La fiscal Rosana Marcolín imputó a “Pastelito” Martínez y al “Gringo” Noriega, como autores del homicidio de Maximiliano Olmos, ocurrido la noche del jueves 19 de septiembre, en las calles del barrio Fomento 9 de Julio. Para la investigadora, los dos formaban parte de una banda de roba-motos que estaba siendo perseguida desde marzo, pero además, existen indicios de que ambos habrían participado del crimen ocurrido hace dos meses y de otro asalto a un motociclista que terminó baleado en una de sus piernas.
La atribución delictiva fue formulada este martes ante el juez de la IPP, Nicolás Falkenberg. La fiscal Marcolín, que asistió a los tribunales junto al fiscal Regional, Carlos Arietti, encuadró el caso bajo la figura de “homicidio calificado por alevosía y criminis causa” en el caso Olmos; y “homicidio criminis causa” en grado de tentativa, por un hecho del que fue víctima otro motociclista en barrio Guadalupe, a mediados de septiembre. La hipótesis fiscal es que fueron ellos quienes, a bordo de una moto enduro de alta cilindrada, consumaron los ataques, por lo que resultan coautores de los graves delitos.
“Es una causa muy compleja que no iba a tener resultados inmediatos”, introdujo la Dra. Marcolín al término de la audiencia. “La investigación comenzó en marzo” y tenía por fin “avanzar y llegar a las personas que comercializan y se encargan de llevar las motos a otras localidades”, cuando el 19 de septiembre “ocurre este hecho tremendo y trágico, que es el homicidio de Maxi Olmos”, sintetizó.
“Nosotros que ya teníamos en vista una posible organización criminal, teníamos indicios de un modus operandis que se reiteraba y nos daba la pauta respecto de la identidad de los autores” señaló. En cuanto a “la modalidad”, “se trasladaban en una moto grande y buscaban también motos de alta cilindrada”, abundó.
Sobre la calificación, Marcolín dijo que “se les ha atribuido dos hechos, el homicidio de Maxi Olmos y el robo de Horacio Leguizamón”, delitos por los cuales en caso de ser condenados les cabría la posibilidad de una pena de prisión perpetua.
Aunque prefirió no profundizar en cuanto a la “mecánica del hecho”, puesto que será materia de tratamiento el próximo jueves cuando se discuta la prisión preventiva, Marcolín hizo hincapié en los “testimonios presenciales”, puntualmente en “dos testigos que han colaborado muchísimo”.
En tal sentido, reveló que “hemos tenido bastantes inconvenientes en la causa” por la falta de colaboración. “He notado una gran reticencia en la gente en dar testimonios”, generalmente por “temor a ser amenazados”. No obstante, dijo que “no va a servir de nada que se hagan marchas para pedir justicia si después la fiscalía no cuenta con el apoyo de los testigos, fundamentales en el esclarecimiento de los hechos”. A propósito del caso Olmos, “ellos nos contaron cómo ocurrió” el ataque y “hubo particularidades que nos permitieron fundar la calificación de alevosía”.
Si bien los delincuentes llevaban sus rostros semicubiertos -uno con casco y el otro con una capucha-, para la fiscalía existen elementos de convicción suficientes como para pedir la prisión preventiva. Someramente Marcolín refirió al impacto de una llamada al teléfono celular de uno de los implicados, en una antena que se encuentra en el radio donde se consumó el crimen, apenas uno o dos minutos antes.
“El hecho ocurrió a las 20.42” del 19 de septiembre “y a las 20.41 impacta un llamado que localiza el celular en un triángulo de 8 x 7 cuadras. Ese llamado pone al imputado en el lugar del hecho”, aseguró.
Además, producto del secuestro de los teléfonos, se extrajo otra información que abona la teoría del caso, entre otra, el hallazgo de fotografías de uno de los imputados con la moto que habría sido utilizada, que “no es una moto cualquiera”, dijo. De hecho, del análisis de “fotos comparativas” surge un “reconocimiento de la moto, en la que iban los que mataron a Olmos”. “Tenemos muchas evidencias para sostener que son los autores y esa moto fue secuestrada en uno de los domicilios de ellos”, agregó.
Maximiliano Olmos circulaba por avenida Facundo Zuviría en dirección al centro, la noche del 19 de septiembre. Iba a buscar a su pareja, que trabaja en la terminal, en una moto Honda Tornado que acababa de comprarse.
Dobló en calle Domingo Silva, y al darse cuenta de que estaba siendo perseguido, giró en “U” y se metió por pasaje Pasteur, con el objetivo de despistar a sus perseguidores. Pero en la oscuridad de la cortada, los delincuentes, que iban en una moto enduro de alta cilindrada, comenzaron a dispararle.
La víctima, de 25 años, dobló en contramano en Pasaje Larramendi, pero debió frenar porque venía un auto de frente. En ese momento, sus perseguidores se acercaron y lo ejecutaron; primero de un tiro en la pierna y después una ráfaga de cuatro balazos más. Uno de los asaltantes aprovechó el momento de zozobra y huyó en su moto, que había quedado encendida sobre el pavimento.