Rosalía Jara desapareció la noche del sábado 1° de julio de 2017 en Fortín Olmos, pequeña localidad del departamento Vera, en el norte de la provincia. Los investigadores piensan que fue asesinada en ese mismo momento. Sus restos aparecieron recién un año más tarde, el 26 de agosto de 2018, en un descampado de la zona, en el Paraje El Bonete. Por el paso del tiempo, fue necesaria la intervención del Equipo Argentino de Antropología Forense para confirmar que se trataba de la joven buscada. El criminal que le quitó la vida le rompió la cabeza y dejó tirado su cuerpo a la interperie en un paisaje inhóspito.
Por el aberrante crimen va a ser juzgado un hombre de 38 años llamado Juan Oscar Valdéz. Este sujeto fue profesor de Educación Física de Rosalía en la escuela primaria y algunos testimonios indican que desde entonces mantenía relaciones sexuales con ella, y le pagaba para ello.
La audiencia preliminar del juicio oral estaba prevista para el 20 de diciembre, pero se pospuso para los primeros días de febrero, a pedido de la querella. Es que los doctores Carolina Walker Torres y Martín Risso Patrón tomaron recientemente la representación de la familia y solicitaron tiempo para analizar los numerosos cuerpos que tiene el expediente de la causa.
“Este es un caso que viene con una acusación anulada en un primer momento. La verdad que presentaba bastantes problemas la investigación. Entrevistamos gente que nos dijo que la situación era irremontable, pero no es así. Tenemos elementos más que suficientes para demostrar la relación entre la desaparición y muerte de Rosalía con el acusado”, aseguró Risso Patrón.
“De los datos recogidos -agregó- surge que este hombre comenzó a tener relaciones sexuales con Rosalía desde que ella tenía 12 años. Estamos hablando directamente de violación. A esa edad, una persona no está en condiciones de consentir una relación sexual... y menos a cambio de dinero. Rosalía estaba en una situación muy vulnerable, era una chica de escasos recursos. Esto fue advertido por la fiscalía, pero nunca se le imputaron estos delitos”.
El abogado señaló también que había otras chicas que habían sufrido los mismos abusos. “Son cuatro o cinco menores de edad que además eran alumnas de él. Su profesión es una agravante para delitos sexuales, porque estamos hablando de que el abusador es una persona que tenía a su cargo la educación y la guarda de las víctimas. Por estos casos y por otros en los que acosó a estudiantes por las redes sociales terminó siendo separado de su cargo en la escuela. Estamos trabajando para lograr una condena por el crimen de Rosalía, con el agravante de la violencia de género. No tenemos dudas de que se trató de un femicidio y estamos muy seguros para el juicio oral”, manifestó el querellante.
“Tenemos que evaluar cada testimonio. Hay presentados 85 testigos, algo que es un despropósito. Va a ser un desgaste inútil, una tarea faraónica que no va a aportar tanto al proceso. Vamos a tratar de recortar eso y hacer hincapié en testimonios que sean clave tanto para comprobar el homicidio como los casos de abusos”, indicó.
Rosalía desapareció dos días antes de la fecha fijada para un estudio de ADN que iba a confirmar la paternidad de su beba. El padre era Juan Oscar Valdéz, el ahora acusado del crimen, un hombre casado que había sido su profesor de gimnasia en la escuela.
Ella lo llamaba periódicamente, según pudo constatarse en los registros. Ese sábado, él la llamó en varias oportunidades.
La joven tenía 19 años. Esa noche fue al bar de Vázquez, donde jugó a las cartas. Jugó al “9” y ganó, como casi siempre. A las 22 habló con su madre. Se aseguró de que su hijita estaba bien. Luego, salió y caminó 150 metros hasta la garita de la parada del colectivo. Fue la última vez que alguien la vio con vida.
Su teléfono se “murió” en ese momento, poco antes que ella. Su familia rápidamente esperó lo peor. “Ella jamás hubiese abandonado a su pequeña”, decían.
Por el caso, los investigadores rápidamente posaron sus ojos en Valdéz, quien la noche de la desaparición se ausentó de su casa entre las 22 del sábado y la 1 del día siguiente. En ese período de tiempo, no atendió su teléfono ante los insistentes llamados de su esposa.
Algunos testigos aseguran haber visto por esas horas su Toyota Corolla blanco a orillas del arroyo Golondrina y también cuando circulaba a gran velocidad por la ruta 40.
Cuando los fiscales del Ministerio Público de la Acusación, Gustavo Latorre y Martín Gauna Chapero, pudieron secuestrar su celular, él ya había borrado todos los datos del aparato.
Alguien le avisó que era sospechoso e iban a detenerlo el jueves. Por eso, fueron allanadas las casas de dos policías locales. También se realizó un operativo similar en un centro público de salud local, ante la presunción de que tiempo atrás Rosalía pudo hacerse un aborto.
Rosalía, que hoy tendría 22 años, tuvo una hija hace cuatro. El padre de la pequeña es justamente Valdéz, según pudo demostrarse luego de la desaparición, a través de un estudio de ADN. La relación entre ambos siempre se mantuvo en secreto.