De la Redacción de El Litoral
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Desde que amaneció hasta el mediodía por lo menos, la lluvia fue torrencial en la ciudad y el área metropolitana. El panorama en los barrios, sobre todo los del norte, fue empeorando con el correr de las horas: las arterias de acceso a Santa Fe se veían completamente anegadas desde bien temprano y más aún las calles interiores de barrios como Punta Norte, El Vergel, Nueva Esperanza, René Favaloro, Pompeya, Loyola, Juventud del Norte, Las FLores, entre otros.
En esos sectores, apenas había alcanzado a bajar el agua acumulada durante el temporal de la semana pasada, por lo que los anegamientos fueron aún peores.
Al mediodía, el municipio comenzó a recibir a las primeras 22 familias evacuadas en los refugios que habilitó a primera hora en La Tablada, vecinal Schneider, Juventud del Norte y Ciudadela Norte. En total se asistía a unas 100 personas, pero “seguramente serán más a la tarde”, estimó la secretaria de Comunicación, Andrea Valsagna. Las familias eran de los barrios Pompeya, La Ranita, Villa Teresa, Juventud del Norte, Yapeyú y Scarafía.
Además, durante la tarde, el municipio podría iniciar un operativo especial para evacuar a las 40 familias que viven fuera del anillo de defensa del río Salado, en La Vieja Tablada: “El río está creciendo mucho y cuando quieran salir no van a poder. Estamos viendo si esta tarde podemos convencerlos de que vayan a los refugios”, dijo Valsagna y aclaró que “la ciudad defendida no va a tener inconvenientes”.
Las estaciones de bombeo “están todas funcionando, evacuando 20 mil metros cúbicos por hora cada una, unos 20 millones de litros por hora”, informó.
El norte, un mar
Al igual que la semana pasada, la zona norte fue una de las complicadas por la acumulación de agua. La ausencia de algunas obras de desagües clave para mejorar el escurrimiento, agravan la situación con cada lluvia.
A primera hora de hoy, el intendente resolvió suspender todas las actividades por lo que el transporte público no prestó el servicio habitual (Ver pág. 4). De todos modos, muchos santafesinos desprevenidos quedaron varados en las paradas y, después de esperar un rato, decidieron caminar. Con los pantalones arremangados y bajo una intensa cortina de agua, intentaban regresar cuidadosamente a sus hogares.
Estanislao Zeballos y Facundo Zuviría, hacia el norte, era un mar. “El agua no baja nada, dicen que están las bombas a full pero cada vez hay más. Dicen que sigue el alerta, ya no sabemos qué pensar”, comentó Mario Acosta, un vecino de esa esquina.
En la esquina de la Peñaloza y 12 de Infantería y en Peñaloza y Gorriti las imágenes se repetían: agua de cordón a cordón, peatones con el agua a la rodilla, autos que iban en contra mano para evitar las zonas más anegadas, motos que se descomponían y dejaban de a pie a los conductores.
La avenida Gorriti completa, hasta el cruce con Blas Parera, estaba directamente intransitable. No sólo por la cantidad de agua sobre la carpeta asfáltica sino porque los mismos vecinos, colocaron cintas plásticas y hasta carteles publicitarios para impedir la circulación de vehículos. De esa manera evitan que con el “oleaje” que generan los coches el agua ingrese a las viviendas.
En Callejón El Sable y Blas Parera, el ingreso a barrio Santa Rita, desapareció bajo el agua.