Carlos Retamal
La ciudad más importante de la provincia de Santa Fe sigue a la cabeza en la cantidad de muertes violentas. Continúa en preocupante ascenso la cantidad de asesinatos de mujeres y menores. Además, ya se registran 195 asesinatos en 241 días de 2022, que equivale a uno cada 30 horas.
Carlos Retamal
Rosario, la ciudad ubicada a orillas del río Paraná, que mira atónita como todos los días aparecen focos de incendios en las islas del delta ubicadas frente a sus costas, también ve cada día con mayor desesperanza como los violentos ganan las calles, dejando sumida a gran parte de su población en el miedo, la desazón, la protesta y la resignación.
En el octavo mes de 2022, Rosario tuvo 31 homicidios, lo que equivale a uno cada 24 horas, con la salvedad de que en los últimos cinco días no se registraron crímenes. Las frías estadísticas señalan además que del total, 6 fueron mujeres, 4 fueron menores de 18 años y el resto fueron mayores de entre 18 y 81 años (la más longeva fue una anciana, asesinada a golpes en su casa). Los escenarios más usados fueron barrio Ludueña, con 7 crímenes; Tablada y Vía Honda, con 3 cada uno, y Empalme Graneros, con 2.
En 31 días de agosto fueron asesinadas 6 mujeres. La primera de ellas fue Melina Graciela Gallo, de 34 años, quien murió el 1° de agosto en Ayacucho 4100 de barrio Tablada, en la zona sur. Unos minutos después de las 21.30 ingresaron varios llamados denunciando que se habían escuchado múltiples detonaciones de arma de fuego y que había una persona herida en la vereda. A los pocos minutos llegaron policías en distintos móviles, y encontraron a un adolescente de 16 años gravemente herido, que fue trasladado hasta el hospital de emergencias, donde ingresó con múltiples heridas de bala en cráneo, tórax y mano izquierda y quedó internado en grave estado y con pronóstico reservado.
Tras escuchar el relato de algunos residentes en la zona, varios policías ingresaron a una vivienda donde encontraron sin vida a Melina Gallo. El médico policial constató que presentaba varios disparos de arma de fuego en distintas partes del cuerpo y que en la vivienda no había desorden.
Dos días más tarde -3 de agosto- fue el turno de la adolescente Zoe Romero, de 15, asesinada en Garzón al 3800, de barrio Moderno, en el oeste rosarino.
Pasadas las 21, mientras Zoe estaba en la puerta de su casa, aparecieron dos personas en moto que, sin que hubiera alguna palabra de por medio, comenzaron a disparar contra al frente de la casa. Otra versión indica que al menos uno de los atacantes llegó y tocó la puerta de la casa, y que quien salió a atender fue Zoe.
Lo que ocurrió instantes después fue que la adolescente recibió varios disparos en el tórax y quedó tendida en la vereda, gravemente herida. Familiares la trasladaron en un vehículo particular hasta el hospital de emergencias, donde llegó sin signos vitales y pese a las tareas de resucitación cardiopulmonar, falleció.
Le siguió Joana Belén Ortolan, muerta a tiros durante la madrugada del lunes 15 en la zona de Gaboto y Camilo Aldao, en un extremo de barrio Triángulo, a escasos metros del inicio de barrio Villa Banana. Cerca de las 5.30 de ese lunes, Joana recibió varios impactos de arma de fuego. No se sabe hasta el momento en que circunstancias se cometió el ataque ni cuántos fueron los autores del hecho. Joana quedó tendida en el piso y varios vecinos que se asomaron a ver qué había pasado denunciaron la balacera al 911. Algunos minutos más tarde llegaron al lugar policías y personal médico, que tras revisar a la mujer, la trasladó en ambulancia hasta el hospital de emergencias, donde falleció.
Cerca de las 17 del miércoles 17 de agosto, en inmediaciones de calle Provincia de Misiones al 2100, a metros de la colectora de avenida Circunvalación, barrio Santa Lucía, en el oeste de Rosario, personas pasaron en moto y efectuaron múltiples disparos contra una pareja que estaba tomando mate en la puerta de una vivienda. Como consecuencia del ataque, Catalina Aquino, de 63 años, recibió varios impactos de arma de fuego en distintas partes del cuerpo y quedó tendida en el piso, gravemente herida. Mientras que su pareja, Carmelo P., de 58 años, fue alcanzada por un disparo en el tórax. Ambos fueron llevados en un auto hasta el hospital de emergencias, donde la mujer falleció a los pocos minutos de ingresar.
El viernes 19 se conoció el deceso de Amalia Molina, una anciana de 81 años que estaba internada desde el 21 de julio, luego de haber sido atacada a golpes en el interior de su vivienda, ubicada en Mitre al 3000, de barrio Hospitales, durante un presunto intento de robo.
