(Enviado Especial a Santiago del Estero)
Mucho calor, un estadio imponente, un anfitrión de lujo como el gran “Pichón” Juárez en la tierra del Chango Cárdenas, de Luis Galván y del inolvidable René.
(Enviado Especial a Santiago del Estero)
El Madre de Ciudades asoma majestuoso, imponente. Parece un plato volador gigante posado al lado de ese puente de color naranja que une La Banda con Santiago. Atrás quedó la ruta 34 con sus pueblos y ciudades; también con sus camiones. Atrás quedaron esos pueblitos que parecen olvidados y detenidos en el tiempo, ya en tierra santiagueña. La aridez del terreno presagia no sólo falta de lluvia, sino también características naturales de esta tierra. Atrás también dejó este equipo de El Litoral a Jorge Nini, el sanjavierino que partió el martes por la mañana y al que cruzamos cerquita de Ceres. “Pedaleo con Dios, así que no tengo nada que temer”, le cuenta a los enviados de El Litoral. Y aprovecha para contar todo lo que lleva. Camisetas, gorros y dos San Francisco bendecidos. Uno de ellos será para el gobernador Zamora, al que espera llegarle cuando pise esta ciudad. “El otro es para el Barba”, dice, refiriéndose obviamente a Domínguez, del que se está hablando mucho en Porto Alegre, porque hay un claro interés del Inter por llevar a este hombre cuyo contrato con Colón tiene fecha de vencimiento dentro de seis meses, pero nadie puede gastar a cuenta de que se quedará, pues también hay una cláusula de rescisión. Y eso que Colón va a jugar la Libertadores el año que viene. Pero eso es otro tema y ya habrá tiempo de hablar.
Santiago del Estero es “Pichón” Juárez emocionado hasta las lágrimas cuando recuerda su paso por Colón y reconoce que “me hubiese encantado quedarme a vivir en Santa Fe, pero no pude”. Y dispara frases fuertes en una charla dura que en breve será deleite de nuestros lectores. Santiago del Estero es también el punto de partida y de llegada de este 2021 que se extingue. Fue el primer partido de un año inolvidable, aquél viernes por la noche de la goleada en cancha de Central Córdoba, cuando llovía torrencialmente y no había camisetas para que los jugadores la cambien en el entretiempo, hubo que escurrirlas y a seguir jugando con las mismas. Y Santiago también es la última estación, casi como un guiño del destino, como una especie de casualidad o causalidad, o las dos cosas. Porque nada se dio de casualidad en este año tan particular para Colón, con un título que le infló el pecho y le llenó el alma a su gente.
Santiago del Estero es este estadio que impresiona, que tiene una estatua dedicada a Diego Armando Maradona, que lleva su nombre y que también referencia con otras muy bien logradas estatuas, a tres santiagueños tan grandes como inolvidables: Juan Carlos Cárdenas, aquél del golazo al Celtic que le dio al fútbol argentino –bajo el nombre de Racing- el primer título mundial de su historia; Luis Adolfo Galván, ese zaguero tiempista, callado, que hizo dupla con Passarella en el ’78 y se anotó, con un 10, como una de las grandes figuras junto a Kempes de la gran final ante Holanda en aquél Mundial; y René Orlando Houseman, al que pocos tenían como santiagueño, también campeón del mundo en el 78, uno de los jugadores más habilidosos, dueño de un potrero mágico y digno de esa identidad que tanto nos preocupamos por reflejar cuando hablamos del viejo y querido fútbol argentino, ese fútbol al que se lo vapulea desde los escritorios con decisiones muchas veces incomprensibles, pero que no deja de ser una bandera de este bendito país que mostramos con orgullo al mundo.
Así luce el estadio Madre de Ciudades a días de la gran final entre Colón y River
Butacas de colores, un campo de juego con ese verde furioso que debe costar mucho lograr y mantener en esta tierra y el cuidado de instalaciones de primerísimo nivel, con un museo interactivo y un restó bar con vista al campo de juego que no envidia a los grandes estadios del mundo. “Algunos critican y quizás lo hacen por envidia; nadie se pone a pensar por qué Santiago del Estero construye un estadio así, por qué hay un equipo en Primera y dos en la B Nacional, cuando hace poco tiempo no teníamos a nadie; y nadie se pone a pensar que cuando viene el Moto GP se llena Santiago del Estero, Tucumán y todos ganan”, dice “Pichón” Juárez, mientras otro santiagueño del fútbol como Julio Marchant, de un paso fugaz por Unión, campeón con Boca, es el anfitrión de esta belleza arquitectónica que se suma a otros estadios municipales que hemos conocido en distintas ciudades del interior, varios de ellos abandonados, sin uso, semi destruidos y reducido a despojos. Ojalá no sea éste el caso, pues sería un verdadero despropósito.