Lunes 18.5.2020
/Última actualización 17:03
Fue un 18 de mayo histórico, inolvidable, ese de 1996. La última fecha era “no apta para cardíacos” en un maratónico torneo de 42. Al Apertura lo había ganado Huracán Corrientes y al Clausura, Talleres. Ambos iban a jugar la final por el primer ascenso (fue del Huracán correntino dirigido por Zuccarelli) y el otro entraba en el octogonal (Unión lo iba a eliminar a Talleres con dos producciones futbolísticas fantásticas en la semifinal). Pero en esa última fecha, Unión necesitaba ganar y esperar el resultado que se diera en Rafaela, donde jugaban Atlético y San Martín de San Juan. Atlético tenía todas las chances de clasificar, pero en la penúltima fecha perdió 3 a 1 con Unión (dos goles de Magnín y uno de Marzo) y en la última cayó de local con los sanjuaninos. Conclusión: con el triunfo de Unión en Mendoza en la agonía del partido, los tres equipos —Unión, San Martín de San Juan y Atlético de Rafaela— compartieron la posición. Y al octogonal fueron tatengues y sanjuaninos, quedando afuera los rafaelinos. Toda una epopeya. Como dirían muchos, “cuando se tiene que dar, se da”.
Carlos Trullet lo definió en aquél momento como “una revolución social” a todo lo que pasó en torno a ese ascenso. Y está en lo cierto. Colón había ascendido en 1995 y hubo una reacción espontánea, genuina del hincha de Unión. El comienzo de la temporada fue tan flojo como preocupante. Después, todo se fue acomodando, aparecieron los pibes del club y también fue el momento de irrupción de un equipo que funcionaba a la perfección.
—¿Te acordás cómo empezó todo?
—¡Cómo no me voy a acordar! Colón había ascendido y cuando fuimos al primer entrenamiento éramos 10 u 11 jugadores, no había agua, luz, jabón... Nada... Fue una época de mucha miseria... Al tercer partido perdemos en Rosario con Central Córdoba, fue una multitud y la gente nos despidió con pañuelos blancos...
—¿Cuándo se acomoda lo económico?
—Cuando se arma esa comisión de “notables”, donde eran casi todos ex presidentes o ex vicepresidentes. Creo que salvo Jorge Piedrabuena, el resto había estado en esos cargos... El objetivo era no irnos a la B Metropolitana... La llegada de Amodeo, Marchi y compañía era porque necesitábamos gente de experiencia.
—¿Por qué le encontraste la vuelta al equipo para cambiarlo de “pe” a “pa”?
—Dos años antes, había integrado un equipo selectivo donde estaban la mayoría de los muchachos que luego formaron parte de ese plantel. Yo estaba en las inferiores de Unión y armé aquél selectivo... ¡Nosotros ascendimos con cinco chicos de 19 años! Eso no es habitual en el fútbol argentino. Y además, el acierto de incorporar a Alejandro Castro y a José Luis Marzo, que terminó siendo fundamental.
—¿Te acordás de la discusión táctica porque jugaba con tres defensores y un solo delantero?... Decían que era defensivo.
—¡Claro que no lo era!... Y después, hubo una revalorización de todo, porque arrancamos de la nada y al término de ese torneo teníamos un plantel de 4 o 5 millones de dólares... Y ese equipo jugaba muy bien, al punto tal que con un par de retoques hicimos una buena campaña en Primera.
—¿Qué te acordás de lo que pasó hace 24 años en Mendoza, el famoso gol de Clotet?
—La victoria de San Martín de San Juan contra Atlético, que era el que estaba más cerca de clasificar, nos obligaba a ganar. Sebastián la agarró mordida, pasó entre veinte piernas y entró despacio... Imagináte que faltaba un minuto, me meto en la cancha y el árbitro me echa por invasión, entonces me voy y el partido se reanuda. Faltaba casi nada y cuando paso caminando por una esquina, había un córner para ellos y ¡casi me le tiro al piso al jugador de Godoy Cruz para que no lo pateara! Rechazamos la pelota y se terminó... Y lo que vino después...
