Luis Paz: "Sé que tengo dos caídas en el primer round"
El empresario y mánager de boxeo rosarino se encomendó a Dios y dijo tener fe en "poder revertir este combate". Está preso en la cárcel de Rawson, desde donde sigue el debate que comenzó este lunes.
Archivo El Litoral Por teleconferencia, Luis Alberto Paz (66) comenzó a ser juzgado este lunes como organizador de una red de narcotráfico con alcance interprovincial. En la foto, cuando fue testigo protegido en el juicio a Los Monos en 2017.
"Sé que tengo dos caídas en el primer round" pero "tengo fe y le pido a Dios poder revertir este combate", dijo Luis Alberto Paz este lunes por la mañana, luego de que se iniciara el juicio oral y público mediante el cual se develará si lideró o no una organización dedicada al tráfico de estupefacientes, cuyo dinero lavó con la compra-venta de vehículos e inmuebles.
El acusado es rosarino, tiene 66 años, dos matrimonios, cinco hijos y no tiene antecedentes penales. Se presentó como "empresario" y "mánager de boxeo profesional", pero hizo un relato detallado de su vida laboral, cuyo temprana iniciación situó a los 10 años, allá por 1966, luego de la muerte de su padre.
Habló durante más de dos horas, casi sin parar, a veces de modo desordenado, con idas y vueltas en una línea de tiempo que tuvo como puntos de inflexión la muerte de su hijo Martín, acribillado arriba de un BMW cupé blanco el 8 de septiembre de 2012 en Rosario; y su posterior huida a Santa Fe, donde montó nuevamente sus empresas y negocios; hasta su detención, el 10 de diciembre de 2018, fecha desde la cual permanece alojado a disposición del Servicio Penitenciario Federal.
Su relató fue presentado con el consentimiento de sus abogadas Marta Elsa Fabich y Alexia Dimiropolous, ante los jueces del Tribunal Oral Federal (TOF) de Santa Fe, integrado en esta oportunidad por los camarista rosarinos Germán Sutter Schneider, Eugenio Martínez Ferrero y Mario Gambacorta.
La escena del juicio la completa el fiscal general Martín Suárez Faisal y su equipo de colaboradores. Tras escucharlo contar vida y obra, el fiscal comenzó a interrogar al hombre que se presentó como 'injustamente perseguido por la justicia', pero que no reparó en desmentir los estrechos y lejanos vínculos con los jefes narcos santafesinos más conocidos y condenados por este tribunal en los últimos años.
Todos esos contactos y relaciones tienen una explicación de circunstancia, que Paz pretende hacer valer ante lo jueces. Que al "Zurdo" Sergio Villarroel de Alto Verde -condenado a 9 años de prisión en mayo de 2018-, lo conoció porque el nieto de su mujer había quedado libre en Racing de Avellaneda y lo quería llevar a Defensores para no dejarlo parado. Llegó a decir que en esa charla le habló de la cupé MBW Z4 y que se la mandó bajo promesa de que Villarroel, le conseguiría los air-bags que no era posible comprar en Rosario, a causa del cierre de las importaciones. Pero no pudo explicar cómo fue que luego de fallecido su hijo, ese auto siguiera en su poder, cuando ninguno de los dos figuraban como titulares.
Pero antes había hablado de su relación -de "hola que tal"- con Edgardo Oscar Baigoría -un ex policía santotomesino condenado a 15 años en febrero último-, a quien llegó a conocer, según dijo, cuando el policía le advirtió que se cuidara. "Me dijo que esta gente (por los Monos) ya sabe que estás colaborando con la justicia", en relación al esclarecimiento del crimen de su hijo.
Desmintió categóricamente que el principal cómplice de Baigoría, Emanuel Maximiliano González -condenado a 9 años-, fuera su "hijastro". "Ahí me enteré que tengo un hijastro. En mi vida la toqué a la mamá de este chico", declaró y acusó a "los diarios" de las habladurías.
Flavio Raina El tribunal que juzga a Paz está integrado por los jueces rosarinos Eugenio Martínez Ferrero, Germán Sutter Schneider (presidente) y Mario Gambacorta.
El tribunal que juzga a Paz está integrado por los jueces rosarinos Eugenio Martínez Ferrero, Germán Sutter Schneider (presidente) y Mario Gambacorta. Foto: Flavio Raina
"Mi trayectoria"
También se quejó de que quienes lo investigaban dijeran que "nunca tuve un trabajo lícito". "Les voy a contar mi trayectoria", introdujo y se remontó a la década de 1960 cuando debió salir a trabajar para ayudar a su madre.
