento de ser incautada. En los próximos días, será crucial el rastro que se pueda reconstruir para conocer el nombre del sujeto que tenía en su poder la pistola cuando ocurrió el homicidio.
Esperanza
"Es difícil poder probar algo, porque pasaron muchos años, pero no perdemos las esperanzas", dijo Leonardo, quien era tres años mayor que Esteban.
"Con mi hermano tenía muy buena relación. Él estaba tratando de desarrollarse. Había empezado a estudiar archivística. Era un buen jugador de fútbol. Jugó en las inferiores de Colón. Jugaba de 5 o de enganche. Teníamos proyectos juntos. Era una persona muy noble. Tenía aspiraciones de lograr cosas. Quería ir a radicarse a España. Ya había viajado allá para trabajar de guardavidas y le había gustado. Nosotros lo alentábamos, porque era una oportunidad para él", manifestó.
"Éramos muy unidos con él y con nuestro otro hermano, Miguel, que tenía síndrome de Down y también autismo (ya falleció). Necesitaba mucha estimulación. Nos ocupábamos y proyectábamos cómo íbamos a resolver los problemas que se podían presentar en el futuro", recordó.
Living
"Hay una foto que rescaté de un cajón en la casa de mis viejos. La sacó mi papá en la casa de mi abuelo, cuando nosotros éramos chicos. Él era hincha de Rosario Central y nos habían vestido con toda la indumentaria. Yo tenía 8 años aproximadamente y mi hermano 5", contó Leonardo.
Esteban y su hermano mayor, Leonardo
"La atesoro y la tengo en un portarretrato, en un lugar importante de la casa, en el living. No soy de apegarme mucho a las cosas materiales, pero esa imagen es muy especial para mí", aseguró.
El gol y el abrazo
"Esteban jugaba en las inferiores de Colón. Un día, en un amistoso contra San Cristóbal, en Ángel Gallardo, pasó algo que lo pinta como persona. Él era amigo del arquero rival. Es más, la madre del chico le habló antes del partido y le dijo: 'No le vas a hacer un gol hoy'. El partido fue muy trabado. Eran dos buenos equipos. Mi hermano entró en el segundo tiempo y marcó el único gol del partido de un 'zapatazo'. Lo primero que hizo fue ir a abrazar a su amigo. Así era él", relató Leonardo.
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