La situación del dengue en el país captó la atención de las autoridades de Salud, al reportarse un total de 128,511 casos desde enero pasado hasta el último reporte. De acuerdo con los datos oficiales, se confirmaron 120,092 casos autóctonos, 1,424 casos importados y 6,996 casos que aún se encuentran en investigación.
Los expertos de epidemiología del Ministerio de Salud de la Nación escribieron en el último boletín, publicado el sábado pasado, que la estacionalidad del dengue, comparada con temporadas anteriores, es similar hasta la cuarta semana de mayo. Sin embargo, aclararon: “con la particularidad que durante este año se advierte un retraso en el descenso del número de casos”.
En comparación con el último brote de dengue que ocurrió durante la temporada 2019/2020, la actual estación experimentó un aumento significativo del 46.11% en el número de casos registrados. Durante este periodo, los casos se concentraron principalmente entre las semanas epidemiológicas 8 y 16, alcanzando su punto máximo en la semana 13, para luego descender gradualmente desde la semana 17.
En las últimas décadas, Argentina fue testigo de un incremento significativo en los casos de dengue, con tres grandes epidemias registradas en 2009, 2016 y 2020. Expertos relacionan este aumento con los cambios en el clima que está sufriendo el país, según revela un estudio científico publicado en la revista Environmental Health Perspectives,
El análisis de datos meteorológicos desde 1961 hasta 2020 muestra que Argentina experimentó un notable aumento en las temperaturas, tanto máximas como mínimas, en la mayoría de sus regiones. En particular, la tendencia a temperaturas más cálidas fue la más evidente en el noroeste del país, donde la temperatura media anual aumentó hasta 1.9°C cada 60 años. Estos cambios en el clima fueron asociados con un incremento en la incidencia y expansión del virus del dengue en diferentes áreas del país.
El estudio que fue realizado por científicas de la Universidad Nacional de Litoral.
El estudio que fue realizado por científicas de la Universidad Nacional de Litoral, el Conicet, la Universidad Nacional de Córdoba de la Argentina junto con un experto del Centro de Patógenos Emergentes, Zoonóticos y Transmitidos por Artrópodos de la Universidad Estatal de Virginia, en los Estados Unidos, revelaron que las anomalías en las temperaturas medias anuales, máximas y mínimas durante el periodo de transmisión de dengue (1998-2020) han sido significativamente más altas que en el periodo anterior sin casos de dengue (1976-1997). Esto sugiere que las altas temperaturas están creando condiciones más favorables para la propagación del virus.
Sin embargo, sorprendentemente, no se encontró una relación entre los patrones de precipitación y el aumento de casos de dengue en el país. Aunque las lluvias pueden favorecer la formación de criaderos de mosquitos, el estudio sugiere que otros factores, como la adaptación del mosquito vector a las nuevas condiciones climáticas y cambios en los hábitos de las personas durante períodos de sequía, podrían estar contribuyendo al aumento de la incidencia del virus.
El período de tiempo durante el cual el mosquito puede transmitir el virus se amplió.
Otro hallazgo importante del estudio muestra que el número de días con temperaturas óptimas para la transmisión del dengue aumentó en la mayoría de las ciudades analizadas, especialmente en la región central del país. Esto significa que el período de tiempo durante el cual el mosquito puede transmitir el virus se amplió, lo que aumenta la tasa de propagación de la enfermedad.
El dengue, una enfermedad viral transmitida por el mosquito Aedes aegypti, representa una amenaza cada vez mayor para la salud pública en Argentina y otras partes del mundo. El informe advierte que si el calentamiento global continúa sin control, es probable que el virus se siga extendiendo a latitudes más altas, lo que podría llevar a un aumento significativo de casos en regiones donde el dengue no es endémico.
Los expertos hacen un llamado a la acción, instando a una vigilancia activa del mosquito vector y los arbovirus asociados, así como una recolección continua de datos meteorológicos. Esto permitirá una mejor evaluación y predicción de futuras epidemias basadas en las tendencias de los cambios acelerados en el clima.
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