A más de 7 semanas del trágico choque de lanchas a la salida de una fiesta en el río Paraná, que dejó como saldo a una persona muerta -Adrián Javier Taborda- y a otras siete heridas, la causa judicial tuvo un nuevo capítulo.
Pedro Bertossi pasó casi dos meses preso. Este lunes, la Cámara de Apelaciones le concedió la domiciliaria y le impuso el uso de una tobillera electrónica.
A más de 7 semanas del trágico choque de lanchas a la salida de una fiesta en el río Paraná, que dejó como saldo a una persona muerta -Adrián Javier Taborda- y a otras siete heridas, la causa judicial tuvo un nuevo capítulo.
La Cámara de Apelaciones, en un tribunal integrado por el juez Fabio Mudry, otorgó la prisión domiciliaria a Pedro Bertossi (35). El hombre fue imputado por el fiscal Arturo Haidar como autor de "homicidio culposo por la conducción antirreglamentaria, imprudente y negligente de un vehículo con motor" y "lesiones leves culposas".
El 16 de diciembre, 9 días después del fatal suceso, la jueza Celeste Minniti ordenó la prisión preventiva sin plazos para Bertossi. La resolución fue apelada por el defensor particular Ignacio Alfonso Garrone, y fue revisada por la Alzada este lunes 27 de enero.
El juez Mudry consideró que los riesgos procesales podrían mitigarse con el imputado bajo prisión domiciliaria, por lo que le concedió la morigeración. Le impuso la utilización de una tobillera electrónica para monitorear el cumplimiento de la medida cautelar, así como la prohibición de mantener cualquier tipo de contacto con las víctimas del hecho.
Debido a la baja disponibilidad de los dispositivos de control, Bertossi volvió a su casa bajo un régimen de monitoreo, a la espera de que le asignen una tobillera.
El sábado 7 de diciembre se realizó una edición de la conocida fiesta “Malibú” en la isla “La Paciencia, a dónde acudieron decenas de embarcaciones. Esa noche, en el kilómetro 585 del río Paraná, la celebración se convirtió en tragedia.
Ocho personas emprendían la vuelta a Santa Fe a bordo de la lancha “Anita” cuando fueron embestidas por otra embarcación, de nombre “Samira”, que chocó contra el lado izquierdo, donde estaba sentado Taborda. La proa impactó de lleno al hombre, causándole fractura de cráneo, politraumatismo intercostal y aplastamiento de tórax.
Tres de los tripulantes de “Samira”, que iban sentados en la parte delantera de la lancha, cayeron al agua. Mientras volvían a subir, escucharon a los tripulantes de “Anita” gritando que habían matado a alguien. Así lo describió el fiscal Haidar oportunamente, haciéndose eco de las declaraciones de los involucrados.
Quienes estaban con Taborda tomaron fotografías y videos de “Samira” y luego se alejaron, procurando llegar rápido a la guardería náutica para conseguir asistencia médica. Al llegar, lo subieron a un auto y lo trasladaron hasta el Hospital Cullen, donde momentos más tarde Taborda falleció.
Al momento de solicitar la prisión preventiva, el fiscal se refirió a una serie de testimonios e informes técnicos que le permitieron sostener que la lancha conducida por Bertossi llevaba 11 personas cuando el máximo permitido era de 6, y que la mayoría de los tripulantes estaba en la popa.
Esto habría hecho que al tomar velocidad la embarcación “planeara”; es decir, que la proa se despegara del agua, lo que no habría permitido al timonel ver hacia adelante.
La defensa cuestionó la falta de control de Prefectura en la zona, y la inexistencia de velocidades mínimas y máximas para circular. Además, señaló que se trató de un accidente, que su cliente no vio a la lancha “Anita” porque esta no tenía luces y que la visibilidad esa noche era mala.
La jueza Minniti destacó que los tripulantes de “Anita” sí tenían buena visibilidad, mientras que los de “Samira” no, porque llevaban consigo una linterna de largo alcance. “Las lanchas tienen luces como balizas”, pero los primeros llevaban un instrumento que les permitía ver más. Es por eso que se percataron de que “Samira” iba a chocarlos.
Allí es donde se ve “la falta de cuidado en la eficaz vigilancia visual y auditiva que debía tener el conductor de ‘Samira’”. Si Bertossi estaba manejando en condiciones desfavorables, debería haber tomado recaudos, no sólo respecto a la visibilidad, ya que además iba a “una velocidad inadecuada para la cantidad de personas que llevaba y la nocturnidad”.
Como timonel, acreditado para manejar lanchas, Bertossi “podía controlar cuántas personas llevaba”, así como las condiciones en las que iba a conducir. Por eso para la jueza existió una “infracción en el maniobrar diligente”, ya que no sólo no tomó las precauciones debidas sino que éstas lo llevaron a que la lancha “fuera difícil de controlar”, y a “no poder ver más allá de la propia proa”.
“No podía ser ajeno a lo ocurrido”, sin embargo dejó la lancha en la guardería náutica, limpió el frente con un trapo “y se fue a su casa”, reconstruyó la jueza. “Su actitud tuvo más que ver con el resguardo propio que con las consecuencias de su accionar”, del cual no sólo hubo una víctima fatal sino también siete heridos.
Estas circunstancias suponen que “la pena en expectativa se eleve, pudiendo ser efectiva”. Si bien la Cámara de Apelaciones concedió la domiciliaria a Bertossi, el juez acreditó la existencia de “conducción imprudente” y la posibilidad de que la pena a aplicar sea efectiva.
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