—La vuelta de Córdoba de la final fue apoteótica...
—Fue uno de los acontecimientos sociales más importantes de la provincia... Cuando llegamos al puente del Salado, mirábamos para atrás y veíamos a la gente que venía atrás y llegaba hasta la Tatenguita... Fue una cosa increíble y hay chicos que hoy tienen 30 años y me lo comentan. ¡Y ellos no lo vivieron, se lo contaron los padres!
—¿Cuándo te diste cuenta de que se podía?
—Siete u ocho fechas antes del octogonal veníamos jugando bien y, de local, a los 20 minutos ya teníamos tres goles adentro a favor. Era una conjunción de fútbol, dinámica y capacidad goleadora... Que ganemos el octogonal no fue sorpresa. Pero hay un hecho muy curioso ese año...
—Porque el Flaco Zuccarelli me lleva a Corrientes como ayudante de él en Huracán. El Flaco estaba en Buenos Aires contratando jugadores y yo, en Corrientes, viendo lo que había, con José María Silvero, que era el manager, acompañándome. Llevaba como un mes ahí y un día me llama Jorge Sabag invitándome a dirigir a Unión... Me pagaban mejor en Huracán Corrientes por ser ayudante que lo que me daba Unión para dirigir el equipo. Pero era la posibilidad de volver a un club que quiero mucho, que estaba mal y al que había que ponerle el hombro.
—El Flaco consigue el ascenso en Córdoba, le gana por goleada a Talleres. Habían empatado el partido de ida y jugaron un partido sensacional en la revancha.
—Saporiti dice que saldrán fortalecidos los clubes que le paguen bien a los técnicos de inferiores y con buena infraestructura para armar equipos con jugadores propios. Vos hablás de un selectivo que fue base de ese ascenso. ¿Se puede pensar en tener éxito apostando a las inferiores, cuando de pronto existe resistencia a ese tipo de políticas?
—Pasa en todos los clubes... Fijáte que Boca acaba de comprar a Pol Fernández, al que en su momento dejaron libre... Los clubes tienen que hacer una política de realismo. Hace cuatro o cinco años presenté un proyecto en Rafaela para hacerme cargo de conformar un plantel. La primera pregunta que hay que hacerse, es: ¿para qué estamos?, ¿a qué queremos y cómo queremos jugar?. La política debe ser del presidente para abajo y mantener una ideología futbolística y defenderla.
—Hace poco, alguien decía que no se puede ir de Bielsa a Caruso Lombardi...
—Es que no podés armar un equipo con jugadores para una determinada filosofía de juego y después, si te va mal, cambiarla trayendo a un técnico que juegue a otra cosa. Es la gran confusión... Luis Rey, periodista tucumano, me decía: “No es problema que los dirigentes no sepan de fútbol, el problema es que no saben quién sabe”.
—¿Por qué fracasa el dirigente?
—Porque muchas veces llegan por ser exitosos en sus empresas pero no se dan cuenta de que el fútbol es otra cosa. Manejás pasiones, un juego que es imprevisible y muchas otras cosas que no son fáciles de entender para el que viene desde afuera.
—¿Qué cambió desde el 96 hasta hoy?
—En el entorno, hay un mal que ha perjudicado a todos y son los representantes. Hoy se están buscando chicos de 11 o 12 años para llevárselos, el rastrillaje es tremendo y a los 13 o 14 años ya tienen representante... Respecto de los clubes, se han perjudicado. A los 17 años, el jugador llega a Primera y los clubes están obligados a hacerle un contrato de cinco años para poder mantenerlo. Ese jugador puede andar bien o no. Y después, cuando se termina el contrato quedan libres. Y eso va en contra de los clubes. Jugar sin público visitante es feo...
—Y sin gente como ahora, ni hablar...
—Es amargante, tremendo...
