Existe una ley no escrita entre los presos que ordena castigar con el máximo rigor a todo aquel que lastime o mate a una criatura. Quienes están tras las rejas saben de este postulado, y lo aplican sin ninguna excepción.
Atentó contra su vida mientras estaba detenido en una comisaría. Al ver la situación los agentes policiales lo salvaron.
Existe una ley no escrita entre los presos que ordena castigar con el máximo rigor a todo aquel que lastime o mate a una criatura. Quienes están tras las rejas saben de este postulado, y lo aplican sin ninguna excepción.
Y esto fue lo que pasó con Jonatan Nahuel Zacarías (18), el joven que fue detenido y acusado de golpear salvajemente a una niña de 2 años que aun lucha por su vida desde la unidad de terapia intensiva del hospital Orlando Alassia.
En ese demencial suceso ocurrido la noche del sábado en Santo Tomé, también resultó herido un hermanito de la nena, de 4 años, aunque con lesiones de carácter leve.
Tras permanecer varias horas en condición de prófugo, finalmente la tarde domingo personal policial logró encontrar a Zacarías oculto en casa de su madre, desde donde se lo llevó detenido.
Como es de rigor el nombrado fue trasladado a una dependencia policial de la ciudad (se omite el lugar por cuestiones de seguridad) donde quedó a la espera de ser llevado a Tribunales para la audiencia imputativa.
Pero ni bien Zacarías puso un pie en la comisaría, toda la "población" de detenidos hizo sentir el desprecio y rechazo a su presencia.
Si bien se lo puso en un lugar aislado (sin contacto con el resto de los presos) durante toda la mañana del lunes y parte de la tarde se escucharon insultos y todo tipo de amenazas que tenían como destinatario a Zacarías.
Para dejar en claro su posición, los presos arrojaban agua caliente en dirección al lugar donde estaba el mencionado, e incluso realizaron maniobras para impedir que éste pueda bañarse o realizar su necesidades fisiológicas.
Así las cosas, y para evitar males mayores, el personal policial decidió trasladar al imputado a otro calobozo alejado del resto de la vista de los presos.
Pero cuando cumplían dicho trámite los actuantes notaron que Zacarías se mostraba vacilante, tembloroso y con signos evidentes de estar pensando en una auto-agresión.
Atento a ello se lo despojó de cualquier elemento punzo-cortante que tenga cordones o hilos que podría utilizar para tal fin.
Acto seguido el acusado comenzó a rezar a viva voz hasta que en un momento dado no se escuchó más nada. De inmediato los agentes fueron hasta la celda y lo encontraron colgando con una venda que tenía colocada a nivel del cuello.
Uno de los oficiales lo alzó mientras otro cortó la venda, recuperando así el detenido el aliento, quien así y todo tuvo fuerzas para transmitir su deseo de ser trasladado a otra comisaría.
Todo lo acontecido fue comunicado a las autoridades policiales como así también al fiscal en turno, quien dispuso una serie de medidas para asegurar el alojamiento del detenido mientras se tramita el correspondiente proceso judicial.