Domingo 14.4.2019
/Última actualización 11:38
La eficacia del primer tiempo no fue tal en el segundo. Y una jugada que no se puede tildar de aislada, lo terminó dejando a Unión sin el premio mayor. Por eso el enojo y la bronca de todos, empezando por Madelón. Se había construido un triunfo sobre el que no había mucha discusión hasta el minuto 90. Por esos “detalles” que tanto mencionan los entrenadores, Unión había llegado al gol en el marco de un partido con muchas imprecisiones. Estaba para liquidarlo en el segundo tiempo, cuando en cada contragolpe nacía la esperanza de otro gol que liquidara el partido y el cruce (convengamos que la importancia del gol de visitante es suprema en este tipo de definiciones). Hasta que llegó el cabezazo de Lucas Acevedo, el jugador más querido por la hinchada de San Martín. No fue una jugada aislada, sino que le dio la razón a ese empecinamiento tucumano por mostrar que su mayor poderío no era el juego propiamente dicho, sino las pelotas quietas. Fiel al estilo de Caruso Lombardi, aprovechó que Unión se encerró demasiado atrás en esa jugada y dejó que San Martín se venga y metan el centro para que Acevedo convierta el empate. Y eso le dejó un sabor amargo muy grande al “muletto” de Unión. Una pena.
Hablando de “muletto”, no es para subestimarlo. Se sintió mucho en la manera en que los calambres marcaron una realidad muy clara: la falta de competencia que tienen la gran mayoría de estos jugadores. Es que la alevosa normalidad con la que se maneja Unión –o mejor dicho, Madelón- impide que la gran mayoría de estos jugadores puedan tener rodaje. Entre los debutantes y los que juegan poco, había muchos menos “minutos en cancha” que los que tenían los de San Martín. Sin embargo, Unión supo darle el ritmo y el nivel conveniente al partido. Y muy pocas veces se advirtió una diferencia de nivel entre un equipo y otro.
Hay algo que ayuda y mucho para este análisis. Si bien hay titularidades y suplencias muy marcadas (sobre todo en la defensa y el mediocampo), Unión tiene un funcionamiento, un libreto, que lo conoce desde el más titular de todos hasta el más suplente. Eso ayuda. Y en ese punto no da lugar a ninguna especulación sobre si se improvisa o no. Más gráficamente todavía: Unión es un equipo enchufado a 220 y mientras a nadie se le ocurra pegarle una patada al cable, no se desenchufa. Tiene una mística y un funcionamiento que se respeta a rajatabla. Y eso fue lo que se vio en Tucumán. Algunos estuvieron muy a la altura de lo que se esperaba o lo que estaban obligados a hacer. Otros, quizás, no tanto y ahí se pudo haber notado un poco más la diferencia de calidad con los que siempre juegan. Pero, en general, el Unión “muletto” funcionó de manera similar al Unión de siempre. Inclusive, en esa desatención o como se le quiera llamar del final, algo que se había repetido previamente en los dos partidos anteriores de visitante (Tigre y Defensa y Justicia), cuando se escaparon las victorias con goles del adversario que llegaron en el tiempo de descuento.
Bien el pibe Calderón, bien Corvalán, seguro casi siempre Peano (perdió alguna que otra pelota adentro del área pero en general estuvo bien), bien el uruguayo Méndez, bien Ríos (tiene futuro y no es un descubrimiento lo que digo) y acertado Cuadra en la definición. Con un poco más de precisión en los contragolpes que se armaron en el segundo tiempo, la victoria viajaba a Santa Fe. No queda ninguna duda.
Particularmente, para quién esto escribe, había algunas dudas –mejor dicho, incógnitas- en cuanto a saber si este plantel no era demasiado corto. Por un lado impactaban las victorias y el gran rendimiento de la reserva, pero se trataba de jugadores de inferiores, la gran mayoría sin rodaje arriba (Madelón hizo debutar a dos de ellos: Franco Calderón y el goleador Gastón González). A los otros, a los suplentes, se los veía poco. Se sabía lo que podían dar Blasi, Zurbriggen y Corvalán, por ejemplo, pero sin el respaldo de jugadores muy importantes y clave en el andamiaje defensivo como Yeimar o Jonatan Bottinelli. En el medio, más acentuado todavía, porque ninguno de los que jugó tenía la suficiente cantidad de minutos y de oportunidades de observación. De los de arriba se podía esperar algo más, ya que, hoy en día, no hay ni duplas y ni siquiera alguno de los delanteros que tenga la “titularidad adquirida” como pasaba con Gamba o con Soldano en otros tiempos no muy lejanos. La respuesta fue satisfactoria y dejó, imagino, elementos sobrados como para que Madelón esté tranquilo. La cosa funciona relativamente bien. Estén o no estén los que siempre están.
PEANO (6).- Casi siempre seguro en el juego aéreo, salvo en alguna jugada esporádica. Transmitió tranquilidad, resolvió bien cuando le tocó jugar con los pies y nada que hacer en el gol.
BLASI (5).- Algunas proyecciones en el primer tiempo y más retenido en el segundo. Sin mayores problemas.
ZURBRIGGEN (5).- Algunos errores de cálculo que no trajeron consecuencias, producto quizás de la falta de ritmo competitivo y de la floja iluminación. Sin desentonar.
CALDERÓN (6).- Promisorio debut del pibe. Tuvo que “bailar con la más fea” al marcar al grandote Lucas Acevedo en las pelotas quietas. San Martín tiró muchos centros y tuvo varios córners a favor. Pero bien.
CORVALÁN (6).- Otro de los puntos para rescatar en el funcionamiento individual y autor de un centro perfecto a la cabeza de Cuadra en el gol de Unión.
RÍOS (6).- Este chico ya dejó de ser promesa para convertirse en realidad. Fuerte en la defensa de la pelota y saliendo siempre con rapidez y potencia.
MATÍAS GARCÍA (5).- Es un jugador al que le falta jugar, como a la mayoría de los que entraron a la cancha. Cumplió.
MÉNDEZ (6).- Bien. Fue varias veces a buscar el claro y se metió con chances en el área rival. Algo parecido a lo que, entre los titulares, se le observa a Mauro Pittón. Uno de los mejores.
BOTTINELLI (5).- Voluntad y algunos pincelazos de claridad con la pelota, pero fue de los que sintió rápidamente la falta de juego contínuo. Sin jugar mal, fue lo más flojito del equipo.
CUADRA (6).- Gran definición de cabeza en el gol y dos o tres jugadas en las que mostró su jerarquía. Se fundió en el final y terminó acalambrado.
LOTTI (5).- No estuvo tan presente ni mostró la peligrosidad de otros partidos. Parecía jugar con “un cambio menos”, sin la explosión ni la velocidad que en otras veces se le vio.
LEBUS (5).- Entró a jugar por derecha, apareció en todas las jugadas de ataque y no siempre las terminó bien.
ANDRADA (5).- Armó dos o tres jugadas interesantes arrancando desde atrás. No tuvo incidencia en el área rival.
GONZÁLEZ.- Solito, allá arriba, supo armar un par de jugadas hasta que consiguió el remate al arco. Pocos minutos para sacar mayores conclusiones.