El Parkinson es una enfermedad crónica del sistema nervioso central que afecta principalmente el movimiento. Se trata de una patología progresiva que, con el tiempo, puede impactar en diferentes aspectos de la vida cotidiana de quienes la padecen.
Se trata de una enfermedad neurodegenerativa que afecta a miles de personas en el mundo. Aunque no tiene cura, un diagnóstico temprano y un tratamiento adecuado pueden mejorar significativamente la calidad de vida de quienes la padecen.
El Parkinson es una enfermedad crónica del sistema nervioso central que afecta principalmente el movimiento. Se trata de una patología progresiva que, con el tiempo, puede impactar en diferentes aspectos de la vida cotidiana de quienes la padecen.
Para comprender mejor esta condición, el El Litoral consultó al neurólogo Francisco Varela (MN. N° 139048), quien brindó detalles sobre sus síntomas, diagnóstico y tratamiento.
Francisco Varela explicó que “el Parkinson es una enfermedad crónica que afecta principalmente el movimiento. Si bien su causa específica se desconoce en la mayoría de los casos, se produce por la degeneración de neuronas en una región del cerebro llamada sustancia negra, lo que provoca una disminución en la producción de dopamina, un neurotransmisor clave en el control del movimiento”.
Entre los síntomas más característicos, el especialista mencionó el temblor en reposo, la rigidez muscular, la lentitud en los movimientos y los problemas para caminar y mantener el equilibrio. Sin embargo, también pueden presentarse síntomas no motores, como trastornos del sueño, depresión, ansiedad, alteraciones cognitivas, problemas digestivos y del olfato.
El diagnóstico del Parkinson es clínico y se basa en la historia médica del paciente y un examen neurológico detallado. “No existe una prueba específica para confirmarlo, por lo que se utilizan criterios diagnósticos basados en los síntomas motores y en la respuesta a ciertos tratamientos”, señaló Varela.
En cuanto al momento en que los pacientes suelen ser diagnosticados, el neurólogo explicó que la enfermedad se detecta cuando los síntomas motores ya son evidentes. “Sin embargo, sabemos que el proceso neurodegenerativo comienza muchos años antes”, advirtió, lo que pone de relieve la importancia de estar atentos a signos tempranos y consultar con un especialista ante cualquier sospecha.
Si bien la causa exacta del Parkinson aún no se comprende completamente, se identificaron varios factores de riesgo. “La edad avanzada es el principal, pero también pueden influir factores genéticos y ambientales. Solo un pequeño porcentaje de los casos está relacionado con mutaciones genéticas específicas, lo que indica que la mayoría de los pacientes no heredan la enfermedad de sus familiares”, explicó Varela.
El especialista también aclaró que, aunque existen genes asociados a un mayor riesgo de desarrollar Parkinson, la gran mayoría de los casos son esporádicos y no tienen un origen hereditario directo. “Esto significa que tener antecedentes familiares no implica necesariamente que una persona desarrollará la enfermedad”, precisó.
Actualmente, no existe una cura para el Parkinson, pero sí tratamientos que permiten mejorar la calidad de vida de los pacientes. “Los fármacos más utilizados son aquellos que aumentan los niveles de dopamina en el cerebro, como la levodopa y los agonistas dopaminérgicos”, explicó el neurólogo.
En algunos casos seleccionados, se puede recurrir a la cirugía de estimulación cerebral profunda. Este procedimiento, que se realiza en el país desde hace más de 25 años, puede mejorar significativamente el control del movimiento, aunque no es una opción frecuente para todos los pacientes con Parkinson.
El impacto del Parkinson en la vida cotidiana varía entre pacientes. “A medida que la enfermedad progresa, puede afectar las actividades diarias y el rendimiento físico”, indicó Varela. Además, el especialista explicó que muchos pacientes pueden experimentar cambios emocionales debido a la frustración y la pérdida de independencia.
También es común que quienes padecen Parkinson presenten dificultades para escribir y mantener una postura adecuada, lo que aumenta el riesgo de caídas. Por este motivo, el tratamiento integral es fundamental para mejorar la calidad de vida de los pacientes.
“La rehabilitación es tan importante como la medicación. Diría que es clave para retrasar la progresión de los síntomas motores y mejorar la calidad de vida de los pacientes”, sostuvo Varela.
La fisioterapia ayuda a mantener la movilidad y la fuerza muscular, mientras que la terapia ocupacional facilita la adaptación a las actividades diarias.
Además, la actividad física regular, como caminar, nadar o practicar yoga, demostraron ser altamente beneficiosa. “El ejercicio mejora el equilibrio, la coordinación y el estado de ánimo, reduciendo el impacto de la enfermedad en la vida cotidiana”, afirmó el neurólogo.
Hasta el momento, no se encontro una forma comprobada de prevenir el Parkinson. No obstante, un diagnóstico temprano y un abordaje integral pueden hacer una gran diferencia en la calidad de vida de quienes lo padecen.
“El Parkinson es una enfermedad compleja que afecta a miles de personas en el país y en el mundo. Si bien no tiene cura, un diagnóstico temprano y un tratamiento adecuado pueden marcar la diferencia y ayudar a los pacientes a mantener una mejor calidad de vida”, concluyó Varela.
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