La investigación por el intento de asalto a un mozo de un reconocido local gastronómico ubicado en la costa central de Rosario –fue baleado el pasado 24 de octubre cuando estaba guardando su auto en una cochera a metros de su casa, en la zona sudoeste– dio un giro de 180 grados luego que pericias determinaron que el ataque estaba relacionado con una disputa del gremio gastronómico y que el hombre herido se había reunido con un sicario para pedirle que atente contra una de sus empleadoras.
Cuando 12 días atrás se conocía el ataque contra el trabajador gastronómico Miguel Ángel L., de 55 años, nadie imaginó otra cosa que un intento de asalto marcado por la violencia que impera en las calles rosarinas.
En la madrugada del domingo 24, mientras estaba por guardar su auto en una cochera ubicada en Hilarión de la Quintana al 1600, fue abordado por personas armadas que aparecieron en otro automóvil y le efectuaron 14 disparos, dos de los cuales impactaron en la víctima y los restantes en el vehículo Peugeot.
Luego de conocido el hecho, fuentes judiciales indicaron que el ataque ocurrió alrededor de las 2 y que la víctima recibió heridas de arma de fuego, una en el cuello y la restante en una mano y que el caso quedaba a cargo de la Fiscalía de Flagrancia en turno que pidió el relevamiento de cámaras públicas y privadas y la búsqueda de testigos.
Además, la delegación local del gremio Gastronómicos emitió un comunicado para repudiar el ataque contra Miguel Ángel, alias Bocha, y exigir que se esclarezca.
En el texto, señalaron que el trabajador fue “baleado a mansalva” con el “aparente motivo de sustraer su automóvil”; y que el jueves de la semana siguiente “se presentaba a elecciones para refrendar su condición de delegado del personal de la empresa” El Viejo Balcón, ubicada sobre avenida Wheelwright al 1800.
Pero este viernes 5 de noviembre, la causa dio un giro inesperado, ya que se conocieron algunos detalles de la investigación que lleva adelante la Agencia de Investigación Criminal (AIC) por orden de los fiscales Matías Edery y Luis Schiappa Pietra, de la Agencia de Criminalidad Organizada.
Desde la AIC descartaron la hipótesis del intento de robo como móvil del hecho y en su lugar, señalaron que el mozo “habría intentado, a través de la contratación de un tercero, atentar contra los dueños del restaurante”.
María Sol Sala, vocera de la Agencia de Investigación Criminal, sostuvo que el mozo que sufrió el ataque, “se estaba postulando con un compañero de trabajo” como delegado del local gastronómico y que “se secuestraron los aparatos celulares y se pudo dilucidar que esa persona estaba planeando un ataque a su empleadora, a través de la contratación de un tercero. Aparentemente, habría una interna con el gremio”, resaltó.
Por su parte, los fiscales Matías Edery y Luis Schiappa Pietra señalaron que desde un principio les llamó la atención la violencia del hecho, los 14 disparos y la “circunstancia muy particular de que no le pidieron el vehículo ni se lo llevaron”.
“Esto nos hizo ir avanzando en varias líneas de investigación, entre ellas la circunstancia del robo. Entre otras cosas, accedimos al teléfono celular del mozo atacado”, señaló el fiscal Edery, quien mencionó que había una interna gremial en el restaurante donde trabajaba el herido.
En el teléfono se hallaron mensajes y un encuentro en un bar con un sicario para pedirle “atentar contra las personas que dirigen el lugar donde trabajaba, porque parece ser que apoyaban la lista contraria”, agregó el funcionario judicial.
También aclaró que no se sabe hasta el momento el motivo del ataque contra el mozo. Las mayores sospechas apuntan a que el hombre que resultó baleado se habría arrepentido del encargo sicario, por lo que éste último optó por realizar «otro trabajo».
Mientras que el fiscal Schiappa Pietra señaló que la persona herida sigue siendo víctima de un hecho de atentado contra su seguridad, y en relación al sicario, que estaría vinculado a la barra del club Newell’s Old Boys, sostuvo que hasta el momento no está identificado.
Además, aclaró que “actualmente no es delito contratar un sicario, ya que esa circunstancia no está penalmente tipificada. Hoy no es delito, salvo que se haya ejecutado el pedido”, repitió.
Y finalizó pidiendo que algún legislador “tome este hecho, porque en una ciudad con la problemática de Rosario, que contratar un sicario –por más que no se haya hecho el hecho– no sea un delito, es algo que nos llama la atención y nos parece que tendría que tener un tratamiento legislativo para corregirlo”.