—La gran revolución táctica la hizo Rinus Michel con la selección de Holanda en 1974. Luego, fueron todos acomodos. Después del ‘86, cuando Argentina gana el Mundial, se empezó a implementar la línea de tres y recuerdo que Aimar en Boca y yo en Unión fuimos los primeros en utilizarla, allá por el ‘90... La innovación de la presión sobre la pelota y sobre el espacio, fue algo que hizo Holanda hace 45 años... Hubo un momento que se instaló el 4-4-2 y no quedaba otra que jugar por afuera y tirar centros... Parecíamos Inglaterra... Luego cambia Estudiantes, cuando con Verón, Braña, Leandro Benítez, armaron un equipo con más toque y creatividad, menos vertical y más encadenado y colaboracionista... Y después, se trae de Europa el 4-2-3-1 y muchos se creen que el 4-3-3 es un descubrimiento, cuando se jugaba así en mi época de jugador... Pero le cambian los nombres y se creen modernos...
—¿Cómo es que le cambian los nombres?
—!Claro...! Ahora a los viejos wines lo llaman extremos... Y yo me acuerdo que el Vasco Urriolabeitia, que fue el que me trajo de Estudiantes a Colón, en aquél tiempo, principios de los ‘70, me decía que me perfilara bien para recibir la pelota, porque yo jugaba de “5”. Y ahora, a eso le llaman “control orientado”, como si fuese algo nuevo.
—Hablando de tu llegada a Santa Fe, es una rica historia la tuya y la de Zuccarelli, porque vinieron a jugar en Colón y luego tuvieron un pico muy alto en Unión...
—El Flaco hizo muchos goles porque pateaba bien los penales. Y yo era un “5” que corría, metía, ¡pegaba! y era medio “maderita” con la pelota, pero hice 11 o 12 goles en un par de años... Hoy eso tendría una gran trascendencia, ¿o no?... Lo que pasa es que era intuitivo para pasar al ataque y tenía un buen cabezazo.
—Hay un partido con San Lorenzo en el Gasómetro, en el ‘72, en el que marcás un gol. Se recuerda ese partido porque era el San Lorenzo que luego fue primer bicampeón del fútbol argentino...
—Ese día íbamos ganando y nos empata Sanfilippo en el final del partido con un gol en offside... Y ese mismo año le ganamos a Boca en la Bombonera, con Pintos al arco.
—Vos pasás de Colón a Unión de un año al otro y el Toto Lorenzo dijo que si te descubría como líbero unas fechas antes, peleaban el campeonato con River...
—Es cierto... Vos sabés que cuando yo quedo libre de Colón, me llaman Corral, Baldi y Veglia y me contratan. A los quince días, llega el Toto Lorenzo, porque conmigo arreglan antes de contratar al entrenador o de que llegue. Y cuando le dicen al Toto que estaba yo en el plantel, él les dice: “Bueno, si es un compromiso de ustedes, déjenlo”. Y al final terminé jugando mucho con él, primero de volante, que era mi puesto, y después de zaguero central. Pero la historia fue así como la cuento.
—¡Sos duro como técnico...!
(Risas) —Es que el técnico tiene que tener convicciones, trabajás toda la semana para tomar una decisión y al final, el resultado es el que te examina si acertaste o te equivocaste, ¿se entiende?. No es que un técnico es cabeza dura, como muchas veces dicen ustedes, los periodistas, porque tienen la posibilidad de opinar con el “diario del lunes”. Entonces, la decisión es buena o mala de acuerdo al resultado.
—Porque el fútbol es resultadista, por más que es cierto que se deben analizar las formas... Ustedes dependen de eso, de los resultados...
—Y eso hace que los intereses sean contrapuestos... Lamentablemente, el trabajo de toda una semana se valoriza de acuerdo al resultado... Se puede defender una situación o una decisión si perdiste, en el momento, pero al cabo de un tiempo, lo que queda es eso, el resultado, que perdiste.
El “Araña” Maciel, Castro, Magnín, Pereyra, Bezombe, Lautaro Trullet, Garate, Mazzoni, Mendoza, Clotet, Cabrol, “Pochola” Sánchez, “Lucho” Zavagno y el “Loco” Marzo, entre otros, formaban parte de la base de aquél plantel.