Joaquín Fidalgo
[email protected]
Su familia mantiene la esperanza de encontrarla con vida, pero su paradero sigue siendo un misterio. Mientras, permanece detenido su profesor de educación física, con quien tuvo una beba en una relación clandestina.
Joaquín Fidalgo
[email protected]
Hace cinco meses que desapareció Rosalía. Su nombre completo es Rosalía Daniela Jara. Tenía 19 años cuando fue vista por última vez, el 1º de julio, en una garita de colectivo de Fortín Olmos, pequeña localidad del departamento santafesino de Vera (en el norte provincial). El 12 de septiembre cumplió 20, pero sus familiares no pudieron festejar. En su casa, la espera todavía su pequeña Alma, que en marzo cumplirá tres años. La hipótesis más fuerte es que fue asesinada, pero sus allegados no pierden las esperanzas de hallarla viva.
Rosalía se mostraba muy preocupada los meses previos a su desaparición. Hasta llegó a decir a sus seres queridos, en medio de una crisis de nervios, que iba a quitarse la vida.
Hacía poco que se había separado de su pareja, quien tenía serias dudas sobre la paternidad de la pequeña Alma y había recurrido a la justicia para comprobarlo. Incluso había pedido un estudio de ADN que, según estaba previsto, iba a realizarse el 3 de julio.
La joven sabía que su beba era hija de otro hombre bastante mayor que ella, Juan Oscar Valdéz (hoy tiene 37 años), a quien conoció porque fue profesor de Educación Física suyo en la escuela, cuando completó sus estudios primarios. Él era casado, por lo que la relación entre ambos quedó en la más absoluta clandestinidad.
Rosalía y Juan hablaban por teléfono prácticamente a diario, más de una vez. Casi siempre era ella la que llamaba. Esa estadística se modificó el último día que se tuvo noticias de la muchacha.
Ese sábado fue él quien la llamó casi todas las 19 veces que charlaron. Sólo ellos saben de qué hablaron, pero casi con seguridad lo hicieron sobre la paternidad de Alma.
El sábado 1º de julio Rosalía fue por la noche al bar de Vázquez, donde a veces jugaba a las cartas, al “9”. “Tenía suerte en el juego”, aseguran sus conocidos. A las 22, habló con su madre y salió caminando hacia el sur, en dirección a la garita de colectivos ubicada a 150 metros.
A la misma hora, Valdéz saludó a su mujer y también salió de su casa, abordó su Toyota Corolla y partió.Testigos aseguran haber visto su auto en la parada a la que se dirigió la joven. A partir de entonces, sus teléfonos ya no volvieron a cruzarse. Ella se esfumó. Él no contestó los llamados de su esposa y regresó a su hogar a la 1 del día siguiente.
Cuando la policía comenzó a buscar a la joven, perros adiestrados siguieron el rastro de Rosalía hasta la garita y luego lo perdieron. Reaccionaron de igual modo cuando se los colocó frente al Toyota Corolla, que esa noche fue visto por testigos a orillas del arroyo Golondrina y también pasando raudamente por la Ruta 40.
Cuando los investigadores, encabezados por los fiscales del Ministerio Público de la Acusación, Gustavo Latorre y Martín Gauna Chapero, secuestraron el celular de Vázquez, él ya había “reseteado” el aparato y borrado una casilla de correo electrónico.
Alguien le avisó que era sospechoso e iban a detenerlo el jueves. Por eso, fueron allanadas las casas de dos policías locales. También se realizó un operativo similar en un centro público de salud local, ante la presunción de que tiempo atrás Rosalía pudo hacerse un aborto.
Algunas versiones indican que la muchacha habría sido entregada a una red de trata, por lo que se realizan trabajos de inteligencia con colaboración de Gendarmería Nacional en las zonas aledañas y en otras provincias como Chaco y Misiones. El mayor temor de su familia es que haya sido asesinada, pero aguarda con esperanza, mientras marcha periódicamente acompañada sólo por la pequeña sociedad de Fortín Olmos.
Valdéz sigue tras las rejas, en una celda de la Alcaidía de la Unidad Regional XIX, imputado por ahora de “retención y ocultamiento de persona para coaccionar agravado por la calidad de la víctima”.
Hace tres semanas, se confirmó que este hombre es el padre biológico de Alma. Recién allí la familia de Rosalía supo de la relación entre ambos.
El gobierno provincial ofreció una recompensa de 1 millón de pesos para quien aporte datos que permitan determinar el paradero de Rosalía, pero hasta el momento todo sigue en el más absoluto misterio.
Geolocalización y ADN
“Ahora vamos a hacer pruebas de ‘geolocalización’, para determinar con precisión dónde estaban los teléfonos de Jara y Valdéz cuando se realizaron las llamadas y cuándo se apagó el teléfono celular de ella. Es un estudio que van a hacer peritos de la Universidad Tecnológica Nacional de Buenos Aires. Tienen que venir los especialistas, que van a poder precisar los puntos con un margen de error de hasta 70 metros”, explicó el fiscal Gustavo Latorre.
“Además, mandamos muchos pelos para peritar, entre 300 y 400. En Rosario, se apartaron 112 para el laboratorio genético, pero sólo en 3 encontraron perfil genético, ninguno de Rosalía. Ahora, las muestras fueron enviadas a Buenos Aires, para un análisis más minucioso”, puntualizó el funcionario.
“Daba todo por su Alma”
“Rosalía era una chica tímida, sumisa, pero de carácter fuerte. Hoy tendría 20 años, porque nació el 12 de septiembre de 1997, en Fortín Olmos. Conoció al profesor de gimnasia cuando iba a la escuela para completar sus estudios primarios. Nosotros no sabíamos nada de la relación de ellos. Ni sospechábamos. Nos enteramos cuando salió lo del ADN de la beba”, dijo a El Litoral Mónica Pérez, tía de la joven.
“Ella vivía por su familia -agregó la mujer-, que era su mamá, sus hermanos y fundamentalmente su Alma.Los adoraba a todos, pero se desvivía por su chiquita. Yo tengo un kiosco y ella venía todos los días a comprar. Siempre era lo mismo: un juguito, un pañal, una bolsa de ‘tutucas’ y si le quedaba alguna moneda un cigarrillo para ella. A veces, no le alcanzaba para el cigarrillo y yo le daba igual”.
Mónica, al igual que el resto de la familia, mantiene la esperanza de hallar a su sobrina con vida. “Creo que tal vez le dijo a este señor que se tenía que hacer cargo de Alma. Se le iban a venir un montón de problemas encima. Todavía pienso que Rosalía puede estar viva. Sueño con que pueda criar a su pequeña, que el 24 de diciembre esté sentada a la mesa con todos nosotros para festejar la Navidad. Seguimos luchando para eso, con la fuerza que nos da Alma”, concluyó.