Un solo resultado cambió todo en Unión. Ganar el clásico fue un bálsamo que llegó con "bonus track": la clasificación para la Sudamericana. La espalda de Munúa se ensanchó. Pero para el técnico uruguayo -sin dudas que fue el gran acierto de la secretaría técnica-, fue el regalo de fin de año a un proceso en el que normalizó un equipo al que Tato Mosset había rescatado del desvarío al que lo sometió Azconzábal. Munúa acrecentó la recuperación, más allá de algún sobresalto como fue el mal partido en Santiago del Estero y se despidió a toda orquesta con una victoria aplastante e inobjetable ante el rival de todos los tiempos.
El debut es ultra exigente. Además, este River llega, como pocas veces, con la chapita de principal candidato incrustada a fuego. Se reforzó, mantiene al mejor jugador del último torneo (Julián Alvarez) y es un equipo diferente a cualquiera. Su intensidad, su vocación ofensiva, su frenesí no exento de virtuosismo, lo convierte en un rival tremendamente complicado. ¿Hay alguna forma de ganarle?, siempre hay formas. Ningún equipo es invencible. Pero a este River hay que ganarle con el físico, con la entrega, corriendo más y tratando de descubrirle rápidamente algún punto débil.
El otro día, charlando con Matías Gallegos (volvió al club luego de un paso por Estudiantes de Caseros y Chacarita en la B), hablábamos de eso: "Nosotros somos un equipo muy intenso, vertical. La idea es esa y vamos a dejar todo", descubrió a manera de presagio. Munúa también habló de hacer un partido "fino tácticamente". Lo de "fino" apunta claramente a impedir que haya algo librado al azar o imprevisto. Esto también será clave, más allá de la necesidad imperiosa de correr tanto o más que el rival.
Ganar, alimentaría la creencia de que se está en un buen camino. Perder no sería una sobrecarga de preocupación, salvo que el rendimiento sea muy flojo. Hoy en día, en el fútbol argentino, perder con River es algo que le puede pasar a cualquiera del resto de los competidores. Se realza la imagen si se le gana; no es una catástrofe si se pierde, salvo que haya un resultado y una actuación poco o nada decorosa.
Los duelos por los costados serán muy intensos. Quizás Unión intente más por el lado de Vera y Juárez, aunque sin regalar el lateral. River tiene una capacidad ofensiva que se basa mucho en el desborde por afuera, más allá de que por adentro tiene figuras desequilibrantes como Julián Alvarez. Se dice que tácticamente viene con un 4-1-4-1. Pero estos números indican poco y nada. Gallardo manda al frente al equipo, libera a sus jugadores y exige que el ataque sea permanente. Si de algo podemos estar seguros, es que al partido no le faltará intensidad. Dinamismo, verticalidad, búsqueda ofensiva y mucho despliegue, son elementos que no faltarán a la cita.
Peralta Bauer y Agüero, dos de última
Si bien la secretaría técnica había cerrado las persianas en el rubro incorporaciones, a último momento Unión sumó dos jugadores más para el plantel. Se trata de Mariano Peralta Bauer, delantero que proviene de San Lorenzo de Almagro y Facundo Agüero, marcador central que llega de Deportes La Serena de Chile.
En el caso del delantero bonaerense fue cedido por San Lorenzo en calidad de préstamo por un año sin cargo y con una opción de compra de 900 mil dólares por la totalidad de la ficha, según informó un medio que sigue la campaña de San Lorenzo. Tanto él como su hermano habían quedado en libertad de acción a mediados de 2021 y, al no conseguir club, fueron recontratados en Boedo. Desde ese entonces, Agustín se desempeñó en la Reserva y Mariano sumó muy pocos minutos. Antes de partir rumbo a Santa Fe, el atacante renovó su contrato hasta diciembre de 2023.
Formado en las inferiores cuervas, y de familia integramente azulgrana, Mariano debutó en Primera el 3 de febrero de 2020 bajo el mando de Diego Monarriz en la derrota por 1-0 ante Newell's en Rosario por la Superliga 2019/2020. En total completó 27 partidos con la camiseta del Ciclón, en los que anotó dos tantos.
Por su parte, Facundo Agüero inició su carrera en Sportivo Independiente de General Pico, luego pasó a Instituto y en el último año jugó en La Serena de Chile. Tiene 27 años y es hijo de Roque Ramón Agüero, ex jugador de Boca que pasó por el primer equipo 'Xeneize' entre 1978 y 1980, cuando dirigía el Toto Lorenzo primero y Rattín después, aunque jugó pocos minutos y luego pasó por Sarmiento de Junín y Deportivo Español.
Si bien se había hablado de la posibilidad de sumar a alguien más, el puesto a reforzar era el de volante lateral. Sobre el cierre del libro de pases, Unión completó la lista de siete caras nuevas y dos regresos (Roldán y Gallegos), con la llegada de estos dos jugadores.