Madres que perdieron a sus hijos en la explosión de Rosario: "No hay escuela que enseñe a vivir con este dolor"
Fueron 22 las víctimas de la detonación del edificio provocada tras una fuga de gas. Tres testimonios, con el corazón en la mano, de mamás que ya no tienen a sus hijos: cómo sobrevivir con esa pérdida.
Un dolor interminable. A corazón abierto, madres de víctimas de la explosión de Rosario brindaron su testimonio a una década de la tragedia. Créditos. Archivo
Mirador Provincial dialogó con tres madres de víctimas de la tragedia de calle Salta 2141. Claudia Vaio, mamá de Santi Laguía; Nora Vesco, mamá de Maximiliano Vesco y Alicia Vidal, mamá de Maximiliano Fornarese, contaron con profundo pesar lo que significa tan enorme pérdida.
A diez años del peor horror que se vivió en la historia de la ciudad de Rosario, las madres expresan con sencillez y contundencia cómo se convive con el dolor. Ellas exponen, con el corazón en la mano, lo que les implicó llegar a este aniversario y reflejan con absoluta claridad y transparencia la realidad de que "no existe una escuela que te enseñe a convivir con el dolor".
Claudia Vaio, mamá de Santiago Laguía.
"Santi tenía 25 años, se recibía de médico, le quedaban tres materias y ya no cursaba. Estaba en Rosario para terminar y volver a Pergamino. Ese 6 de agosto fue desgarrador. Cuando recibimos la noticia con mi hija y salimos para Rosario. Nunca me imaginé que podía ser algo tan grave".
Santiago Laguía, víctima. Créditos: Gentileza
"Nos decían que solamente los dos primeros pisos tenían fuego y mi hijo vivía en el octavo. A partir de allí comencé a recorrer un camino que nunca jamás en mi vida pensé que tenía que recorrer. Es uno difícil, muy difícil".
"Pasaron 10 años y así como el tiempo en mi cuerpo se notan los años, al hablar con otros familiares y no podemos creer que ya pasaron diez años. Luchamos contra empresas poderosas, contra el poder más perverso que existe y que es el judicial. Termina de desgastarte".
"Logramos un juicio oral que logramos los familiares únicamente. Nos tuvimos que informar, leer el Código Penal de Santa Fe. A nuestros abogados nunca les gustó esto. Así fue que terminamos con ellos. Nos aplastaron en la justicia. Se nos rieron en la cara. Nos enviaron el veredicto o lo que habían resuelto en el segundo juicio de Cámara por WhatsApp. Fue una burla. Era época de pandemia, pero lo podrían haber pospuesto para otro momento y con protocolos".
"Yo traté de armar mi vida, rearmarme como persona. Una parte de mí se fue con Santi. Nunca la voy a recuperar. Traté de seguir en pie por mi hija, a la que amo con todo mi ser, Macarena, y hoy que tengo una nieta, Pili, ellas son mi sostén junto con el recuerdo de Santi".
"No hay un día que no tenga un recuerdo de él con una lágrima, con una sonrisa. Siempre tengo un recuerdo lindo, porque él era un buen hijo, amigo de sus amigos, buena persona. Yo seguí, seguí, pedí ayuda psiquiátrica y me ayudaron. Muchas mamás que me preguntan yo les digo que sin ayuda no hubiera podido salir".
"Hoy mi realidad es que siempre voy a tener esa parte de mí que ya no está. Trato de ser la mejor versión de lo que fui. Pero Santi está todos los días, ya sea en una canción, en un gesto. Es muy duro. Aprendí a vivir el hoy. Yo vivo el hoy. No programo. Disfruto a mi hija y mi nieta el hoy. Disfruto con toda mi familia el hoy. A mi hija le digo que tiene que vivir el hoy. Ella se siente sola sin Santi, además de perder al papá de Santi, quien no pudo sobrellevarlo. Esto es lo que no se ve. Esto es lo que la justicia nunca ve, los daños colaterales".
"El memorial por el que luchamos durante diez años con distintos gobiernos, golpeamos todas las puertas, hoy lo logramos. Para mí, hoy la memoria ha superado a la Justicia. Nadie va a olvidar lo que pasó ese fatídico 6 de agosto del 2013 a las 9.38 de la mañana en Salta 2141. Siempre va a pasar alguien y se acordará qué hacía ese día o se preguntará qué significa el memorial. También estoy contenta porque arriba van a edificar la escuela de música. Repleta de gente linda con toda su música y esto nos reconforta un poquito", señaló.
Nora Vesco, mamá de Maximiliano Vesco.
