Domingo 10.4.2022
/Última actualización 17:50
Tuvo la humildad de los grandes y no le gustaba hablar de sí mismo. Este posadeño al que apodaron "El Chino" y "El Yerbatero" siempre dijo que lo suyo fue suerte. Pero todos saben que Víctor Javier "Chino" Wolhein, con inicios en la escuela de fútbol de Guaraní Antonio Franco e inferiores, en el Independiente de Posadas hizo su carrera a golpes de talento y sacrificio.
A la suerte hay que ayudarla y, aunque algunos "al saber lo llaman suerte", paseó su recia estampa por el "Gigante de Arroyito", el "Cementerio de los Elefantes", el "Palacio Ducó", el "Miguel Sancho" cordobés y el "Monumental José Fierro". Solo por nombrar algunos de clubes en los que jugó, incluido el Tolima de Colombia.
Archivo D.REn esos estadios emblemáticos, este número 8 o volante por derecha de sello misionero, jugó los clásicos de Rosario, Central-Ñuls, Colón-Unión de Santa Fe, los desafíos porteños de Huracán de Parque Patricios, Racing de Córdoba ante Belgrano, Instituto y Talleres y el desafío norteño de Atlético Tucumán-San Martín de Tucumán.
Lo suyo es la irreverencia, una magnífica manera de comunicarse, la broma ocurrente para salir jugando en diagonal. Velocidad y vértigo. Un eterno transitar por la banda derecha lo caracterizó y así lo recuerdan en las páginas web de Colón, Central y Huracán. Otros misioneros en el fútbol grande heredaron el apodo de "El Yerbatero", que creó el periodista rosarino Oscar Pendino Dávila.
Amigo entrañable, luego de radicarse un tiempo en Rosario, regresó a Posadas y vivió hasta la madrugada de hoy con caluroso afecto las reuniones de asado con sus excompañeros del Club "Banco Provincia", el equipo de la infancia. El mismo en el que aprendió tácticas, juego en equipo y control de la pelota bajo las órdenes de Miguel Ríos, su maestro en el fútbol.
Agradecido y siempre humilde, recordaba sus comienzos en el Club Independiente, a su amigo y "arquerazo" de su equipo juvenil, José Valiente, a sus hijos en Rosario a quienes ama y extraña, y a su esposa Mónica, a quien le dedicó un cariñoso saludo mientras lo seguía atenta en el reportaje radial y televisivo. Ella no alcanzó a conocer su fulgurante paso por el fútbol.
Nació un 17 de junio de 1961, en un barrio típico de Posadas, allí por la zona de Santa Catalina y Martín Fierro y pasó luego por Central, Platense, Racing de Córdoba, Tolima de Colombia, Central, Colón de Santa Fe, Huracán de Parque Patricios, Atlético Tucumán, Atlético de Rafaela, Central Córdoba. Agradecemos los datos aportados desde Posadas por misionesonline.net.
En el historial del fútbol de Santa Fe, además de su juego de estilo con la camiseta de Colón, el "Chino" fue protagonista de una situación que ya es leyenda de escritorio. Unión había dejado en el camino a Almirante Brown en la semifinal del dodecagonal de 1989 y Colón hacía lo propio con Lanús, con gol de Verdirame. En la última jugada del primer tiempo de ese partido en el estadio granate, el árbitro expulsó a Wolheim por agredirse con un rival.
La jugada pasó un tanto desapercibida, pero la baja era clave para el equipo que dirigía Orlando Medina, más allá de que contaba con buenos reemplazantes. Súper Manuel Corral, presidente de Unión, se apresuró en viajar a Buenos Aires con un video de la expulsión para mostrarlo al Tribunal de Disciplina.
Súper se destacaba por tener muy buena relación —y cierta influencia— con toda la gente de AFA. El Chino Wolheim viajó el martes siguiente a hacer su descargo, con el video en la mano.
Cuando llegó y quiso aportar la prueba, en el Tribunal le dijeron: “no se moleste en dejar el video, ya lo vimos”. Le dieron dos fechas y se perdió las dos finales. Uno nunca sabe qué hubiese pasado si el Chino jugaba, pero se trataba del jugador más temperamental que tenía el equipo, con fuerte ascendencia sobre sus compañeros.