Lunes 17 de mayo de 1948. Mientras el viaje de Juan Perón y Eva Duarte a Santiago del Estero se llevaba las principales páginas de los diarios, en un apartado El Litoral daba a conocer una noticia que se convertiría con el correr de los días en novelesca.
“Han sido hallados restos humanos en la isla Zuviría”, tituló este diario hace 75 años con un texto breve pero anticipando a la población de este macabro hallazgo. Lo corto del artículo respondía al horario de cierre del vespertino, era necesario contar lo sucedido para ampliar en las ediciones posteriores. Esa primera entrega detalló que se trataba de huesos, encontrados por personal policial que recorría la costa en la zona conocida como las Cuatro Bocas y de inmediato dieron aviso a las autoridades. Empezó la investigación.
Pasaron algunas horas y se conocieron los primeros detalles. Un pescador de la zona, apellidado Micetich, fue quien alertó a los oficiales por la presencia de un cráneo que apareció al ras de la tierra. Los agentes fueron hasta el lugar y encontraron más restos enterrados a pocos centímetros de la superficie.
El Litoral dio la primicia de un suceso que causaría conmoción con el correr de los días y horas.
Excavaciones y detenciones
La policía resguardó el lugar y comenzaron a rastrillar la zona. Se hallaron múltiples restos óseos y al menos siete cráneos humanos. La conmoción ganaba la opinión pública y la prensa de la época siguió de cerca el caso.
Mientras avanzaba el trabajo investigativo, los uniformados detuvieron a una mujer. “Hasta hace pocos años hizo vida común con el isleño Mucetich (N. del R: a este protagonistas por momentos lo identificaron como Micetich y por otros como Mucetich) conocido en la zona como ‘el corondino’”, publicó El Litoral el miércoles 19 de mayo.
En ese sentido, la nota indicó que también se detuvo a otro lugareño amigo del pescador. Para ese entonces, es decir 48 horas después del hallazgo, las hipótesis eran varias y no había certezas sobre el orígen de los restos encontrados.
El avance del caso tuvo en vilo a la sociedad.
Acusación grave, ¿un asesino serial suelto?
Pasadas 72 horas del hallazgo, se conoció la identidad de la mujer detenida. Se identificó como Dora Cáceres y acusó directamente al pescador detenido como el autor material de una serie de crímenes. Según el relato de la citada, Micetich habría asesinado a cuatro personas, entre los años 1933 y 1937, y enterrado los cuerpos en la isla Zuviría.
“Ante las manifestaciones de la Cáceres, se la invitó a concretar el sitio, donde según ella, Micetich habría enterrado a víctimas, para lo cual se la condujo hasta la isla Zuviría, de la que, según ella, hace años faltaba. La mujer se dirigió hasta las proximidades del rancho e indicó un pozo de donde el día anterior los policías habían extraído cráneos y piezas humanas óseas. Luego se dirigió hasta un islote conocido por Don Andrés, que se halla frente a la isla Zuviría, en el cual encontraron algunos huesos”, publicó este diario.
El Litoral siguió de cerca los acontecimientos.
Pese al relato de la mujer, los agentes no quedaron del todo convencidos. Cáceres tuvo algunas contradicciones en su historia y un dato, no menor para los investigadores, nunca se había visto en la zona de islas a las cuatro personas que supuestamente el pescador había asesinado. Otra de las inconsistencias del testimonio de la ex pareja del acusado fue que al momento de uno de los crímenes, Micetich se encontraba preso en la cárcel de Las Flores por un hecho de lesiones.
Al mismo tiempo, los antecedentes del pescador lo perfilaban como una persona violenta con lo que los investigadores no descartaron ninguna hipótesis. La información con la que contaban era que el individuo había nacido en la localidad de Dalmacia, en Austria. Llegó a Argentina de pequeño y en 1921 se convirtió en noticia por protagonizar un crimen en Coronda, hecho por el cual fue condenado. También acarreaba otros violentos episodios en la citada comuna de San Jerónimo y lo habían detenido 19 veces.
Era evidente, Micetich calzaba perfecto como el autor de esos supuestos asesinatos en la isla. Sin embargo, faltaba la evidencia científica que pueda confirmar la identidad de los restos óseos hallados. Mientras el individuo continuaba preso, los investigadores proseguían con su labor.
El vespertino publicó el rostro de quien sería el asesino en serie. Todo quedó descartado con el avance investigativo.
