Joaquín Fidalgo | jfidalgo@ellitoral.com
Nuevamente descarrilaron vagones de una formación ferroviaria en una zona densamente poblada, donde las precarias viviendas construidas sobre el terraplén forman un reducido pasillo por donde pasa el tren todos los días.
Joaquín Fidalgo | jfidalgo@ellitoral.com
“Siempre escuchamos cuando pasa el tren. Todas las madrugadas. Sentimos la bocina y listo. No pasa nada. Esta vez fue un chisperío bárbaro contra las chapas. Tumbó las camas, el ropero, la heladera. No nos mató, porque no nos mató”, contó este sábado Miguel, un changarín que vive en un rancho construido sobre el terraplén del ferrocarril junto a sus dos hijos, de 13 y 7 años.
Los tres residen en el lugar desde hace aproximadamente ocho años. “A mi hijo más chico se le cayó un mueble en la cabeza y le cortó la cara”, enfatizó, mientras señalaba la cicatriz que lleva en la frente el pequeño.
El hombre, que tiene 50 años, recordó: “Saltamos y escapamos de la casa como pudimos”.
“Sabemos que es un peligro, porque ya pasó otras veces, pero no tenemos adónde ir. Los terrenos cuestan plata y yo no tengo”, se lamentó parado en la entrada de su rancho, que estaba inclinado en toda su estructura y evidentemente al borde del colapso.
El nuevo incidente se desencadenó aproximadamente a las 5 de este sábado, cuando uno de los vagones de la formación descarriló y se desenganchó, lo que provocó que otro también salga de los carriles. Todo tuvo lugar en el tramo ubicado entre las calles Juan de Garay y Salta, donde los vecinos han construido hileras de precarias viviendas de chapa sobre el terraplén, a ambos márgenes de la vía. Las chapas de los ranchos forman allí un angosto pasillo por donde apenas puede circular el tren.
Posiblemente el hecho de que los vagones hayan estado vacíos influyó para que este episodio no haya terminado con consecuencias fatales.
Este sábado al mediodía, personal policial custodiaba el lugar, mientras trabajadores de la Empresa Belgrano Cargas trabajaba para volver a encarrilar los vagones.