Y la última fue una joven de 26 años, Victoria Soledad Páez, quien fue atacada a tiros en la tarde del miércoles 24, en la zona de avenida Uriburu al 6000, entre las avenidas Las Palmeras y Circunvalación, en el extremo oeste de Rosario, en una zona recta en la cual hay campos de lo que alguna vez fue tierra donde proliferaban las huertas.
Lucas Vega Caballero tenía 13 años y fue asesinado en la noche del 1° de agosto. Había terminado de cenar y fue hasta la esquina de González del Solar y Génova, en el corazón de barrio Emaús o Fisherton Oeste, en el noroeste rosarino. Por ese lugar pasó un auto con varias personas que, al parecer sin más razón que hacer daño, infundir miedo o tirar por tirar, comenzaron a disparar contra el grupo que estaba en la esquina.
Al menos cuatro de los adolescentes que estaban en ese lugar fueron alcanzados por los plomos. La peor parte se la llevó Lucas, que recibió un tiro en el pecho. Fue llevado al hospital Eva Perón de Granadero Baigorria, el más cercano a su casa, donde llegó sin signos vitales y pese a las tareas de reanimación, falleció. Los otros tres heridos, Javier (familiar de Lucas) Fabricio y Dylan, todos de 15 años, fueron atendidos y se encuentran fuera de peligro.
También el lunes 1°, pero en horas de la madrugada, una persona estaba en el techo de una vivienda ubicada en San Lorenzo al 3200, de barrio Agote, a muy pocas cuadras de la terminal de ómnibus, al parecer con intenciones de robo. El dueño de casa, hijo de un policía retirado, lo vio y según su relato, esta persona (no identificada) le efectuó al menos un disparo y él hizo lo propio con su arma. Según dijo, el presunto asaltante logró salir por los techos, para ir a pedir ayuda en un local de comidas rápidas ubicado a menos de 200 metros. El joven fue llevado en ambulancia hasta el hospital de emergencias, donde falleció.
Por este hecho, que tomó gran trascendencia mediática, la fiscal en turno de la Unidad de Homicidios Dolosos, Gisela Paolicelli, señaló que en esta etapa preliminar de la investigación “están dados todos los elementos que la ley prevé para un caso de legítima defensa presunta, que es cuando se hace presente una persona a la noche, habiendo escalado o logrado quebrar los cercos de una propiedad, lo cual habilita a la persona a repeler esa agresión. Este es el caso”, sostuvo, teniendo en cuenta que personal del gabinete criminalístico encontró en los techos un arma calibre 22, de color plateada, y que se hallaron manchas de sangre en los techos y en una columna de alumbrado, y que hay un recorrido hasta la zona donde finalmente el herido pidió ayuda.
Además, mencionó que el dueño de la vivienda es legítimo usuario de un arma, que la misma estaba registrada y que contaba con todas las autorizaciones legales para su portación.
Barrio Ludueña, ubicado en el noroeste de Rosario, es en este 2022 la zona más violenta y sangrienta. Fue noticia a mediados de febrero, cuando personas en moto pasaron y atacaron a tiros el frente de la comisaría 12ª, volvió a ser noticia ese mismo día, luego que personal del Comando Radioeléctrico realizara varios allanamientos en los barrios Ludueña, Belgrano Oeste y en Cabin 9 (límite con la ciudad de Pérez), en los cuales detuvo a 4 hombres y 3 mujeres, supuestamente vinculados con ese y otros ataques a tiros.
Ese ataque, y otro posterior realizado en horas de la tarde (cuando los 7 presuntos integrantes de la banda a cargo de las balaceras estaba tras las rejas) a la subcomisaría 24ª, ubicada a 20 cuadras de la 12ª, pusieron en alerta máxima a las autoridades de la Unidad Regional II, quienes decidieron que un efectivo policial se instale en el frente de cada una de las dependencias policiales, equipado con chaleco antibalas y armas largas “a los efectos de repeler cualquier agresión externa”. Esa noticia y novedad quedó sin efecto a los pocos días, y hoy las balas y la muerte siguen sumando víctimas en esa barriada.
Una de las víctimas fue un joven de 30 años, quien cerca de las 19.30 del sábado 6, mientras estaba armando empanadas para ayudar a los pibes de un club de barrio a juntar plata para viajar a un torneo, recibió varios impactos de arma de fuego y murió pocos minutos después de ingresar al hospital de emergencias.
El asesinato ocurrió en la zona de Magallanes y Vélez Sarsfield, cuando personas que en principio pasaron en una moto efectuaron múltiples disparos hacia otras que estaban en inmediaciones de una vivienda. Algunos de los proyectiles de esa seguidilla de disparos impactaron en el cuerpo de Esteban Fernando Cuenca, de 30 años, quien era conocido en el barrio como “Chuchu” y era jugador y daba una mano en el barrio en el Club Atlético Defensores Unidos, también conocido como el Defe.
