Pasaron cinco meses desde que los ocho jóvenes de Zárate fueron condenados por el asesinato de Fernando Báez Sosa, y su vida en el penal de Melchor Romero se mantiene prácticamente inalterada desde el primer día de su ingreso.
Tres años y cuatro meses después de su ingreso al penal, todavía los consideran prisioneros "de riesgo".
Pasaron cinco meses desde que los ocho jóvenes de Zárate fueron condenados por el asesinato de Fernando Báez Sosa, y su vida en el penal de Melchor Romero se mantiene prácticamente inalterada desde el primer día de su ingreso.
Se encuentra en el pabellón 6 del Área de Admisión de la Alcaidía III. Por cuestiones de seguridad, se mantienen aislados del resto de la población carcelaria. A pesar de las especulaciones de que serían trasladados a otras prisiones, hasta ahora no hubo cambios en su ubicación.
Los familiares de los condenados continúan visitandolos semanalmente, cumpliendo con el mandato de acompañamiento establecido. Cada uno tiene habilitadas las visitas de hasta cuatro familiares, y algunos rotan los nombres en la lista. En uno de los casos se solicitó la incorporación de una joven, supuestamente pareja de uno de los condenados, aunque se indica que solo uno de ellos mantiene una relación de ese tipo.
En el penal de Melchor Romero, los jóvenes comparten dos celulares, sin acceso a redes sociales pero con la posibilidad de enviar mensajes de texto. Además, cuentan con asistencia psicológica, como cualquier otro interno. Sin embargo, la información sobre su tratamiento y estado de salud mental se mantiene en secreto profesional.
El régimen interno del penal es una de las mayores dificultades a las que se enfrentan los condenados. Pasan 20 horas al día encerrados en sus celdas de poco más de 2x2 metros, con solo cuatro horas diarias para realizar actividades. Tienen acceso al patio de recreo y, dependiendo del día, pueden participar en actividades de esparcimiento o deportivas, supervisadas por un profesor de educación física.
Tres años y cuatro meses después de su ingreso al penal, todavía los consideran prisioneros "de riesgo". Los directivos de la unidad prefieren mantener el estado actual de alojamiento a intentar alguna variación.
"En estos casos de detenidos 'famosos' se intenta preservarlos porque siempre generan algún tipo de reacción", dijeron en la penitenciaría. Eso ocurrió en las primeras semanas de su llegada a la Alcaidía III. Entonces, los hostigaban desde otros pabellones y los insultaban cuando los identificaban a distancia en los patios internos.
En cuanto a las condenas y apelaciones, los ocho jóvenes siguen siendo representados por el abogado Hugo Tomei, quien sostiene que existe una condena "mediática" contra ellos y que la Justicia no tiene intenciones de desmoronarse. Aunque han apelado la sentencia y están a la espera de una decisión del Tribunal de Casación, su situación en prisión no ha cambiado.
A pesar de la monotonía y el encierro, desde el entorno de los condenados aseguran que la convivencia se mantiene tranquila y sin conflictos. Sin embargo, las autoridades penitenciarias continúan considerándolos "prisioneros de riesgo" y prefieren mantenerlos aislados en Melchor Romero para evitar posibles reacciones negativas por parte de otros internos.
Mientras aguardan una posible revisión de la postura de los jueces que los condenaron, los ocho rugbiers de Zárate se aferran a la mínima esperanza de un cambio en su situación, buscando encontrar algún apoyo emocional en medio de su difícil realidad en prisión.
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