La Ley de Alimentación Saludable busca proporcionar a los consumidores información clara y accesible sobre los productos alimenticios, permitiéndoles tomar decisiones conscientes sobre lo que consumen.
Sellos en los envases alertan sobre excesos nutricionales, ayudando a consumidores y profesionales a tomar decisiones informadas.
La Ley de Alimentación Saludable busca proporcionar a los consumidores información clara y accesible sobre los productos alimenticios, permitiéndoles tomar decisiones conscientes sobre lo que consumen.
A pesar de las críticas y los desafíos en su implementación, expertos y profesionales de la salud destacan su importancia para combatir problemas como el sobrepeso y las enfermedades crónicas.
María Virginia Borga, nutricionista del Sanatorio Santa Fe, explicó a El Litoral que el objetivo principal de esta ley es garantizar el acceso a información clara antes de adquirir un producto.
“Nosotros, desde el Colegio de Nutricionistas, planteábamos que todos los consumidores —porque todos lo somos— tengan la posibilidad de saber qué están comprando. Por ejemplo, si una persona tiene diabetes, necesita saber si un producto contiene azúcares ocultos. Esta ley obliga a declarar esos contenidos de forma clara”, comentó.
La normativa se basa en tres ejes fundamentales, siendo el etiquetado frontal uno de los más destacados. Este sistema introduce sellos de advertencia en forma de octógonos negros que se colocan en la parte frontal de los envases.
Los sellos alertan sobre el exceso de nutrientes críticos como azúcares, grasas saturadas, sodio y calorías. Adicionalmente, se incluyen advertencias en forma de rectángulos para informar si un producto contiene edulcorantes o cafeína.
Según explicó Borga, estos nutrientes críticos son definidos por la Organización Panamericana de la Salud (OPS), que establece valores máximos en base a una dieta de 2.000 calorías, el promedio recomendado para un adulto. Por ejemplo, si un producto excede estos límites, se le asigna un octógono que alerta sobre ese exceso.
A pesar de su utilidad, la interpretación de estos sellos puede ser un desafío para muchos consumidores. “Hay que explicar qué significan los octógonos y cómo usarlos en base a nuestras necesidades de salud. Por ejemplo, un producto puede tener bajo contenido de grasas, pero ser alto en sodio. Entender estas diferencias es clave para tomar decisiones informadas”, aclaró la nutricionista.
Asimismo, la ley también busca evitar confusiones causadas por las etiquetas de productos “light” o “diet”. Antes, muchos alimentos usaban términos o imágenes engañosas para atraer a los consumidores, sin especificar si realmente eran saludables. Ahora, está prohibido incluir declaraciones como “light” o ilustraciones que puedan inducir al error.
Otro aspecto positivo de la ley es su impacto en la reformulación de productos por parte de la industria alimentaria. “La intención de la ley no es estigmatizar alimentos, sino incentivar a las empresas a hacer productos más saludables. Muchas ya modificaron sus fórmulas para reducir nutrientes críticos y evitar los sellos”, comentó Borga.
Sin embargo, la implementación plena de la normativa enfrenta obstáculos. En Santa Fe, por ejemplo, la provincia aún no adhirió formalmente a la ley, lo que dificulta su aplicación uniforme en todo el país. A pesar de esto, la nutricionista insiste en que es crucial avanzar hacia una implementación efectiva y nacional de la normativa.
Borga también destacó que los sellos de advertencia son útiles no solo para los consumidores, sino también para los profesionales de la salud. “Un médico de familia, un odontólogo o un docente pueden utilizar esta herramienta para educar y guiar a las personas. Por ejemplo, un paciente con diabetes puede evitar productos con exceso de azúcares gracias a esta información clara”, afirmó.
Sin embargo, subrayó que el etiquetado frontal debe ir acompañado de educación nutricional para maximizar su impacto. “Si no acompañamos la medida con educación, los sellos se vuelven simplemente una mancha en el envase”, agregó.
La ley cobra especial relevancia en un país donde más del 50% de la población tiene sobrepeso y donde cada vez se diagnostican más niños con enfermedades crónicas que antes eran exclusivas de los adultos, como la diabetes. “En el consultorio vemos a niños con problemas que antes eran excepcionales a esa edad. La ley busca revertir estas tendencias al promover una alimentación más saludable”, afirmó Borga.
A pesar de las dificultades y las críticas, la nutricionista insistió en la importancia de defender y mejorar esta ley. “La alimentación saludable es un derecho, y esta normativa es una herramienta valiosa para garantizarlo. Aunque imperfecta, su implementación puede marcar una gran diferencia en la salud de las futuras generaciones”, concluyó.
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