“Chuchu” estaba en la vereda cuando recibió varios impactos en la zona del tórax y la ingle, que lo dejaron tendido sobre la vereda, a centímetros de donde estaba cocinando. Varios vecinos lo cargaron en un auto y lo llevaron hasta el hospital de emergencias Clemente Álvarez, donde llegó sin vida y pese a las tareas de reanimación en el área de guardia, falleció.
Además de “Chuchu”, resultaron heridos un niño de 9 años; una adolescente de 12 y tres jóvenes de entre 27 y 30 años. Según el parte oficial difundido por el Ministerio Público de la Acusación, “los datos recabados en la escena dan cuenta que no hubo enfrentamiento de los sindicados del hecho (presuntos integrantes de dos banditas que se disputan territorio) con efectivos policiales al momento del hecho. Imágenes registradas por vecinos de la zona dan cuenta de situaciones ocurridas una vez cometido el homicidio y se suceden cuando personal policial arriba a la zona de hecho”.
Es una angosta calle que nace en bulevar Seguí y se corta a menos de 200 metros al sur, en un extremo de barrio Vía Honda, en el oeste rosarino, fue noticia por varios hechos resonantes, todos de extrema violencia.
En 12 días se cometieron tres asesinados, entre las alturas del 3700 y 3900, una de las víctimas tenía 20 años, se llamaba Jorge Alberto Bustos y fue acribillada a tiros cerca de las 17 del miércoles 9, cuando estaba en inmediaciones de un amplio espacio público que se usa como canchita de fútbol y lugar de juegos de chicos. Los atacantes llegaron en auto y lo ejecutaron a la vista de todos, sin importar que a muy pocos metros había pibes jugando.
La siguiente víctima fue Alejandro Tourn, de 26 años, quien 10 días más tarde -19 de agosto- fue atacado a tiros cuando estaba en el interior de un automóvil Fiat Duna, sentado en el asiento del acompañante. Las balas partieron desde el interior de otro auto, que se le puso a la par en una zona de difícil acceso y maniobra, demostrando que quien iba al volante conocía la zona a la perfección.
La tercera muerte en esa zona ocurrió dos días después, alrededor de las seis de la tarde del domingo 21, cuando Miguel Eduardo Leiva, de 57 años, estaba sentado en la puerta de su vivienda, ubicada a pocos metros de la canchita. A esa hora, mientras todavía había gran cantidad de niños disfrutando de una jornada de juegos que habían organizado en el barrio por el Mes de las Infancias, apareció otro automóvil, esta vez un Volkswagen Gol, con varias personas en su interior que lo atacaron a tiros.
Mientras el auto se daba a la fuga a toda velocidad, vecinos llamaron a la Policía y a personal médico, que llegó un rato más tarde y constató el fallecimiento de Leiva.
Un rato más tarde, a unas 15 cuadras, policías vieron un auto similar al usado para el fatal ataque. Al revisarlo, en su interior hallaron tres pistolas una Beretta, una Glock y una Browning, varias municiones y algunas vainas servidas, por lo que se detuvo a sus cuatro ocupantes, 2 mayores, identificados como Emiliano S. y Jacinto G.D., y 2 menores de edad.
Voceros señalaron que el auto tenía pedido de secuestro activo por robo. Dos días después, los cuatro fueron imputados por el crimen.
En la tarde del domingo 14, una camioneta del Servicio Penitenciario que trasladaba a un preso después de una salida transitoria, fue atacada a tiros a muy pocas cuadras del complejo penitenciario N° 16, ubicado en la ciudad de Pérez. El detenido, identificado como Osvaldo “Popito” Zalazar, de 31 años, recibió al menos una decena de impactos, muchos de ellos en la espalda, por lo que fue internado en grave estado en el hospital de emergencias, donde murió el miércoles 17.
El ataque fue llevado a cabo por personas que se movían en un Ford Focus color blanco, quienes dispararon al menos 30 proyectiles de distinto calibre contra uno de los costados de la camioneta (que recibió más de 25 impactos).
Por el ataque, personal del Comando Radioeléctrico y de la Policía de Acción Táctica detuvo en el atardecer de ese domingo, durante un operativo cerrojo en inmediaciones de Medrano y Alem, en la ciudad de Pérez, un Ford Focus de color blanco, con 3 personas.
En el interior del auto había una pistola ametralladora MK2, una pistola calibre 9 milímetros y varias vainas servidas, que fueron secuestradas para ser peritadas. Los tres ocupantes del auto quedaron detenidos y a disposición de la Justicia.
En base a datos propios y al informe que genera y corrige en forma periódica la Dirección de Política Criminal de la Secretaría de Política Criminal y Derechos Humanos - Fiscalía General, la Subsecretaría del Observatorio de Seguridad Pública y la Subsecretaría de Prevención y Control Urbano del Ministerio de Seguridad, en agosto se contabilizaron un total de 31 asesinatos, lo que equivale a uno cada 24 horas, y un total de 195 en 241 días del año 2022 en el departamento, que equivale a uno cada 30 horas.
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