"A diez años, mi dolor es cada día más grande. Tengo mucha tristeza, enojo y las ganas de no seguir. Mi lucha fue desde el primer día y tocar puertas fue muy demoledor. La Justicia terminó de matarme. Un resultado vergonzoso. Mi vida también terminó ese 6 de agosto del 2013. Nunca pensé pasar por este horror. El duelo de un hijo no termina nunca, es eterno. El duelo de un hijo es para siempre".
"Julio y agosto para mí son meses cruciales. La verdad que uno anda por la vida sin saber adónde va. Ya te cambia la parte social, laboral, amistades, todo. Es un conjunto de cosas que te cambian y pasás a ser no lo que eras, sino otra persona. No sé si mejor o peor. Pero sos otra persona".
Maximiliano Vesco, víctima. Créditos: Gentileza
"A diez años me siento más triste porque todavía no puedo creer que paso una década que no lo tengo. No tengo la alegría de ese chico, porque era un chico feliz. Transitaba la vida felizmente, con sus amigos, trabajaba. No puedo decir nada malo de él. Lo querían mucho en Rosario. No puedo explicar todo lo que hacía. Estudiaba arquitectura, se había recibido de corredor inmobiliario, martillero público, trabajaba en dos inmobiliarias. Vivía trabajando. Después vivía su vida".
"Hay muchas clases de muertes, pero esta fue algo inexplicable, inexplicable. Ese es el enojo que tengo. Por eso no estoy bien. Son diez años y todo lo que se hizo fue esfuerzo nuestro. Tuvimos muy poca ayuda, muchas promesas incumplidas. Muchas puertas cerradas. No se pudo lograr Justicia. No hay peor muerte que la que tuvo".
"El juicio fue muy traumático. Tenías que ser muy fuerte para estar ahí adentro y escuchar tantas barbaridades y mentiras. Con abogados, gente de Litoral Gas, Enargas que festejaban las resoluciones. Es una conjunción de cosas".
"Lo único que puedo hacer es prenderle una vela. Es muy triste enterrar a un hijo y no poder despedirte. Imaginate que eso lo llevo hasta mi muerte, porque jamás podré sacarme esto de la cabeza".
"No hubo Justicia. El Estado no nos acompañó. Cómo va haber justicia donde un gasista fue a hacer un trabajo y al tocar eso directamente voló. Ahora te cortan el gas. Si Litoral Gas lo hubiera cortado, esto no pasaba".
"La gente que vivía ahí decía que hacía años que tenía problemas de gas. Siempre hubo olor a gas. Cuando hoy vienen y te cortan el servicio, por qué no lo hicieron siempre así. Y si tenían que cambiar un regular que no funcionaba por qué no lo hicieron. No hubo Justicia. Acá tomaron al perejil, como se dice siempre. Desde hace diez años que no falto nunca un 6 de agosto y me paro junto a su foto", concluyó.
Alicia Vidal, mamá de Maximiliano Fornarese.
"El tiempo consume la vida y en el transcurso de estos diez años nos preguntamos cómo resistimos tanto, tanta lucha, tanto dolor, tan injusticia y de algunos el olvido. La Justicia no encontró responsables de 22 muertes, pero nosotros sí sabemos que el arrebato de sus vidas de una forma cruel fue por negligencia, abandono y corrupción".
"Ellos perdieron sus sueños, sus esperanzas, proyectos, sus alegrías, sus vidas y sus familiares y amigos quedamos con el desconsuelo y la tristeza que nos paralizaba o nos enfurecía. Todos necesitamos calmar nuestro dolor, aquietar nuestras mentes y sanar nuestros corazones".
Maximiliano Formarese, víctima. Créditos: Gentileza
"Es un camino difícil. Nos unimos con todas las fuerzas que nos quedaron para luchar por justicia y memoria. No pudimos conseguir un juicio justo. Pero también había una lucha por la memoria y seguimos empeñados en concretar la construcción de un memorial- así transitamos un largo camino donde fuimos consiguiendo el apoyo de la comunidad con más de 25 mil firmas".
"El memorial tiene un objetivo y no es solo el recuerdo de las víctimas. También es el espacio donde la Asociación Civil funcionará trabajando para concientizar al ciudadano de un 'nunca más' y que lo único importante que tiene el ser humano es valorar la vida".
"Gracias al abrazo, el beso, la caricia y hasta el silencio que nos da mucha gente desde aquel día. Sabemos que estamos en compañía, a pesar de que el dolor se siente con crueldad en la soledad de cada uno. No hay escuela que enseñe a seguir viviendo con este dolor, con su ausencia. Cada uno lo intenta, cada mañana, como puede", cerró.
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