Danilo Chiapello
Lo dice Luis Solís, el padre del hombre que consumó la masacre en barrio Santa Lucía.
Danilo Chiapello
Se lo ve devastado, quebrado. Pero antes de empezar a hablar aclara: “Yo no soy víctima; las víctimas son los muertos y sus familias”. Vestido con un pantalón bermuda y una camiseta de la selección argentina de fútbol, Solís recibió a El Litoral en su casa, en la única entrevista personal que concedió.
De aquella fatídica siesta del viernes 29 de diciembre recuerda que “yo estaba acá en mi casa preparándome para ir a trabajar. Eran las 14.30 cuando recibo un llamado de mi otro hijo mayor. Me dice llorando: ‘¡¡Papá, papá... el Facu hizo una locura!!”.
“—¿Qué locura hizo? -le pregunté, pero seguía llorando. Entonces me voy hasta la casa de este hijo. Cuando llego, estaba hablando por teléfono con Facundo. Me pasa el teléfono y Facundo me dice: ‘Papi me mandé una macana’. Estoy con la pistola en la mano y tengo munición en recámara. Te doy con el policía que está acá al lado mío”, recordó.
“Me pasa con el policía y éste me dice: ‘Tu hijo se mandó una c.... tenemos la casa rodeada, porque está atrincherado con un arma. ¿Le podría decir que se entregue?, porque si no vamos a tener que entrar y puede pasar cualquier cosa. Entonces me pasan de nuevo con Facundo y le digo: no sé lo qué hiciste pero entregate. Del otro lado Facundo sólo me decía que le que cuide los chicos. Se hizo un silencio y terminó”, agregó.
Más adelante, Solís explicó que recién tomó dimensión de lo ocurrido minutos después, cuando estaba en camino al lugar del hecho: “Salgo con mi auto para ver qué había pasado. Prendo la radio y hablaban de tres muertos. Al rato dijeron cinco muertos. Entonces paré el auto y me puse a llorar”.
Facundo tiró una bomba
Buscando algo que explique lo ocurrido, Solís apela a una metáfora. Dice que lo de Facundo fue como una bomba atómica.
“A él lo metieron preso por tirar una bomba y matar gente inocente. Pero las secuelas que dejó alcanzan a más gente. Facundo provocó esas muertes, pero las consecuencias las paga la familia. Yo las pago. A mí todo esto me mató. Se me fueron las ganas de vivir. Yo tenía peñas y hacía fútbol. Pero ahora se me terminó todo. No me quiero poner en víctima. Sólo digo que sufro por todos esos inocentes, los que murieron y los que quedaron huérfanos”, confesó.
“Yo soy jubilado de la provincia, como agente penitenciario, pero tenía algunas ‘changas’ que ahora con todo esto las he perdido”.
Muerto en vida
En el último tramo Solís padre se refirió al peso de la condena social. “Yo sé que pedirle perdón a las víctimas y sus familias ahora parecen palabras vacías. Pero lo hago igual porque en esto no hay consuelo. El dolor se lleva para siempre. Le pido a Dios que los ilumine para que tengan resignación”.
“Es mi hijo el que hizo este desastre, pero en ese momento era un demonio. Facundo nos arrastró a todos a un infierno. Yo no lo perdono y creo que ni Dios va a perdonarlo... En algún momento, he pensado en tomar una decisión drástica porque la condena social está y no sé cómo seguir. Yo estoy muerto en vida. Y siento que todos los días camino por una cornisa”, cerró.
Aquel episodio de 2007 en barrio San Lorenzo
“El 7 de octubre yo estaba con mi nieto con la vereda. Apareció un sujeto herido de arma de fuego. Tenía un tiro en la cara. Me dice: ‘Solís ayúdeme que me están corriendo’. Meto a mi nieto adentro y le digo que voy a llamar una ambulancia.
“Pero resulta que a éste lo venían corriendo. Cuando me ven hablando con el, un sujeto se mete adentro de mi casa. Lo saco a los golpes y cuando está afuera saca un arma. Yo busco mi arma y lo corrí pero al llegar a la esquina estaban todos sus compinches. Eran 8 en total; estaban con pistolas y con ‘recortadas’.
“—Qué te pasa botón -me gritaban-. Entonces me pegan y después se armó un tiroteo. Me rodean y me pegan varios tiros. Yo repelo el ataque y mato a uno. Le pegué un tiro en la cabeza. A otros los dejo heridos. Hasta que caigo.
“Estuve 10 días en terapia intensiva. Después la justicia llegó a la conclusión de que fue en legítima defensa. Yo salí del sanatorio y me fui a mi casa. Pero ahora veo que algunos se agarran de eso. Estos días he escuchado a gente que dijo: ‘Vieron que Solís padre también era un asesino’”, lamentó.
Yo no influencié a Mariela
“Estoy en total desacuerdo con un artículo periodístico donde dice que yo influencié a Mariela para que levantara la denuncia. Tomaron a mal mis palabras. Yo sólo fui a la comisaría porque los dos me llamaron. Ella era muy amiga mía, porque hicimos el secundario juntos. Después de amiga pasó a ser familiar. Cuando salieron de la comisaría les dije: piensen lo que van a hacer; ustedes tienen dos hijos. Si se llevan mal, sepárense y listo. Eso fue todo lo que hice. Yo no tenía ningún poder sobre ella. Ella era dueña de sus actos. Fue un comentario de amigo a amigo. Nunca le dije levantá la denuncia”.