Por Carlos Retamal
La muerte de un bebé de un año durante una balacera contra una familia que estaba dentro de un auto demuestra que nadie está a salvo. Hace menos de 3 meses, en otro hecho similar marcado por el trasfondo narco, otro menor, esta vez de 18 meses, corrió la misma suerte. En ninguno de los casos hay pistas firmes sobre los homicidas.
Por Carlos Retamal
El doble crimen sicario registrado en el atardecer del sábado 23 de abril en barrio Larrea tiene algunas similitudes con el triple asesinato cometido a fines de enero a la salida de un casamiento, en jurisdicción de Ibarlucea, en las afueras de Rosario: los sicarios llegaron en camioneta, descargaron una lluvia de balas contra al auto de las víctimas y por el momento no hay pistas sobre sus identidades. Pero también hay otra similitud: dos de las víctimas fueron niños que quedaron en la línea de fuego.
En la madrugada del sábado 29 de enero, tres personas fueron masacradas a tiros a la salida de un casamiento en un salón de fiestas ubicado sobre avenida 25 de mayo al 5300, más conocida como la ruta provincial 34S, que une Granadero Baigorria con Ibarlucea. Entre las víctimas estaba Elena Giménez, de 18 meses, que recibió al menos media docena de impactos y murió poco después de llegar al hospital Eva Perón, de Granadero Baigorria.
Casi 84 días después, otra criatura, Ciro Caminos, de tan solo un año, fue víctima de esta demencial ola de violencia y muerte que azota a Rosario y parte del departamento, donde las balaceras están a la orden del día. Recibió varios impactos y también falleció en el hospital Eva Perón.
Hay un promedio diario de al menos 8 ataques a balazos en distintos puntos de la ciudad, que en algunos casos tienen como víctimas a personas inocentes, entre ellos niños y niñas que o estaban jugando en el momento preciso en el lugar no adecuado o acompañaban a potenciales víctimas de ataques. Antes de la muerte de Ciro, otro niño de 10 años fue herido en el marco de una aparente disputa territorial entre dos banditas, que se cobró la vida de una anciana de 74 años, que salió a la calle a pedir que dejaran de disparar porque había chicos jugando.
Como si se tratara de golpes a repetición, la realidad de la tercera ciudad del país viene salpicada de manchas de sangre. El violento episodio de hace 48 horas, registrado en una calle de poco tránsito, ubicada en un sector alejado de barrio Larrea, causó y sigue causando conmoción. La flamante jefa de policía de Rosario, Margarita Romero, pidió no naturalizar estos hechos y admitió que el crimen del niño la movilizó mucho.
“La sensación que queda es muy fea. Opino como mujer, y madre a la vez, es muy triste y lamentable que sucedan esas cosas con niños. Vamos a poner todo el esfuerzo para desalentar todo este tipo de situaciones”, remarcó Romero, quien además agregó: “El tipo de delincuente que tenemos hoy en día es muy lamentable, por el tipo de violencia que usan y porque no respetan la vida”.
En este caso, esa falta de respeto a la vida tiene un probable trasfondo ligado al narcotráfico, dejando de lado las peleas por territorio entre bandas. Al menos eso dejó entrever la fiscal en turno de la Unidad de Homicidios Dolosos, Georgina Pairola al señalar entre otras cosas que una de las víctimas (Marcos Máximo Caminos), tenía antecedentes con causas vinculadas con la ley de estupefacientes y en la casa que habitaba junto a su pareja se hallaron 8 ladrillos de marihuana, cocaína y dinero (6,4 kilos de marihuana; 81 dosis de cocaína; casi 8 mil pesos y 100 dólares).
La fiscal remarcó que si bien hay algunas hipótesis que señalan que el ataque pudo haber sido como consecuencia de una pelea entre bandas, primero “hay que establecer el móvil concreto para saber si es una lucha entre bandas o es un hecho vinculado a la misma banda a la que pertenecía la víctima”.
Y también mencionó que no había asentada ninguna denuncia por amenazas previas al ataque, pero en la casa donde se hizo el allanamiento había “algunas incidencias que dan cuenta de balaceras previas a la familia que están evaluando”.
La camioneta que fue hallada incinerada a menos de 10 cuadras del lugar del doble crimen fue robada de levante (estaba estacionada y se la llevaron) el jueves de la semana pasada, desde una calle de la zona sur, remarcaron fuentes del caso. Con el rodado quemado se quemaron también las huellas, por lo que los investigadores están tras las cámaras de seguridad públicas y privadas existentes entre calle Colombia al 1300 bis y la esquina de Cullen y Génova, para ver si hay forma de identificar si son las mismas personas quienes la llevaron hasta ese lugar y en qué vehículos huyeron.
Este martes está previsto que también se realicen pericias balísticas con el auto de la víctima, para intentar determinar la trayectoria de las balas (se incautaron 38 vainas calibre 9 milímetros) y de esa manera descubrir, entre otras cosas, cuántos fueron los tiradores.
Además de las dos víctimas fatales, también resultó herida la pareja de Caminos y madre de Ciro, Micaela B., de 26 años. La joven está internada en el hospital de Granadero Baigorria, donde fue operada en la noche del sábado. Fuentes del hospital indicaron que permanece alojada en el área de cuidados intensivos, con asistencia respiratoria y que su cuadro es grave.
Las estadísticas indican que en los primeros 115 días del año se llevan registrados un total de 88 asesinatos en el departamento Rosario y 26 de ellos se han cometido en lo que va del mes de abril. Dos de las víctimas fueron menores de 2 años, pero también hay otro flagelo, que quizás queda oculto por el andar de los sicarios: hay 17 mujeres asesinadas.
La última de las víctimas fue Magdalena Nélida Acosta, de 74 años, quien fue atacada en horas de la tarde del pasado jueves 21 de abril cuando estaba en la puerta de su vivienda ubicada en pasaje Rafaela al 5200, de barrio Ludueña.
Según la investigación a cargo del fiscal de homicidios dolosos Adrián Spelta, Magdalena estaba junto a una nieta de 9 años y varios vecinos cuando pasaron varias personas con sus rostros cubiertos, que se tirotearon desde dos vehículos.
La mujer pidió que dejaran de tirar porque había chicos jugando en la calle y como respuesta recibió al menos una decena de impactos, por lo que fue trasladada en un auto hasta el hospital de Emergencias junto a su nieta, quien fue alcanzada por un disparo en un pie.
La mujer fue alojada en el área de cuidados intensivos y pese a los esfuerzos del personal médico, falleció en el atardecer de este domingo 24.