Se extendió sobre sus épocas de carnicero y matarife durante la década de 1990 y que cambió ese negocio por el pugilismo profesional, donde a pesar de no tener más de un par de contratos firmados, organizaba peleas locales "por 30 mil pesos" o asistía a veladas internacionales "por 100 mil dólares". "Yo gané mucha plata", aseguró, justificando sus bienes con su rol como mánager. Entre los destacados nombró a Sebastián "Iron" Luján, a quien representó durante una década en el profesionalismo; y al chubutense Walter Matthysse al que dijo haber llevado a Montreal en 2008.
"Yo siempre fui muy despelotado", se justificó para disimular el manejo de toda una economía informal en la que no existían los documentos, ni los contratos, ni los recibos, pero sí el dinero constante y sonante.
El juez Vienna
Aunque con baches y puntos ciegos, su relato tiene cierta lógica histórica. La de un hombre que sin haber terminado el secundario supo ganarse la vida desde muy joven como vendedor, jardinero, taxista, colectivero, carnicero, matarife, mánager de boxeo, inversor en ladrillos y que ahora, infaustamente, intentan manchar su nombre vinculándolo al tráfico de drogas.
Pero tuvo un acto fallido cuando afirmó que "yo en Santa Fe no andaba en nada, ningún trato con nadie, ni policía ni droga, ni nada. Estoy cansado de que hablen tanto al pedo en los diarios". En cambio, contó que se mudó a la capital provincial junto a su familia, luego de que en su búsqueda de justicia por el crimen de su hijo Martín, su familia se convirtiera en blanco de Los Monos.
Pero antes habló de cómo conoció al juez Juan Carlos Vienna, a quien la afamada narco banda rosarina bautizó "salchicha", según trascendió en viejas escuchas telefónicas. "Un día estoy en un casamiento de un colega carnicero, en Funes. Era sábado al mediodía y me llaman para avisarme que a mi hijo le habían pegado un tiro. Me encontré con mi hijo muerto arriba del auto", se lamentó.
"Ahí lo conocí al juez Juan Carlos Vienna. Me preguntó si tenía idea de quién podía ser. Yo estaba conmocionado. Pasaron dos meses y me acerqué al despacho de Vienna y me dijo que en el lugar donde lo mataron (27 de Febrero y Entre Ríos) no había cámaras ni testigos -mi hijo manejó tres cuadras agonizando-. Entonces me dije, este crimen va a quedar impune. Si te enterás de algo decímelo a mi, me dijo Vienna. Yo a los 60 días sabía todo", recordó.
Como lo hizo en toda la jornada, Paz ofreció una larga explicación de su estadía en Santa Fe, a partir de 2015-2016, cuando tras un fugaz paso por la ciudad capital, decidió afincarse en el country Los Molinos, en jurisdicción de Recreo, pero en el límite norte de Santa Fe. Habló de la empresa Paz SRL propiedad de su ex mujer y sus hijas, de cómo se creo estando vivo su hijo mayor y de por qué tras el asesinato estuvo como paralizada.
Allí contó cómo fue que conoció al arquitecto Andrés Canteli, considerado su hombre de confianza en Santa Fe, quien llegó a juicio junto con Paz y a otros cuatro imputados (Hugo "Gali" Díaz, Alejandra Urundé, Carlos Suárez y Claudia López), los cuales el mismo lunes, pero minutos antes de que se iniciara el debate, aceptaron un juicio abreviado cuyas sentencias se conocerán en consonancia con la del juicio principal.
"Firmó un abreviado y eso me está perjudicando a mí", lamentó Paz sobre Canteli, de quien asegura que no le guarda rencor. También habló de sus casi tres años de prisión: "Yo acá no estoy muerto, sino preso"; y del reclamo de su familia por haberse metido con Los Monos; "Si no te hubieras metido no tendríamos que andar de gitanos" le reprochan.
Finalmente, Paz, que será enjuiciado durante casi todo septiembre por delitos de tenencia de estupefaciente con fines de comercialización; como organizador del tráfico de drogas agravado por el número de personas y lavado de activos de origen ilícito, reconoció ante el tribunal que "he cometido errores, ninguno grave. Quizás fui infiel y colaboré con la justicia", cerró.
Teléfono
En medio de la identificación del preso comenzó a sonar un ringtone que a las claras provenía de la transmisión del servicio penitenciario chubutense. "¿No es suyo ese celular, no?", preguntó el presidente del tribunal, Germán Sutter Schneider. "No, no, nooo", contestó Paz y luego largó una carcajada.