Es una cuestión deportiva, de cuidado del patrimonio y de negocio. Cuando Unión fue a buscar a Franco Fragapane, nadie “gastaba a cuenta”. Fue uno de los últimos en llegar y lo hizo como suplente de Gamba. A los pocos partidos, le tocó entrar por Aquino. Nunca más dejó su lugar de titular —salvo alguna rara excepción que confirma la regla— y entró rápidamente en sintonía. No sólo con sus compañeros sino con el técnico. Entendió a la perfección lo que debía hacer en un lugar de la cancha que exige mucha dinámica, explosión, retroceso, colaboración para defender y verticalidad para atacar.
No se hacía necesario, en ese momento, comprar el pase de Fragapane. Venía con el pase en su poder. Era un contrato y por dos años; decisión razonable que le daba un tiempo suficiente, al jugador y a los dirigentes, para evaluar el futuro.
El punto de arranque fue el armado, con mucho éxito en la llegada de los jugadores que eran necesarios, de un plantel que, con Madelón al frente, empezó a lograr rápidos resultados. Martínez, Bottinelli, Gómez Andrade, Zabala y el propio Fragapane se acoplaron a Nereo, Bruno Pittón, Acevedo, Mauro Pittón, Gamba y Soldano. Así se armó una base muy sólida y constante.
Cuando finalizó esa temporada, se debieron tomar urgentes determinaciones: la continuidad de Bottinelli, la compra del pase de Gómez Andrade, la del pase de Acevedo y ahí quedaron dos cuestiones en el aire: la renovación de Soldano y la de Fragapane.
El caso Soldano ya es cosa juzgada y mucho se dijo y escribió sobre eso. Pero con Fragapane, Unión no asumió una postura firme y más cuidadosa de ese patrimonio. Unión le dio vidriera, le dio cartel, lo hizo crecer y nunca, en su carrera, Fragapane tuvo el nombre que tiene ahora. Con 26 años y una posición en la cancha siempre apetecible para cualquier entrenador (hábil para desempeñarse por izquierda y sin ser zurdo), hoy es el goleador del equipo y la realidad indica que en tres meses dejará de pertenecer a la institución.
¿Qué pasó en este interín?, que Unión no tuvo 300 mil dólares para comprar la mitad de su pase; y que la “famosa” oferta de los dos departamentos que le hizo Spahn, terminó siendo inconsistente cuando el jugador vio que todavía no estaban terminados y que no los tenía en disponibilidad.
Spahn le echó la culpa a Marcelo Martín, quien negoció junto a Martín Zuccarelli con el “Rayo” Menseguez, representante del jugador. Pero ellos llegaron al límite en el que el club debía concretar económicamente con el futbolista, con un arreglo que implicaba no sólo el aumento del patrimonio y la continuidad de Fragapane en forma muy ventajosa, sino también la chance de un buen negocio a futuro: al igual que Zabala (a quien Unión adquirió), son volantes con despliegue y gol, apetecibles por el lugar que se los mire o analice.
Franco Fragapane es un caso más de jugadores que pasan por Unión y se valorizan sin convertirse en un negocio para el club. Ya pasó con otros. Ultimamente con Gamba y Soldano. Y se insiste sobre esto porque no se entiende cómo Unión deja pasar la oportunidad de mantener en el plantel a esta clase de jugadores. Se acierta cuando se los trae pero no cuando se programa de qué manera continúa la historia con estos jugadores.
Fragapane llegó de última al plantel y terminó siendo un verdadero refuerzo. En este campeonato lo está demostrando más que nunca, aportando ese gol que a los delanteros les viene faltando. Por poca plata se quedaba y Unión incrementaba el patrimonio. Ante Huracán, dijo que su deseo era el de continuar en Unión. Fue un llamado, casi un ruego, que el presidente no atendió.