“Leyenda”
La saga conmovía a la sociedad. El viernes 21 de mayo El Litoral siguió tratando el tema y sostenía las dudas en el relato de la mujer que por un tiempo fue pareja del pescador acusado.
En sus dichos, Cáceras sostenía que Micetich dio muerte a las cuatro personas con un remo de canoa, embarcación que habría sido de las víctimas y el apuntado se la habría apropiado. “Sin embargo, todas la calaveras halladas en el transcurso de las excavaciones están intactas”, afirmaba el vespertino. Otro dato no menor que sumó el artículo: la mujer manifestó que los muertos habían sido enterrados con sus vestimentas y pertenencias, nada ello se había encontrado en los rastrillajes policiales. Algo no cuadraba y en el ambiente ya se hablaba de “leyenda” para describir a la farsa.
Mientras tanto, los investigadores dieron con una información que complicaba aún más a la mujer. Según registros oficiales y relatos de otros lugareños, la acusadora no brindó su verdadera identidad y mintió respecto a los años en los que estuvo junto a Micetich. Incluso, los pesquisas detectaron que el nombre “Dora” se lo “robo” a otra pareja que tuvo el pescador y que en ese momento estaba radicada en Rosario.
Años más tarde, en un lugar cercano el propio Zapata Gollán también encontró restos óseos. Crédito: Banco de Imágenes Florian Paucke
Un poco de luz a tanto misterio
El sábado 22 de mayo, con el misterio totalmente instalado en la comunidad santafesina, los investigadores dieron en la tecla con un testigo, que pudo aclarar la cuestión y desacreditó el relato de la mujer que, para esa altura, ya tenía tres identidades distintas y poco le creían.
Ese día, El Litoral contó que la policía interrogó a un hombre de origen español llamado Manuel Palmas Pereira que aportó datos vitales a la cuestión. Este individuo vivió en la isla Zuviría, en el rancho de Micetich cuando éste estaba en prisión. Para sorpresa de los oficiales, este sujeto reveló que fue él quien enterró los huesos.
“Expresó que en 1936 o a comienzos de 1937, no está muy seguro, tras de una gran crecida de las aguas al producirse el descenso se originó un desmoronamiento en las barrancas de la isla y comenzaron a aparecer calaveras, tibias y otros cuerpos macabros. Palmas Pereira recogió parte de esa colección de huesos humanos y los metió en dos bolsas, luego de lo cual practicó un pozo y las enterró. Todo esto lo llevó a cabo a la vista de Dora Cáceres”, informó El Litoral.
Zapata Gollán junto a autoridades policiales. La foto es de 1962. Crédito: Banco de Imágenes Florian Paucke
En simultáneo, otros pesquisas consiguieron en Coronda datos sobre los supuestos muertos y la embarcación que Cáceres apuntó como robada. Nada de eso. Los agentes corroboraron que las identidades aportadas por la mujer no pertenecían a los restos hallados y confirmaron que la canoa fue comprada por Micetich por $50.
El artículo publicado hace 75 años culminó con la definición de que todo lo ocurrido fue inventado por la mujer, que además mintió sobre su verdadera identidad. Dicho esto, la nota recogió la conjetura que manejaban los especialistas que analizaban los huesos e indicaba que los mismos tendrían para ese entonces más de 50 años.
Para el domingo 23 de mayo, Micetich recuperó la libertad, quedando en prisión la mujer que por ese entonces ya se supo que su nombre verdadero era Natividad Godoy. Si bien fue una especie de final feliz para el pescador, restaba aún conocer el origen de los restos óseos.
¿Un "cementerio indio"?
Diario El Orden también hizo su aporte en materia informativa.
“Serían varias las tumbas por él descubiertas, en forma bien ordenada y hasta nos afirmó que había recogido en los mismos lugares puntas de lanza, algunas bastante completas, boleadoras, los clásicos cacharros de cerámica y otros elementos que permiten establecer que no hay error en sus apreciaciones”, aseguró El Orden citando la información de una fuente no revelada.
Años más tarde, y así consta en publicaciones científicas, Agustín Zapata Gollán realizó trabajos en la isla Zuviría y también dio con restos arqueológicos. Además de esta locación, el investigador santafesino encontró material en las Cuatro Bocas y zonas aledañas.
Parte de lo realizado por Zapata Gollán. Crédito: Banco de Imágenes Florian Paucke
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