El abuso sexual infantil es una de las peores formas de violencia contra niños, niñas y adolescentes. A pesar de ser una problemática que atraviesa a todos los países, culturas y estratos sociales, la mayoría de los casos no son detectados ni denunciados. Los mitos y prejuicios en torno al mismo agravan la situación y contribuyen a la revictimización.
Según indicó el relevamiento de la Organización Mundial de la Salud, el 20% de las niñas y el 7,6% de los niños son víctimas de abuso sexual antes de cumplir la mayoría de edad. El 10% de los casos se denuncia y, de los que llegaron a esta instancia, tan sólo el 0.1% tiene condena firme.
Esto se debe a las características de este tipo de delito, como el hecho de que no suele haber lesiones físicas que contribuyan a identificar al abusador, no existe una conducta específica de las víctimas que ayude a su detección, y tampoco suele haber testigos.
Según Unicef, "todos estos factores, sumados a mitos enraizados y prejuicios culturales que operan en detrimento de los niños cuando toman la palabra para develar sus padeceres, hacen que el diagnóstico y posterior denuncia sean una tarea compleja". Todo esto "agrava la situación porque sin detección los niños no reciben tratamiento, ni protección, ni justicia".
La Médica Psiquiatra Infanto Juvenil Silvia Ongini, cofundadora del Centro de Prevención y Atención de Abuso Sexual en la Infancia y Adolescencia (CePASI), dialogó con El Litoral para "desmitificar" algunas de las premisas más socialmente arraigadas en torno al abuso sexual infantil:
"Los niños mienten, inventan, fantasean. Por lo tanto, sus dichos no son creíbles"
"Estas afirmaciones indican prejuicios arraigados en nuestra sociedad que son empleados para descalificar e invalidar los dichos de los niños", señalan desde Unicef. "Los niños pequeños no poseen las habilidades madurativas, cognitivas ni evolutivas que se requieren para inventar, fabular, y sostener mentiras complejas de un modo creíble".
"Las mentiras de los niños pequeños son simples, y cualquier especialista se da cuenta enseguida. Tienen objetivos concretos", dijo Ongini. Además, agregó que "a partir de los 3 años ya pueden diferenciar fantasía de realidad". Por eso, decir que los chicos mienten no es más que "un argumento para defender abusadores".
"Los niños pueden ser inducidos, programados"
"La realidad es que hoy en día tenemos elementos científicos que demuestran que a un niño, sobre todo a los preescolares, no le podes generar recuerdos de cosas más allá de la cotidianidad (con mucho trabajo podrías hacerle creer que alguien le leyó el cuento que el leen todas las noches, cuando en verdad nunca lo hizo). De ninguna manera le podes hacer creer que vio el pene de alguien, o que fue sometido a situaciones que van más allá de ciertos límites psíquicos que ya están establecidos, por ejemplo el pudor", indicó la psiquiatra.
"Los agresores son personas aisladas socialmente que tienen un perfil de personalidad específico y algún tipo de enfermedad mental o perversión"
"Esta es una construcción imaginaria que termina siendo funcional para invisibilizar a los verdaderos abusadores. La realidad es que no hay un perfil psiquiátrico específico", señala Ongini. De hecho hay condenados por este tipo de delitos "que tenían cargos como jefes de Pediatría en hospitales, curas muy renombrados, monjas, jueces y docentes. No hay un perfil que nos permita detectarlos".
Desde Unicef se indica que los abusadores "circulan en la sociedad y pasan desapercibidos porque su conducta social (lo que se ve) no muestra su conducta sexual (aquello que no se ve)".
"Los abusos sexuales ocurren contra NNyA de familias con menores recursos"
"El ASI es transversal a toda la sociedad. Las familias de más recursos no suelen tener a los servicios sociales tan cercanos, en cuanto a la observación. La mirada de las instituciones que protegen los derechos no están tan aceitadas para todas las clases sociales, sino que muchas veces son las más vulnerables las que están en la mira", explicó la psiquiatra.
Para Unicef, "el mito se explicaría por la existencia de un subregistro estadístico de los casos que afectan a los niveles socioculturales más acomodados, ya que suelen denunciarse aún menos que el resto".
"Está instalado en algunas culturas. Al ser así, a esos niños no les produce daño"
"Este es un mito terrible. Generó que hace algunos años un juez que intervenía en el caso de una niña de 12 años embarazada de su padrastro, ambos pertenecientes a la comunidad Toba, determinara que 'como estaba instalado en la cultura no era tan dañino'. La realidad es que si bien la cultura nos incide, no modifica las características de neurodesarrollo de un sujeto. No es que un ser humano por pertenecer a una determinada cultura va a madurar más rápido que otro. Los aspectos de maduración subjetiva y neurobiológica que tienen que ver con la sexualidad, la capacidad de consentimiento y con la asimetría, no dependen de la cultura", explicó la psiquiatra.
"Si hubo placer, hubo consentimiento"
"Esto es gravísimo, porque muchas veces los NNyA se sienten 'especiales', y da placer sentirse especial para alguien. Además, pueden tener distintos cambios fisiológicos por estimulación, sobre todo los varones, pero eso no significa de ninguna manera que haya consentimiento ni que se sea copartícipe de esa situación", resaltó Ongini.
"Las denuncias suelen ser inventadas por las madres"
En nuestro país tuvo amplia divulgación el SAP (Síndrome de Alienación Parental), que consiste en asegurar que un progenitor intencionalmente induce a su hijo para que, sin causa, rechace al otro. Desde Unicef, indican que "a pesar de haber sido refutado por la comunidad científica nacional e internacional, el SAP se emplea como estrategia para conseguir ante la Justicia una defensa exitosa en casos de abuso sexual intrafamiliar y en disputas por la custodia y el régimen de visitas. Su utilización provoca que no sean tenidas en cuenta las particularidades de cada caso de abuso sexual cometido contra los NNyA y esto impide distinguir los casos verdaderos de los falsos.
Lo expuesto no implica desconocer la existencia de denuncias falsas deliberadas. Las hay, pero en un número muy inferior de lo que suele creerse. Es importante destacar que el empleo del SAP refuerza asimetrías históricas, invisibiliza y debilita a las verdaderas víctimas vulnerables en nuestra sociedad: las niñas y los niños".